Veinte Poemas De Amor Y Una Canción Desesperada
vanesarivolta9 de Noviembre de 2011
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PABLO NERUDA
20 POEMAS DE AMOR
Y UNA CANCIÓN DESESPERADA
TRIGESIMAPRIMERA EDICIÓN
Con seis ilustraciones de RAÚL SOLDI
EDITORIAL LOSADA, S.A. BUENOS AIRES
Dos millones de ejemplares vendidos —cifra excepcional en cualquier idioma y muy probablemente única tratándose de poesía— han alcanzado los ”20 poemas de amor y una canción desesperada”. Festejando ese acontecimiento cultural la Editorial Losada reimprimió en 1972 los famosos poemas de Pablo Neruda en esta edición especial, que trae seis dibujos de Raúl Soldi y cuya pulcra presentación no es incompatible con una tirada de carácter masivo. En la Pequeña Historia, con que el poeta prologara en 1960 la edición conmemorativa del millón de ejemplares vendidos, puede leerse:
”Por obra del curioso destino, los 20 poemas continúan siendo un libro de aquellos que se aman. Por un milagro que no comprendo este libro atormentado ha mostrado el camino de la felicidad a muchos seres. ¿Qué otro destino espera el poeta para su obra?
Pablo Neruda -nacido en Parral, Chile, en 1904. galardonado en 1971 con el Premio Nobel de Literatura y muerto en Santiago en 1973 -es uno de los mayores poetas del idioma. Algunas de sus obras quizás hayan ejercido una influencia más duradera en la transformación del lenguaje poético —Residencia en la tierra por ejemplo—, otras tal vez despierten sensaciones más diversas y ricas —como el Canto general o el Memorial de Isla Negra—, otras es probable que se presten mejor a la polémica —sus Odas elementales o sus encendidos poemas politicos- pero de ellas la que ha logrado la mayor aceptación popular y el calor emocional más profundo son estos 20 poemas de amor y una canción desesperada que se publicaron por primera vez en 1924.
Edición expresamente autorizada para BIBLIOTECA CLÁSICA Y CONTEMPORÁNEA
Queda hecho el depósito que marca la ley 11.723
Marca y características registradas en la oficina de Patentes y Marcas de la Nación.
© Editorial Losada, S.A. Moreno 3362, Buenos Aires, 1944
ISBN 950-03-0019-2
Tapa e ilustraciones: RAÚL SOLDI
IMPRESO EN LA ARGENTINA
PRINTED IN ARGENTINA
Se terminó de imprimir el día 20 de mayo de 1985 en Talleres Gráficos Córdoba, Zelarrayán 1350, Buenos Aires.
La edición consta de trece mil ejemplares.
ORDEN DEL LIBRO
LOS VEINTE POEMAS
1. Cuerpo de mujer
2. En su llama mortal
3. Ah, vastedad de pinos
4. Es la mañana llena
5. Para que tú me oigas
6. Te recuerdo como eras
7. Inclinado en las tardes
8. Abeja blanca zumbas
9. Ebrio de trementina
10. Hemos perdido aun
11. Casi fuera del cielo
12. Para mi corazón
13. He ido marcando
14. Juegas todos los días
15. Me gustas cuando callas
16. En mi cielo al crepúsculo
17. Pensando, enredando sombras
18. Aquí te amo
19. Niña morena y ágil
20. Puedo escribir los versos
LA CANCIÓN DESESPERADA
LOS VEINTE POEMAS
1
Cuerpo de mujer; blancas colinas, muslos blancos,
te pareces al mundo en tu actitud de entrega.
Mi cuerpo de labriego salvaje te socava
y hace saltar el hijo del fondo de la tierra.
Fui solo como un túnel. De mí huían los pájaros
y en mí la noche entraba su invasión poderosa.
Para sobrevivirme te forjé como un arma,
como una flecha en mi arco, como una piedra en mi honda.
Pero cae la hora de la venganza, y te amo.
Cuerpo de piel, de musgo, de leche ávida y firme.
Ah los vasos del pecho! Ah los ojos de ausencia!
Ah las rosas del pubis! Ah tu voz lenta y triste!
Cuerpo de mujer mía, persistiré en tu gracia.
Mi sed, mi ansia sin límite, mi camino indeciso!
Oscuros cauces donde la sed eterna sigue,
y la fatiga sigue, y el dolor infinito.
2
En su llama mortal la luz te envuelve.
Absorta, pálida doliente, así situada
contra las viejas hélices del crepúsculo
que en torno a ti da vueltas.
