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Consecuencias de la corrupción en el gobierno de Fujimori


Enviado por   •  5 de Diciembre de 2021  •  Apuntes  •  855 Palabras (4 Páginas)  •  401 Visitas

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Consecuencias de la corrupción en el gobierno de Fujimori

Dr. Weslyn Valverde Alva

La historia de América Latina se encuentra construida sobre sucesos prodigiosos que nos hermanan; sin embargo, también se cimentó sobre hechos funestos, como lo fue la instauración de las dictaduras. Uno de las más despóticas fue, sin lugar a dudas, el gobierno de Fujimori, caracterizado por un afán desmedido del poder a costa de una constante vulneración de los derechos y la dignidad del pueblo peruano. El legado de la dictadura en nuestro país estuvo signado por actos de corrupción comprobados y, que en la actualidad, aún son materia de investigación en fueron nacionales e internacionales. ¿Cuáles fueron las principales secuelas de este gobierno? ¿Cómo logró el control total en un país aparentemente democrático? ¿Cuáles fueron los estragos directos en el ciudadano peruano? En el presente texto, se abordarán las consecuencias de la corrupción en el gobierno de Fujimori.

El gobierno de Fujimori será recordado en el colectivo peruano por su aniquilación al Estado de Derecho. Como un estigma inmarcesible, se evocará a esta etapa como aquella en que la dignidad y autonomía se vio empañada por una sumisión absoluta al régimen dictatorial. Los mecanismos utilizados lograron que el poder judicial se erija como una marioneta conformada por jueces y fiscales, ansiosos todos por servir a la corrupción enquistada.  El poder legislativo, por otro lado, se convirtió también en un estamento manipulable con un objetivo claro: encubrir las operaciones ilícitas y delitos escandalosos a través del archivamiento de los casos en el congreso. Para consumar su poder absoluto, Fujimori buscó excluirse de organismos internacionales, responsables de velar por la democracia y el estado de Derecho, encontrando de manera acertada el rechazo de la oposición parlamentaria y la ciudadanía. Mención aparte merece otro de los efectos, también provocado por este gobierno, el cual estuvo asentado en la usurpación de funciones a los diferentes aparatos estatales a través de la anulación de los organismos pertinentes. Uno de ellos fue el Tribunal Constitucional, el cual fue desarticulado y reemplazado por comisiones ilegales cuando Fujimori encontró en este obstáculos para seguir perpetrándose en el poder. Similar fin tuvo el Consejo Nacional de la Magistratura, organismo al que el exdictador despojó de sus funciones más importantes para contrarrestar las denuncias de corrupción y del posible referéndum que se avecinaba. Todo esto degeneró en lo que lo expertos constitucionalistas denominaron un “sistema de corrupción organizado”, el cual había alcanzado, de manera lamentable, todos los niveles de la administración pública hacia finales de los noventa.

La corrupción en el gobierno fujimorista no afectó únicamente a nuestros sistemas estatales, su golpe más nefasto lo recibió una población empobrecida y violentada. Las secuelas económicas más evidentes fueron expresadas a través de un desempleo generalizado. Por otro lado, se alimentó una pobreza preocupante en nuestro país que, para el año de 1999, alcanzaba al 50% de la población peruana. Ello derivó en una baja calidad de vida del poblador, que en ese entonces, vivía en condiciones muy precarias y siendo víctima constante de una exclusión social impulsada por la corrupción. Sin embargo, fueron las violaciones a los derechos humanos los que más estragos causaron. Algunas de las más condenables, y que hasta la actualidad siguen siendo investigadas de manera infructuosa, fueron las desapariciones de miles de ciudadanos, en su mayoría provenientes de zona andina y selvática del Perú. Por otro lado, la cárcel también se convirtió en un método de amedrentamiento injusto, utilizado por el fujimorismo para convencer de su victoria sobre el terrorismo; el legado se tradujo en inocentes que cumplen condena sin siquiera haber sido juzgados o incluso encontrársele culpabilidad (cerca de 18 000 presos, de los casi 26000 que había a finales del gobierno fujimorista, se encontraban inculpados en ese entonces). Por último, todo esto se materializó en el ambiente de violencia que se respiraba en aquellos años, lo cual se dio en sus dos vertientes: la física y la psicológica. La primera, representada por un sistema dictatorial impuesto que buscaba gobernar con métodos de tortura y brutalidad, totalmente comprobado en la actualidad a pesar de los intentos de la partida oficialista por negarlo en su momento (recuérdese las declaraciones de Daniel Espichán). La segunda, la psicológica provocó que muchos de los peruanos de fines de los noventa desarrollen un pánico que anulaba su capacidad de respuesta a las injusticias vividas. Este miedo generalizado fue, unido a la incultura, la principal arma del fujimorismo.

Por lo expuesto, ¿representa el Fujimorismo una de las etapas más oscuras de nuestra historia republicana? La respuesta, aparentemente afirmativa, encontraría vigor en las ideas sustentadas en este escrito. Alberto Fujimori dio un golpe de muerte a nuestra ya alicaída democracia; la ruptura del Estado de Derecho solo era una premonición de la languidez de nuestro sistema. Sin embargo, fueron los efectos directos sobre la población peruana, los que más se analizan en la actualidad. Y es que los aparatos y organismos estatales se pueden regenerar; pero una población sumida en la miseria y en la desgracia  representa un óbice que se arrastrará por muchas generaciones, tal como lo evidenciamos aún en la actualidad.

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