UN SUEÑO POSIBLE

UN SUEÑO POSIBLE

Amelia, sentada en un alto balcón, mirando hacía la plazoleta externa de su casa, recordaba cómo hace un tiempo era allí punto de encuentro para ella y sus pequeños amigos del barrio…

Aquel espacio fue testigo de promesas, risas, llanto, travesuras, aventuras y mucho más…

Pero lo que más recuerda ella y que tanto la hace volver a casa de sus abuelos maternos, fue la promesa que un día hace 20 años se hicieron ella y sus amigos y la cual quedó sembrada en una pequeña caja de metal al pie del gran sauce.

Érase una vez en un pequeño Reino, con un gran palacio rodeado de bellos jardines, en el que vivían diferentes y coloridas especies de animales, gran civilización en la que reinaba la tranquilidad.

El Gran Hombre, soberano del Reino, era venerado por su pueblo al ser tan sabio y próspero por todo lo que ahí crecía; sin embargo allí, en medio de toda la belleza había un detalle que molestaba su existencia, una pequeña parte de ese bello jardín no era colorido… matices ocres reinaban ese rincón… El Gran Hombre, sin saber que decir, pero pensando que por ese pequeño detalle sería señalado, decidió poner un muro que separara aquello que para él era feo y pretendía, según su propio pensar, restarle mérito a su avanzada y bella civilización.

Con el tiempo el bello, colorido y majestuoso Reino empezó a decaer… y aunque El Gran Hombre hizo más que lo posible para engrandecer sus jardines y multiplicar las especies, su territorio no prosperó…

Se crearon comités de todo tipo, grandes pensadores los conformaban, representantes de todas las especies y sociedades… reuniones largas, grandes discursos… todo era posible, nada era suficiente… el Reino decaía… los recursos no eran suficientes, la belleza ya no era bella… se agotaban las ideas.

Al otro lado…, del rincón escondido…un pequeña y colorida mariposa salió, todos notaron su presencia, tanta luz, tanto color, tanta belleza…

A oídos del Gran Hombre, la noticia llegó… “deambula por aquellos que fueron bellos y majestuosos jardines, una luz, que vuela e ilumina todo el lugar con sus destellos coloridos…”

Entonces, El Gran Hombre emitió un orden: “Cualquiera que esté cerca de la pequeña luz, traerla a mi Hogar, pues puede tener una respuesta”

Y así fue, a sus despacho fue llevada la pequeña luz, y ahí rodeado de todos los integrantes de los Comités, le ha preguntado: “Pequeña, ¿Por qué conservas tanta belleza?, ¿Qué podemos hacer nosotros para recuperar la belleza de nuestro reino”

A lo que pequeña respondió: “Querido Gran Hombre, mi belleza se conserva, porque aun cuando cubriste mis ocres valles, que alguna vez fueron verdes y coloridos, un rayo de luz allí entró, con el tiempo ese rayo

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