Muda, mi amiga,
sola en lo solitario de esta hora de muertes
y llena de las vidas del fuego,
pura heredera del día destruido.
Del sol cae un racimo en tu vestido oscuro.
De la noche las grandes raíces
crecen de súbito desde tu alma,
y a lo exterior regresan las cosas en ti ocultas,
de modo que un pueblo pálido y azul
de ti recién nacido se alimenta.
Oh grandiosa y fecunda y magnética esclava
del círculo que en negro y dorado sucede:
erguida, trata y logra una creación tan viva
que sucumben sus flores, y llena es de tristeza.
3
Ah vastedad de pinos, rumor de olas quebrándose,
lento juego de luces, campana solitaria,
crepúsculo cayendo en tus ojos, muñeca,
caracola terrestre, en ti la tierra canta!
En ti los ríos cantan y mi alma en ellos huye
como tú lo desees y hacia donde tú quieras.
Márcame mi camino en tu arco de esperanza
y soltaré en delirio mi bandada de flechas.
En torno a mi estoy viendo tu cintura de niebla
y tu silencio acosa mis horas perseguidas,
y eres tú con tus brazos de piedra transparente
donde mis besos anclan y mi húmeda ansia anida.
Ah tu voz misteriosa que el amor tiñe y dobla
en el atardecer resonante y muriendo!
Así en horas profundas sobre los campos he visto
doblarse las espigas en la boca del viento.
4
Es la mañana llena de tempestad
en el corazón del verano.
Como pañuelos blancos de adiós viajan las nubes,
el viento las sacude con sus viajeras manos.
Innumerable corazón del viento
latiendo sobre nuestro silencio enamorado.
Zumbando entre los árboles, orquestal y divino,
como una lengua llena de guerras y de cantos.
Viento que lleva en rápido robo la hojarasca
y desvía las flechas latientes de los pájaros.
Viento que la derriba en ola sin espuma
y sustancia sin peso, y fuegos inclinados.
Se rompe y se sumerge su volumen de besos
combatido en la puerta del viento del verano.
5
Para que tú me oigas
mis palabras
se adelgazan a veces
como las huellas de las gaviotas en las playas.
Collar, cascabel ebrio
para tus manos suaves como las uvas.
Y las miro lejanas mis palabras.
Más que mías son tuyas.
Van trepando en mi viejo dolor como las yedras.
Ellas trepan así por las paredes húmedas.
Eres tú la culpable de este juego sangriento.
Ellas están huyendo de mi guarida oscura.
Todo lo llenas tú, todo lo llenas.
Antes que tú poblaron la soledad que ocupas,
y están acostumbradas más que tú a mi tristeza.
Ahora quiero que digan lo que quiero decirte
para que tú las oigas como quiero que me oigas.
El viento de la angustia aún las suele arrastrar.
Huracanes de sueños aún a veces las tumban.
Escuchas otras voces en mi voz dolorida.
Llanto de viejas bocas, sangre de viejas súplicas.
Ámame, compañera. No me abandones. Sígueme.
Sígueme, compañera, en esa ola de angustia.
Pero se van tiñendo con tu amor mis palabras.
Todo lo ocupas tú, todo lo ocupas.
Voy haciendo de todas un collar infinito
para tus blancas manos, suaves como las uvas.
6
Te recuerdo como eras en el último otoño.
Eras la boina gris y el corazón en calma.
En tus ojos peleaban las llamas del crepúsculo.
Y las hojas caían en el agua de tu alma.
Apegada a mis brazos como una enredadera,
las hojas recogían tu voz lenta y en calma.
Hoguera de estupor en que mi sed ardía.
Dulce jacinto azul torcido sobre mi alma.
Siento viajar tus ojos y es distante el otoño:
boina gris, voz de pájaro y corazón de casa
hacia donde emigraban mis profundos anhelos
y caían mis besos alegres como brasas.
Cielo desde un navío. Campo desde los cerros.
Tu recuerdo es de luz, de humo, de estanque en calma!
Más allá de tus ojos ardían los crepúsculos.
Hojas secas de otoño giraban en tu alma.
7
Inclinado en las tardes tiro mis tristes redes
a tus ojos oceánicos.
Allí se estira y arde en la más alta hoguera
mi soledad que da vueltas los brazos como un náufrago.
Hago rojas señales sobre tus ojos ausentes
que olean como el mar a la orilla de un faro.
sólo guardas tinieblas, hembra distante y mía,
de tu
...