El Fetiche De La Constitucion
Marez9030 de Septiembre de 2012
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EL FETICHE DE LA CONSTITUCION
por José María Rosa
DEDICATORIA
Dedico este libro a la Juventud Argentina
Pongo como explicación del mismo estas palabras de Jauretche.
“Se ha falsificado la historia para que la inteligencia nacional estuviese en el Limbo, mientras operaban otras inteligencias al servicio de una política planificada, desde luego porque toda política implica un plan. Pero desde el Limbo no se puede pensar el futuro. Las naciones están en el mundo y no en el Limbo y desde el mundo – la realidad – construyen su destino. Pasado, presente y futuro son historia. La política de la historia falsificada tendió precisamente a cegarnos la visión de los fines históricos con fines ideológicos, de no dejarnos ver los nacionales para limitarnos a los que llamaron “institucionales”. De allí nuestros demócratas que no acatan a las mayorías, y nuestros liberales que reprimen la libertad. Se ha incorporado a nuestra educación el dogma de que la finalidad de la emancipación Argentina fue construir determinado régimen político, determinada forma institucional, y no ser lisa y escuetamente una nación donde la sustancia predomine sobre las formas. Seria demasiado grosero suprimir la nación, simplemente se le atan las manos haciendo de los instrumentos de su defensa, las redes que la aprisionan” (Política nacional y revisionismo histórico, 1959).
JOSÉ MARÍA ROSA
ÍNDICE
I. BASES.
Gobernar es poblar – El capital extranjero – Libre Navegación – Moral de “Bases” – Su trascendencia -
II. EL PROYECTO DE ALBERDI.
Segunda edición de Bases – El proyecto de constitución – Manuel García de Sena – Semillero de pleitos – De la trata de negros al fomento de la inmigración –
La constitución de California -
III. LA ALFAJORERIA DE MERENGO.
La comisión de negocios constitucionales - Hoy y aquí –
“Circuleros” y “Montoneros”
IV. LAS DIEZ NOCHES HISTÓRICAS.
De febrero a abril – Oposición de Zuviría - ¡Que dirán los pueblos! –
Unanimidad por mayoría – Las diez noches históricas – Velocidad constituyente
Omisiones graves – El 1º de mayo – Hijos y entenados –
Las naciones se crían en un solo día
V. LA CONSTITUCIÓN DE 1853
¿Para quién la constitución? – La gente decente –
La constitución que acabó en 1852 – La constitución importada –
El derecho Argentino – El país legal
VI. QUIEBRAS DE LA CONSTITUCIÓN.
“Ad – hoc” (1860) – La primera quiebra constitucional (1861)
La estabilidad constitucional (1862 -1930) – El sufragio después de Caseros –
Voto universal y obligatorio – Segunda quiebra, la revolución de 1930 –
La doctrina de los “gobiernos de facto” –
Sucesores “constitucionales”: el voto en blanco y la abstención –
El “fraude patriótico” – La neutralidad y el pueblo
Tercera quiebra, El ejército en el gobierno. Surge el coronel Perón
Juicio a la suprema corte – La constitución de 1949 –
La revolución de 1955: reestablecimiento de la constitución del 53
Otra convención constituyente – Gobiernos “constitucionales” y “de facto”
1. BASES
Gobernar es poblar
El 1º de mayo de 1852 Alberdi publicaba la primera edición de Bases y Puntos de Partida para la Organización de le República Argentina, Derivados de la Ley que Preside el Desarrollo de la Civilización y del Tratado Litoral de 1831. etc. El largo título acollaraba cinco imágenes que "aúllan al verse juntas” dice Groussac (1). La posteridad, que poco o nunca leyó el libro pero lo tendrá por uno de los monumentos de la gloria Argentina, lo ha condensado en la brevísima denominación Bases.
En contradicción con el historicismo de su Fragmento de 1837, Alberdi cree en Bases que debe dictarse una Constitución. Su gran afán había sido adelantarse un trecho al tiempo y adivinar hoy el pensamiento de mañana: por eso había sido rosista en 1837, mayo en 1838, riverista en 1939, según las posibilidades de cada posición; por eso en Chile había vuelto a estar contra Rosas cuando la intervención anglofranresa de 1845, y vuelto a alabarlo cuanto Inglaterra levantó el bloqueo en 1847. Sus convicciones ideológicas seguían la sístole y diástole de sus simpatías políticas: era romántico y no creía en la virtud de las constituciones escritas cuando Rosas se afirmaba; sin perjuicio de sentirse “clásico” si ocurría lo contrarío. Y ahora Rosas había caído en Caseros.
