Algo Va Mal
ivanto9328 de Abril de 2015
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Algo va mal*
TONY JUDT
Madrid, Taurus, 2010
por LEONARDO VIVAS**
* Título original: Ill Fares the Land, Londres, Penguin Books, 2010.
** Sociólogo UCV. Doctor en Desarrollo y Economía Internacional. Fundador de Venezuela Competitiva. Director del Programa Latinoamericano
del Carr Center de Derechos Humanos en la Escuela Kennedy de Gobierno en la Universidad de Harvard.
Correo-e: Leonardo_vivas@hks.harvard.edu
En Occidente la caída del imperio soviético pareció cerrar el intento de pensar el mundo en
profundidad, más allá de especialidades y convenciones académicas. La política y los ideales
que la sustentan han sufrido de esta vocación de vaciedad intelectual, en parte porque
ambos han sido esencialmente sustituidos por el mundo frío y necesariamente estilizado de
las políticas públicas. Contra esto insurge Tony Judt en Algo va mal (Ill Fares the Land). Digno
de la tradición de los panfletos de los siglos XVIII al XIX, en este breve pero sustancial libro
Judt logra algo pocas veces alcanzado por los pensadores de izquierda contemporáneos:
una propuesta general para la izquierda, sobre todo en torno a la economía y el papel del
Estado, tan decisivos en estos tiempos turbulentos.
El contenido de la vida
Comienza Judt con una crítica al modo de vida prevaleciente en las sociedades más avanzadas.
Aun sin ser inherente a la condición humana, hace referencia al predominio exacerbado
del materialismo, incluso en la vida colectiva. En el siglo XXI, a la par de la búsqueda
desenfrenada de riqueza que marca la pauta de la vida en sociedad y sus propósitos más
íntimos, hay un empobrecimiento colectivo: autopistas deterioradas, puentes que se caen,
escuelas públicas fracasadas, desempleo y un ejército de subpagados y subasegurados. Este
empobrecimiento se ha vuelto endémico. La relativa nivelación social desde fines del siglo XIX
hasta los años setenta del siglo pasado se ha revertido, especialmente en EE. UU., Inglaterra
e Irlanda y en menor grado en Europa, al menos antes de la crisis financiera.
Judt argumenta que la desigualdad y el empobrecimiento relativo son corrosivos: la
competencia por el estatus, el sentido de superioridad de los más ricos y el prejuicio contra
los más pobres pudren las sociedades por dentro, acentuando la criminalidad y otras patologías
sociales. Peor aún, prevalece la idea de que la desigualdad es una condición natural
C E N T R O D E E S T U D I O S D E L D E S A R R O L L O
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CUADERNOS DEL CENDES
AÑO 30. N° 82
TERCERA ÉPOCA
ENERO-ABRIL 2013
RESEÑA BIBLIOGRÁFICA
y que el crecimiento representa el único bálsamo para los problemas sociales. Precisamente
lo contrario ocurre en EE. UU. y otros países. Que EE. UU. tenga el mismo coeficiente Gini
(medida clásica de la desigualdad) que China no deja de ser escandaloso. Ni siquiera a Adam
Smith, uno de los economistas clásicos –plantea Judt– le pasó desapercibido este fenómeno.
Al contrario, fustigó la desigualdad como potencialmente destructiva de la economía moderna
de su tiempo y causa principal de la corrupción de lo que llamó los «sentimientos morales».
Contemporáneamente esta percepción de la inequidad como inevitable ha convertido la
seguridad social en EE. UU. y los planes para mejorarla en un estigma.
Si acaso hacía falta una demostración contundente, la minidepresión de 2008 mostró
que la desregulación y el abandono a la pura inercia del mercado son los peores enemigos
del capitalismo. Tarde o temprano este cae víctima de sus excesos y debe recurrir al Estado
para su rescate.
¿Por qué cuesta tanto
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