El Bulling

Desde hace varios años venimos escuchando hablar del bullying se dan charlas sobre el tema, se escribe mucho al respecto, se realizan investigaciones sobre las posibles causas y las consecuencias.

Lima . Habría que preguntarse si, de alguna forma, todos hemos contribuido a generarlo y de alguna manera nos hacemos responsables de lo que ocurre para empezar a tomar acción.

Años atrás ya existían las pandillas (adolescencia) ahora la violencia invade espacios de supuesto aprendizaje y a edades cada vez más tempranas. Vienen a mi preguntas como: ¿cuánto permitimos, en los espacios educativos, hablar sobre lo que nos pasa, sobre lo que sentimos, sobre aquello que nos duele, sobre lo que sucedió en casa con mamá o con papá.

¿Cuánto se habla en casa de lo que sucede en el colegio, de cómo se sienten nuestros hijos, si están a gusto o más bien hay cosas que molestan? ¿cuántas veces nos regalamos espacios para compartir, para ser familia, en vez de sólo realizar coordinaciones para que nuestros hijos tengan los resultados académicos que esperamos y los que además exigen los colegios?

¿Cuánto de las expectativas que les vamos colocando a nuestros niños y jóvenes resultan por tanto los principales medios de frustración para ellos, en donde no se sienten lo suficientemente adecuados para satisfacer lo que esperamos sus padres y lo que esperan ahora sus maestros?.

Analizando más a fondo el tema lo que viene sucediendo es que la violencia es el medio más común de expresión de lo que nos ocurre, de lo que sentimos y no puede ser expresado, o de lo que pensamos y no es admitido. Por tanto, no resulta nada extraño que exista aquello que nos sorprende (bullying).

No considero que buscando la causa es que podremos generar algún cambio, sino tomando acción sobre todo aquello que ha venido contribuyendo a que la violencia sea parte de nuestra vida. La vemos todos los días; encender un televisor por las mañanas resulta realmente deprimente.

Aquí algunas reflexiones y pedidos sobre nuestro rol como padres:

- Practiquemos la escucha en casa.

- Regalémonos tiempo para la diversión en familia.

- Fortalezcamos nuestros lazos abriendo la comunicación y creando un contexto de confianza.

- Veamos si nuestras expectativas son reales o lo que generan en nuestros hijos es sólo frustración.

- Preguntémonos qué resultados estamos esperando de nuestros hijos para “calificarlos” como “buenos”.

- Evitemos comparaciones con otros; esto no produce más que rivalidad y competencia permanente. Podríamos ganar todos si es que las comparaciones las

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