“Constitución” había sido la palabra - fuerza de los viejos unitarios en los años del Directorio y la Presidencia: la retomaron los neo federales en los tiempos que siguieron a la revolución de diciembre. Era una expresión atractiva con virtudes de magia: bastaría pronunciarla para que cesaran los males del país. Como Rosas no creyó en ella, la Constitución fue la gran bandera para luchar contra el tirano, y era de ley que cada vez que Rosas se enzarzaba en una guerra extranjera algún general se aliaba al enemigo con el patriótico propósito de dar una Constitución a los argentinos. Así lo hizo Lavalle apoyando a los franceses en 1838. Paz en apoyo de los ingleses en 1845, y acababa de hacerlo Urquiza al pasarse a los brasileños en 1851.
En 1852 Alberdi se ha vuelto a sentir constitucionalista sin dejar por eso de ser historicista: sigue creyendo que las instituciones no pueden plagiarse ni importarse, puesto que son “la manera de ser, de los pueblos”, y por lo tanto no era posible aclimatar en el pueblo argentino las leyes políticas del liberalismo anglosajón. Pero como tampoco es posible una Constitución que no fuera liberal anglosajona, el problema lo resuelve con la eliminación de los argentinos como factor eficiente en la nueva Argentina, y su reemplazo por anglosajones.
“Es utopía, es sueño, es paralogismo puro el pensar que nuestra raza hispano - americana, tal como salió formada de su tenebroso pasado colonial, pueda realizar hoy la república representativa... No son las leyes lo que precisamos cambiar: son los hombres, las cosas. Necesitamos cambiar nuestras gentes incapaces de libertad por otras gentes hábiles para ella” (2).
Había que hacer el cuerpo para el traje, y no el traje para el cuerpo; reemplazar a los argentinos por las “razas viriles" – los anglosajones – aptas para vivir un sistema constitucional anglosajón:
“Con tres millones de indígenas, cristianos y católicos, no realizaréis la República ciertamente. No la realizaréis tampoco con cuatro millones de españoles peninsulares porque el español puro es incapaz de realizarla allá o acá. Si hemos de componer nuestra población para el sistema de gobierno; si ha de sernos más posible hacer la población para el sistema proclamado, que el sistema para la población, es necesario fomentar en nuestro suelo la población anglosajona. Ella está identificada al vapor, al comercio, a la libertad, y nos será imposible radicar estas cosas entre nosotros sin la cooperación activa de esta raza de progreso y de civilización”. (3).
El raciocinio es convincente. No era con reformas superficiales como el argentino adquiriría "esa fiebre de actividad y de empresa que lo haga ser el yankee hispanoamericano" (4), no era mediante la educación que tendría "nuestra juventud los instintos mercantiles e industriales que deben distinguir al hombre de Sud América” (5). Se hacía necesario acabar con los hombres para afirmar la libertad. La libertad "liberal", que no la otra; libertad del extranjero para obrar sin trabas, autolimitación de la sociedad para no intervenir en el despotismo de los fuertes sobre los débiles. Libertad del individuo frente al Estado; no libertad del individuo frente el individuo. Libertad con predominio de pocos; no como igualdad de posibilidades para todos. Junto a esa libertad, el desprecio a la raza nativa incapaz de ser liberal de esa manera:
“La libertad es una máquina que como el vapor requiere maquinistas ingleses de origen. Sin la cooperación de esa raza es imposible aclimatar la libertad en parte alguna de la tierra” (6).
Racista, fuertemente racista, era el libro. Racismo a la inversa, que enaltecía a los de afuera en detrimento de la raza del escritor; que quería las prevalencia de lo foráneo sobre lo autóctono:
“Haced pasar el roto, el gaucho, el cholo, unidad elemental de muestras masas populares por todas las transformaciones del mejor sistema de educación: en cien años no haréis de él un obrero inglés que trabaja, consume, vive digna y confortablemente” (7).
No eliminaba al criollo por su poca instrucción. Nada de eso; el criollo instruido no valía un inglés analfabeto: no era un problema de educación sino de estirpe:
“En Chiloé y en el Paraguay saben leer todos los hombres del pueblo y, sin embargo, son incultos y selváticos al lado de un obrero inglés o francés que muchas veces no conoce ni la o” (8).
Se eliminaba al criollo por no ser extranjero; o mejor por ser extranjero a la nueva Argentina. La Patria de 1852 no estaría en el pueblo, ni en la historia; ya no sería, “la tierra y los muertos”: ahora exclusivamente la tierra, pero sin los muertos ni los vivos; la tierra usada por otros.
“La patria es la libertad, es el orden, la riqueza, la civilización, organizadas en el suelo.nativo bajo su enseña y su nombre” (9).
Empezaba una nueva Argentina sin argentinos; suelo habitado por “razas viriles” donde todo sería civilización. Gobernar es poblar exigía
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