DIOSES EJIPCIOS
FLORENTINAMO20 de Agosto de 2013
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INTRODUCCIÓN
Cuando los egipcios salieron de los oscuros tiempos de la Prehistoria, ya
presentaban todas las características de la civilización. Sobre el mundo de
las creencias de los egipcios del Neolítico sólo se conoce muy poco. Los
supuestos ídolos y el tipo de los enterramientos señalan hacia un mismo
mundo de ideas religiosas que parece haber sido característico de todas las
culturas prehistóricas. La supremacía de los dioses es reconocida y deseada
por el clan. El cabecilla y, posteriormente, el rey asume el poder de
mediador entre los hombres y los dioses. Los ajuares funerarios introducen a
pensar que ya existía una creencia en otra vida después de la muerte.
El hombre en el Antiguo Egipto estaba rodeado de dioses. Su imagen del
mundo no se presentaba bajo la forma de ideas abstractas y carentes de
cuerpo sobre lugares distantes y tiempos inconcebibles, sino que era
representada como la actuación visible de figuras poderosas que se movían
sobre el escenario del teatro del mundo con un montaje sobredimensionado y
creado por ellos mismos, a saber, el propio cosmos. Todos encarnaban para
los egipcios, independientemente del papel que desempeñaran, el mundo real y
el estilo de vida igualmente auténtico. Incluso allí, donde el hombre
moderno supondría más bien caos y muerte, existe para el egipcio una
dinámica vital que está en conflicto activo y necesario con el mundo
deseable. Por doquier se ve, pues, movimiento y actuación, representados por
incontables dioses en el mundo perceptible para los sentidos y a la vez
visionario.
La multiplicidad de formas en el mundo egipcio de los dioses es la que
irrita y fascina a los hombres, tanto de entonces como actuales, y se
exterioriza en el campo de tensiones entre la homogeneidad formal y la
variabilidad múltiple. No en último lugar esta aquí presente la imagen bajo
la que aparecen los dioses, que pueden distanciarse en poco o completamente
de las formas humanas y adoptar apariencias copiadas de la fauna y de la
flora o también estar representada como atributos o símbolos. Dioses-hombre,
dioses-animal, dioses-planta -las formas naturales de los seres vivos se
mezclan y se elevan a la categoría de representación figurativa de fuerzas
perceptibles-, que están alrededor y fuera de lo puramente humano. Con ello
se convierten en portadoras de los aspectos de las funciones divinas bajo la
forma exterior elegida. Queda claro que es de validez fundamental que el ser
en sí de una divinidad se escapa a la percepción de los sentidos, por mucho
que sus formas de aparición existan en el mundo de lo real.
Las tres dimensiones han adquirido un nombre para tipificar la realidad
del mundo de los dioses en todos sus aspectos: cada dios se representa con
un nombre, bajo la forma de aparición en el transcurso del tiempo cósmico y
la representación de su imagen en el espacio dedicado al culto. Esta
manifestación bajo tres componentes no está, ni mucho menos en
contraposición con la unidad de idea de dios, sino que se caracteriza a un
significado universal que sobrepasa la capacidad humana de entendimiento. La
concepción de la
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