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Silva Criolla

edelyn10 de Mayo de 2014

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SILVA CRIOLLA / FRANCISCO LAZO MARTÍ (1864-1909)

EFEMERIDES VENEZOLANAS*

Recopilación e introdución: Argemiro Torres**

Introducción

Es su poema de mayor extensión, y el más cuidadosamente elaborado. Alcanzó a darle una forma en la que ya nada es susceptible de cambio. En esta silva, Lazo conjuga algunos rasgos de su vida sentimental y del mundo interior de sus dudas y valores ético-políticos. Están, así mismo, los testimonios de su exacto conocimiento del paisaje y las costumbres llaneras; la evocación de la primera esposa, fallecida prematuramente. Y sirviéndose de imágenes de la tierra, aparecen algunas de sus inquietudes espirituales relacionadas con el misterio de la vida y de la muerte.

Esta variedad en los temas recuerda la técnica de los murales, la estructura de la suite. Cada uno de los once cantos que forman la silva, sin excepción, es autónomo puede leerse con independencia de los restantes. Sin embargo, se trata de un poema único, de armoniosa y unificada estructura formal y temática.

A mi juicio, la Silva criolla contiene cinco grandes conjuntos temáticos:

1. Ideario social, ético y político.

2. El paisaje llanero.

3. El hombre del llano y sus faenas.

4. La melancolía.

5. La duda metafísica.

COMENTARIO SOBRE LA SILVA CRIOLLA

Ideario social, ético y político

La Silva criolla fue dedicada por Lazo Martí A un bardo amigo. A este poeta que vive en la ciudad, Lazo lo insta para que regrese a los llanos, esgrimiendo varios argumentos a favor de su petición: la nostalgia a que está quien se ausenta de su tierra natal, el peligro de verse humillado ante los poderosos, la ciudad corruptora, el decoro personal vendido al mejor postor. Es decir, una concepción ética de la vida.

En la "Invitación" salta a la vista la paráfrasis de un tema clásico, como es el contraste entre la ciudad corruptora y el campo bienhechor, elaborado ya por Bello en La agricultura de la zona tórrida. Dentro del tema tradicional que se remonta a Horacio, hay elementos nuevos que emanan de la época y de las circunstancias de Lazo Martí, como es la simbolización en las cumbres, en los picos abruptos, en la nieve que baja a entumecer las almas, del régimen de Cipriano Castro, combatido por Lazo Martí. En efecto, la Caracas que ahí aparece sin nombrarse, corresponde a la de los tiempos de Castro, tenido como uno de los gobernantes más corrompidos. Es una urbe carcomida por la adulancia, por el oportunismo en política y por una inversión de valores, tal como la retrató por la misma época, Manuel Díaz Rodríguez en su novela Idolos rotos (1901).

A semejanza de Bello, Lazo Martí no predica el regreso al campo para que su amigo venga a solazarse en la paz y en la belleza del paisaje. Antes, por el contrario, le señala aquellas motivaciones que lo obligan no sólo a volver, sino a desempeñar tareas sociales encaminadas a redimir a los humildes, arruinados y aun asesinados por la guerra, los caudillos políticos y las enfermedades.

La Invitación y el canto, contienen el mensaje doctrinario de la silva. Se trata, en su valor didáctico, de una de las características del poema neoclásico, heredada por el Romanticismo social, y, salvo en casos excepcionales, dejada de lado por los modernistas. El Criollismo literario, en cambio, como lo hemos apreciado en Urbaneja Achelpohl, no descartó la crítica social resultante de una toma de conciencia del escritor con la problemática del hombre en su medio y en su tiempo.

El paisaje llanero

Pocos poetas venezolanos han captado y expresado el paisaje con la hondura y complejidad de Lazo Martí. Sabemos que nació en las llanuras venezolanas, y que las recorrió a pie y a caballo en incontables ocasiones, y en todas las circunstancias estacionales. En los meses de plena floración. Bajo los soles del verano que todo, lo propician para el trágico incendio. En los tiempos lluviosos, cuando los ríos se desbordan y la muerte emana del agua. Las contempló a la luz del amanecer, al mediodía, en el ocaso, en la inmensa noche sabanera. Estuvo entre sus matorrales, entre sus arbustos, bajo sus árboles. Miró sus garzas, sus gavilanes, sus tenues mariposas, sus venados. Escuch6 el canto veraniego de las chicharras, el oscuro rumor de las colmenas, el bramido del padrote, y el mugir de las vacadas. Con tan ricas y variadas imágenes polisensoriales, Lazo Martí hizo cuanto un poeta podía hacer con aquella materia prima, en lo que se refiere a su tratamiento jerárquico en tres planos o niveles estéticos: el nivel de las imágenes, el nivel de las metáforas y el nivel de los símbolos.

