Aspectos antropológicos del libro “Pelo bueno Pelo malo: Estudio antropológico de los salones de belleza en la República Dominicana”

Aspectos antropológicos del libro “Pelo bueno Pelo malo: Estudio antropológico de los salones de belleza en la República Dominicana”

Por: Juan Miguel Morales         ID-1054370

Por su concepción, esta obra de Gerald Murray y Marina Ortiz retrata los aspectos culturales que envuelven el tipo de pelo que cada persona exhibe en la República Dominicana. Estos aspectos abarcan no sólo el impacto que tiene en las personas la exigencia social de tener el cabello liso, sino que también estudia la influencia que tienen los salones de belleza en la morfología urbana de las diferentes comunidades y el impacto económico de la microempresa más importante del país, que se compone de alrededor de 60,000 centros de servicio.

En lo que respecta a las exigencias sociales, las cuales tienen mayor incidencia en el género femenino, el catalogar el pelo crespo como ‘malo’ en una población predominantemente negra y mulata incide en el rechazo al mismo, que tiene como consecuencia la convicción de convertirlo y mantenerlo ‘bueno’, lo que debido al carácter efímero del efecto de los procesos estéticos, da como resultado una frecuencia sumamente alta de visitas al salón. Esta necesidad de mantener el pelo crespo disfrazado de liso responde a presiones de la sociedad de mantener una imagen estereotipada de la mujer, que tiene sus orígenes en poblaciones predominantemente blancas. En ellas el pelo liso equivale a belleza, mientras que el pelo crespo equivale a fealdad, desaliñe o descuido.

La frecuencia con que las mujeres dominicanas asisten a los salones, la cual oscila entre 1 y 3 veces por semana, dependiendo del nivel económico (algo impensable en otros países), es quizá la razón para la incidencia económica que tiene este negocio, que puede ser abordado desde dos agentes económicos: las familias y las empresas. Los salones como empresas particulares proveen una fuente de ingresos importantes para las familias dominicanas. Según los autores, se estima que el salón de belleza genera ingresos para uno de cada diez hogares del país, lo que también se debe a que como oficio, el trabajo de peluquera requiere poca o ninguna preparación académica. Por otra parte, como negocio, el salón de belleza es en extremo rentable, si se toma en cuenta su multiplicación en el territorio nacional en las últimas décadas.

Es precisamente la diseminación y proliferación de los salones de belleza lo que ha marcado su incidencia en el aspecto urbano. Teniendo en cuenta el total de salones en el país, queda claro que las zonas urbanas resulta imposible pasar dos cuadras sin avistar uno de éstos centros. Igualmente, las plazas comerciales están atestadas de salones, lo que podría sonar absurdo si se ignora que todos y cada uno de ellos tiene el potencial para ser rentables debido al gran mercado que representan. En fin, los salones son parte de la vida del dominicano y lo serán siendo mientras las parejas sentimentales, los empleadores y los círculos sociales lo continúen exigiendo.

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