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Biografía del actor Joseph Francis Keaton


Enviado por   •  2 de Abril de 2014  •  Biografías  •  1.921 Palabras (8 Páginas)  •  332 Visitas

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c) Buster Keaton

BIOGRAFIA

Director, actor y guionista de cine estadounidense, nacido en Pickway (Kansas) el 4 de octubre de 1895 y fallecido en Hollywood (California) el 1 de febrero de 1966.

Joseph Francis Keaton dio sus primeros pasos en la escena a la temprana edad de tres años, junto a sus padres formaba el grupo de vodevil "The three Keatons". Con ellos aprendió durante años a contener sus emociones y, sobre todo, a realizar las proezas acrobáticas que caracterizaron a su personaje cinematográfico. Tras una primera experiencia seria en el teatro, a los once años, con The little Lord Fauntleroy, firmó un contrato con el Winter Garden de Nueva York. Un año después, en 1917, conoció a un personaje que cambiaría su vida: Roscoe "Fatty" Arbuckle. A petición de Fatty, Buster visitó su estudio y participó en algunas escenas. Ya nunca dejaría los platós de cine. Abandonó el teatro con un sueldo de 250 dólares semanales para enrolarse en las películas de Fatty por tan sólo 40.

Trabajó hasta 1920 en los cortos de la estrella Fatty. Así fue moldeando su personaje de "cara de palo" y aprendiendo los rudimentos de la técnica de dirección. En ese mismo año, Keaton tuvo la oportunidad de rodar su primer corto como director. Arbuckle había aceptado una oferta de la Paramount y había dejado a su productor, Joseph M. Schenk, sin cómico estrella. Schenk vio en Keaton un valor seguro y decidió cederle el estudio de Fatty para que dirigiera sus propias actuaciones en historias inventadas por él mismo. Dirigió un buen número de cortometrajes hasta que en 1923 dio comienzo a su serie de películas de larga duración con Las tres edades, un largometraje sólo en su aspecto formal, ya que en realidad nos encontramos todavía ante tres cortos de dos rollos cada uno, unidos por un tema y unos protagonistas comunes. A Keaton, acostumbrado a contar historias de dos bobinas, le resultó más familiar así entrar en proyectos de más envergadura.

Tras rodar La ley de la hospitalidad, en la que el papel femenino corría a cargo de su mujer Natalie Talmadge, realizó su primera obra maestra, El moderno Sherlock Holmes. Aquí no sólo inventa acrobacias imposibles sino que maneja con sutileza algunos recursos muy originales en la dirección. Se puede decir que Keaton ya había desarrollado su personalidad cinematográfica y había creado un estilo propio, estilo que se apreciará en sus siguientes películas como El navegante, en el que la acción transcurre, casi enteramente, dentro de un gran barco de pasajeros vacío y a la deriva. Eso le daba la oportunidad de exprimir al máximo las posibilidades cómicas de una situación, como también hacía Harold Lloyd.

El escenario casi único se repetiría después con su obra definitiva, El maquinista de la General. En este caso, la acción transcurre a bordo de una locomotora, con la que atraviesa el frente en la Guerra de Secesión. Es ésta una película de persecución, cuya narrativa fílmica alterna algunos de los gags más recordados de todos los tiempos, con auténticos frescos de la guerra civil americana. Destaca una vez más la movilidad de la cámara, con larguísimos travelling de acompañamiento y una increíble variedad de encuadres en una misma secuencia. Tras El maquinista de la General, obra maestra no excesivamente valorada en la taquilla, no volvió a dirigir hasta Life in sometown, USA, que inauguró una serie de tres largometrajes en los que sólo participó como director.

A finales de los años veinte, Buster Keaton había derrochado creatividad como director, guionista y actor en más de treinta películas, entre cortos y largos, y había obtenido el reconocimiento del público, aunque nunca en la medida de Chaplin y Lloyd. Sin embargo, Keaton era un individualista que no se preocupaba por su fortuna, dejaba el aspecto financiero en manos de su cuñado, a la sazón productor de sus películas, Joseph M. Schenk. Éste manejó su carrera con poco acierto: llevó a Keaton hasta la Metro Goldwyn Mayer donde perdió completamente el control de sus películas. La última película que Buster Keaton consideró auténticamente suya fue El cameraman, que no dirigió pero sí produjo. Contaba en ella con la colaboración de su inseparable coguionista Clyde Bruckman. Todavía podía hablarse de un producto "típicamente Keaton" aunque el resultado no llegó a igualar a su película anterior, El héroe del río. En ésta, donde tampoco aparece como director en los créditos, Keaton desplegó su creatividad más espectacular. La famosa escena en la que le cae encima la fachada de una casa, pasando milagrosamente por el hueco de una ventana, demuestra que, por una carcajada, Keaton estaba dispuesto a todo.

La llegada del sonoro supuso para él, como para muchas otras estrellas del cine mudo, un replanteamiento de su trabajo. Pero al contrario que para otros, no fue la voz la que acabó con la estrella, sino el nuevo sistema de producción. Los gags de Keaton eran demasiado elaborados y se tardaba muchísimo en rodarlos; una industria en evolución no podía hacerse cargo de su elevado coste. Por otra parte, Louis B. Mayer e Irving Thalberg habían impuesto un férreo control de toda la producción de la MGM, lo que acababa con la necesaria independencia de Keaton. Éste podía contar con todo el departamento de guiones de la compañía, que agrupaba casi a 300 escritores, pero no contaba ya con las interminables jornadas de ensayos para la puesta en escena de sus chistes visuales.

Su declive como creador le llevó a participar en gran número de comedias con otros artistas como Jimmy Durante que, sin embargo, fueron éxitos de taquilla como El amante improvisado o Queremos cerveza. El deterioro de su matrimonio, unido a la paulatina separación de su productor y hombre de confianza Joseph M. Schenk, le llevó a una profunda crisis personal. El tratamiento psiquiátrico y el alcohol le mantuvieron apartado un tiempo de la actividad cinematográfica. Durante los años siguientes trabajó en Europa e intervino en gran número de cortometrajes. También fue el anónimo "gagman" de cómicos como Red Skelton y Danny Kaye. En los años cincuenta hizo apariciones estelares en filmes de la altura de El crepúsculo de los dioses, Candilejas y La vuelta al mundo en 80 días. En esta última, en un guiño a El maquinista de la General, interpretó al revisor de un ferrocarril de vapor en el Oeste americano.

El olvido en el que había caído su importantísima filmografía fue quebrado por el Oscar especial que recibió en 1959 por "su talento único con que encarnó comedias inmortales en la pantalla y por su contribución al arte cinematográfico". A partir de

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