El nivel de las Imágenes

Es el más sencillo y elemental, ya que se limita a una descripción objetiva del paisaje, circunscrita a reproducir del modo más fiel la realidad que el poeta ha captado a través de sus sentidos. Es pintar fidedignamente con palabras, y nada más. En Lazo encontramos pocos ejemplos de este nivel. Uno que podría servirnos, no sin salvedades, es cuando enumera y describe algunas de las flores y frutos del llano:

Tras la menuda flor cuaja el uvero

su gajo tempranero;

sus nacarados frutos en el limo

el punzador curujujul engendra;

la maya erige colosal racimo

y desprende el merey sabrosa almendra....

En esta enumeración, el uvero es el uvero y el merey es el merey. Las palabras se corresponden directamente con la imagen que expresan. Estamos a nivel de un lenguaje predominantemente denotativo. Pero las palabras -ya lo sabemos- pueden metaforizarse y adquirir un doble o múltiple sentido artístico, por la confluencia, dentro de un mismo vocablo, de dos o más imágenes o conceptos asociados por el poeta. Esto nos conduce a un segundo plano, de elaboración metafórica.

El plano metafórico

Se trata de un procedimiento estético en el que las imágenes dejan de ser representaciones del mundo objetivo, para connotar la visión que el poeta tiene de ese mundo. Cuando la descripción no es puramente objetiva, debemos aceptar que se ha iniciado un proceso de interiorización del paisaje, puesto que el poeta ya no intenta expresarle tal como es, sino tal como lo ve y lo siente.

Agobiado por el recuerdo de su esposa muerta, y paseando a solas por los mismos lugares que visitara junto con ella, Lazo Martí ve la llanura ya no simplemente como la llanura es en las horas crepusculares, sino que nos brinda una descripción interiorizada donde las imágenes, siguiendo las técnicas del símil y la metáfora, producen la doble visión del llano crepuscular (imágenes sugerentes) y de una inmensa cámara mortuoria y un cementerio (imágenes sugeridas):

Como en aquellos días

del venturoso tiempo ya lejano,

en pos de mis pasadas alegrías,

vuelvo a tender la vista sobre el llano.

Caído en la remota lontananza,

sin su manto de gloria,

el moribundo sol parece un cirio

que alumbrase honda cámara mortuorio.

El viento, sin rumor, apenas riza

la silente laguna en cuyo espejo

invisible dolor vertió ceniza;

y con vuelo despacio,

de la tarde a los pálidos reflejos,

las garzas que se irán, que se irán lejos, pueblan de cruces blancas el espacio.

Ya se habrá captado las diferencias entre este fragmento y el anterior. Por una parte, hay cinco imágenes básicas tomadas del atardecer llanero: el sol en el ocaso, el ámbito celeste, el viento silencioso, una laguna de aguas grisáceas y un bando de garzas en vuelo. Pero hay, además, una serie de imágenes que no están en el llano, que proceden del mundo interior del poeta, y que se conjugan, armonizan o corresponden con la naturaleza crepuscular: sol-cirio moribundo, ámbito-cámara mortuoria, viento-silencio, laguna gris-ceniza, garzas-cruces blancas. No se trata de una descripción puramente objetiva, sino de una elaboración metafórica, catalizada por el recuerdo de alguien que se ausentó para siempre. Este dolor sugerido está dentro del poeta, le es propio e instransferible. ¿No existirán otros elementos que también alberga el poeta, pero que no le pertenecen en exclusividad y pueden ser transferibles?

El plano de los símbolos

Es el más profundo de los tres niveles. Se produce cuando Lazo Martí emplea imágenes de la naturaleza llanera para simbolizar inquietudes metafísicas que en modo alguno le pertenecen exclusivamente. No se trata, por ejemplo de su particular dolor, sino de sus preocupaciones en torno a problemas que han llamado la atención del hombre de todos los tiempos y lugares. Tal ocurre con la incógnita de la vida y de la muerte. Tal, con la esperanza subyacente en toda conciencia de que una luz, por pequeña que sea, alumbre racionalmente el reino de lo desconocido. Por tanto, si la metáfora conlleva algo personal, el símbolo apunta hacia algo extra-personal. Si la metáfora es una visión estética de un tema particular, el símbolo es la visión estética de un tema general y en gran medida, eterno y abstracto. Veamos un ejemplo. En la noche llanera, después de oír el canto inquietante de unos alcaravanes, Lazo Martí sale a la intemperie, y contempla un paisaje nocturno, desdibujado, que fue siempre para él tema de meditación. Pero, ¿qué ven los ojos del poeta?

Del camino a la vera

fingen los alineados matorrales

muda legión de sombras espectrales

en momentos de espera.

Alada flor de broche diamantino,

errante flor de fulgida hermosura,

flor de luz, el cocuyo peregrino,

irradia la espesura.

Y náufrago en la noche

...

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