DIA DEL MAESTRO

DIA DEL MAESTRO

Equipo de conducción, docentes, estudiantes. En el marco de esta celebración, en el contexto actual de que esta pasando nuestra profesión y los cambios que se están dando en la escuela pública, tenemos la necesidad de compartir una verdad con ustedes. De esas verdades que ni hace falta aclarar, esas que todo el mundo conoce. Pero acá va: los docentes somos seres humanos. Tenemos huesos, un hígado, un corazón, un cerebro, espina dorsal. Respiramos oxígeno, nos alimentamos, tenemos hijos, somos tíos, votamos a nuestros representantes. Somos seres humanos porque nos emocionamos, nos enamoramos, nos enojamos, nos gusta la música y bailar. Tenemos gustos e intereses muy diversos; a algunos nos gusta el mate, otros preferimos la cerveza, a otros nos gustan los tatuajes y otros somos de Huracán, y otros de Boca. En fin, somos tan seres humanos como cualquiera. Y como cualquier ser humano somos seres políticos, aunque esta idea no es compartida por todos los docentes, desde ya. Cosa que, todavía en estos tiempos en que se discute sobre reformas curriculares, sobre presupuesto, sobre paritarias, sobre la participación de los jóvenes, me resulta increíble pensar.
La política, digámoslo para ser bien claros, no es sólo hacer campaña por algún partido y elegir representantes. Política es tomar posición ante la realidad y saber qué lugar ocupamos en la sociedad y que lugar queremos ocupar, y saber también qué tipo sociedad queremos, por lo tanto, qué tipo de escuela queremos: si queremos que en nuestra escuela puedan entrar todos, o no.
Les voy a confesar qué escuela nos gusta a nosotros: nos gusta la escuela que no discrimina a nadie, la escuela en donde podemos escuchar a los alumnos que piensan distinto, entre ellos y sobre todo, distinto a sus docentes. Nos gusta la escuela donde podemos sentarnos y charlar sobre un tema cualquiera (la discriminación, las drogas, la homosexualidad, la violencia familiar) y también discutir sobre política. Me gusta que la escuela sea gratuita, que la financie el Estado y nadie más, que se pueda ingresar a ella por el sólo hecho de vivir en la Argentina, que los docentes ingresemos a ella porque tenemos los méritos suficientes para hacerlo. No nos gusta la escuela que elige a los chicos que pueden pagar una cuota, no nos gusta la escuela que elige a los maestros porque piensan parecido a los dueños de la escuela, no nos gusta la escuela que discrimina porque uno no cree en dios y otro sí.
Y nos gustan los profes que opinan, que no se callan si creen que su escuela, la escuela pública, esa escuela que hacen todos los días, se está cerrando arbitrariamente desde este o aquel gobierno. Vamos a ser más claros: la escuela no es de ningún gobierno de turno, la escuela es pública, es de los chicos, de los docentes y de las familias. 
Por último, queremos decir, y repetir, que los docentes hacemos política todos los días en la escuela: cuando decimos que la conquista española fue un genocidio contra nuestros pueblos originarios y no un encuentro pacífico de culturas, cuando preferimos que los niños aprendan a pensar qué es lo que hacen cuando dividen 23 por 8 en vez de enseñarles a llegar al resultado correcto como si fuesen calculadoras, cuando les leemos un poema de Federico García Lorca y les contamos que a este poeta lo mató una dictadura por pensar, querer y actuar distinto: hacemos política. Nos paramos frente a la realidad de una manera para compartirla y enseñar a interpretarla. Y, ojo, si hacemos lo contrario, si nos callamos por miedo al “qué dirán”, si enseñamos a pensar como calculadoras, si creemos que somos neutrales, también hacemos política. Mucho cuidado con esto, compañeros docentes.
Estas palabras, son dirigidas a todos los que, siendo conscientes de que hacemos política, defendemos la escuela pública todos los días. Los que la defendemos con nuestras voces, y también con nuestro cuerpo. Los que lucharon ayer, y los que luchan hoy. Queremos en nuestro día a docentes como Carlos Fuentealba, maestro neuquino, asesinado por la espalda cuando se encontraba defendiendo la escuela pública, y  a todos aquellos que empeñan su vida en pos de una educación pública mas inclusiva, justa e igualitaria. Finalmente estimados colegas y estudiantes, consideramos que el conocimiento es como la libertad,  este no se da,  sino se toma, se aleja tanto de los monopolios de la inteligencia como del trono explicador.  La igualdad no es el fin a conseguir, sino el punto de partida y el saber, en tanto emancipatorio, es esencialmente colectivo.

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