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Urdir de las cruces


Enviado por   •  25 de Septiembre de 2015  •  Ensayos  •  367 Palabras (2 Páginas)  •  202 Visitas

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Urdir las cruces

Iván Pérez Águila

E

ncontré a mi padre perdido con la mirada hacia la cruz que hace tiempo forjó con inusitada pasión, la contemplación era absorta y excluyente, tardó instantes en reconocer que me encontraba en la casa. –Ya llegaste hijo –articulaba pausadamente. –¿Qué haces con esa cruz? –Sólo la estaba limpiando, me encargó una señora una parecida a esta –me respondió sin desviar la mirada del objeto negro y hermoso.

Recuerdo que la cruz fue pedida para  los nueve días de su tía, así  acostumbran  obsequiar para las lápidas de algún difunto, pero por razones que desconozco jamás la entregó.

Pintada con un negro brillante la luz destella en las aristas,  reflejando su rostro tenuemente en la lámina en forma de pergamino. Él mismo martilló las forjas y las soldó en los cuadrantes de la cruz para emular una flor que nace desde su centro.

Mi padre se desempeñó desde joven en el oficio de soldador, pero al tiempo le fue preciso jubilarse, aunque sin tanto júbilo. Acorde a su carácter nunca deseo tener la vida pagada, la obediencia significaba en él,  asirse de una planta  y soportar el destino circunscrito en el pago de una pensión. Ahora, tiene que seguir trabajando, puesto que no se contrata a un obrero que rebase los cincuenta años  y aunque así fuera él ya no lo permitiría. Posee el taller de herrería, que en ocasiones especiales le encargan artículos de mera artesanía.

La vida de mi padre ha sido lacerada por el alcoholismo, hace dos noches se quejaba en su estupor etílico de un dolor proveniente del costado derecho que le impedía recostarse a dormir. Es un problema serio y le exijo que se atienda, pero la emotividad vacía ha logrado que eluda  las atenciones médicas, pese a que mi hermana es enfermera y miembros de la familia son médicos.

Hacía tiempo que nadie le encargaba una cruz, dudo que en esta ocasión decida vender a alguien extraño una pieza tan personal. Mientras termino esta semblanza,  Don Juan, como le dicen todos, no cesa por desviar la mirada ni de dudar si la cruz al fin terminará con su nombre.    

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