SIGNOS V
mia2810Examen17 de Febrero de 2014
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Introducción
El ejercicio de la medicina de hoy demanda
del médico una excelente preparación y poseer
habilidades que le permitan reconocer y diagnosticar
a tiempo la severidad de compromiso
de un enfermo; así que en la valoración de los
pacientes y, como paso inicial de la exploración
física, deben evaluarse correctamente los signos
vitales (SV). Esta cotidiana y permanente
labor obliga a reinducir los conocimientos al
respecto, para ligar lo práctico de una técnica
depurada con una excelente propedéutica, encaminadas
a la toma de decisiones pertinentes
y coherentes con los hallazgos. 1, 2, 3, 4
El firme progreso en tecnología médica y
los requerimientos novedosos permiten afirmar
que el clínico no debe ni puede quedarse
estático en la evolución de ella y menos en su
responsabilidad de prepararse constantemente
para responder adecuadamente al ritmo de la
obtención de la información. Debe ir a la par
con la rauda obtención de datos, como ocurre
en las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI)
y en el lapso pos-UCI. Debe reaccionar veloz
ante las evidencias, en tiempo real, de deterioro
de su paciente. Para ello debe preparase y
estar dispuesto a la educación permanente. 1, 5
Siendo importante la medición de los SV, lo
es más su interpretación ya que lo realmente
significativo es la intervención y la oportunidad
con la que se realice, ante la alteración de los
mimos. En el estudio de Jane C, Salter C, Wilkes
L, Scott J. en Sidney-Australia en 2006,
se encontró que el factor humano no siempre
ofrece respuestas adecuadas a los hallazgos
del componente tecnológico para la vigilancia
y control de los SV en los servicios de emergencias,
quizás por falta de capacitación y/o
de renovar estas prácticas no solo en el individuo
como tal si no en los equipos médicos
de trabajo. 5, 6, 7, 8
A manera de ejemplo, la monitorización
continua de los pacientes neurológicos graves,
por medio de los SV y la saturación venosa
yugular de oxígeno, es de gran valor para el
abordaje diagnóstico y terapéutico, cuyo común
denominador es vigilar la isquemia o hiperemia
cerebral. El estándar de oro de la resucitación
después del trauma es la restauración temprana
y el mantenimiento de una adecuada oxigenación
tisular. En el trauma craneoencefálico,
una adecuada resucitación es definida como
una: PaO2 > 100 mmHg y PaCO2 de 35-45
mmHg. 5, 9, 10, 11
Sin embargo el monitoreo continuo no sólo
está indicado para los enfermos (ver Figura 1)
, sino también para quienes deben estar en
óptimas condiciones físico-atléticas, deportistas,
con fines de recreación y rehabilitación, en
quienes se hallan patrones anormales de saturación
y arritmias cardiacas, como probables
causantes de eventos agudos en la actividad.
Los grupos etarios más propensos son los varones
y menores de 15 años según el estudio
de Garrido et al en Alicante. 12
Del conocimiento de estos parámetros y
de sus posibles modificaciones, se pueden
derivar nuevas estrategias de entrenamiento,
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