El Papel Del Pedagogo
bpacheco12 de Diciembre de 2011
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El papel del pedagogo, ejerciendo la tarea inspectora, en la autoevaluación de los centros educativos
El inspector puede formar parte y ser colaborador importante en la evaluación que los protagonistas de un centro realizan. Dentro de los profesionales que pueden llevar a cabo la tarea de inspección, se encuentra el pedagogo, como pueden también serlo también otros profesionales: asesores de centros de apoyo, directores o profesores de otros centros expertos en procesos similares, e incluso especialistas de ámbitos diferentes, como la empresa privada o instituciones públicas que hayan hecho un recorrido por las prácticas de evaluación.
La participación en el proceso de evaluación interna de un centro puede ser para el inspector una tarea inesquivable si pretende, como se dice en sus funciones, colaborar en la mejora continua de la práctica docente y en la del funcionamiento de los centros.
Una vez que el centro inicia su autoevaluación, sea por iniciativa propia, sea como fruto de un plan institucional, necesita asesoramiento, y uno de sus referentes más claros para obtenerlo es el servicio de inspección, en este, entre la diversidad de profesionales que pueden llevar a cabo la tarea, se encuentra el pedagogo, mencionado con anterioridad.
Cuando se demanda esta colaboración, el profesorado espera que el inspector muestre una actitud de escucha, de crítica constructiva y reconozca las peculiares condiciones en las que se desenvuelve la docencia. El apoyo de inspección puede aportar el testimonio de otras experiencias que ofrezcan pistas de mejora y faciliten el proyecto que se está llevando a cabo en el centro. Del inspector se esperan consejos más que juicios, y una colaboración más que un control.
No obstante, el servicio de inspección conjuga el asesoramiento con el interés de que la evaluación se realice con criterios técnicos de eficacia para lograr los objetivos preestablecidos.
El inspector/pedagogo, además, por su conocimiento de varios centros y por su perspectiva más global, puede promover la coordinación entre distintos centros interesados: aportando otros modelos de planificación, y actuación; impulsando, de este modo, el intercambio de experiencias, participando en la creación de nuevas culturas de evaluación.
Por otro lado, dada su posición entre la realidad de los centros y las instancias más normativas, el servicio de inspección puede servir para equiparar la toma de datos con la toma de decisiones para una mejora. Esta pienso, que es la clave para relacionar una evaluación externa realizada por el cuerpo inspector con la evaluación interna (autoevaluación) que se pretende realizar.
No obstante, pienso que la figura del inspector en la autoevaluación del centro no es una posición fácil. Pienso que este debería regirse en torno a las dos funciones más importantes que: asesorar y participar en la metaevaluación.
Des del punto de vista del asesoramiento, no tiene sentido que la administración imponga un determinado modelo de autoevaluación. Así que el inspector debe estar abierto a participar con el centro en la cultura que este tiene infundada, para lo que necesita ser flexible y tener una cierta variedad de métodos y recursos, de cara a convertir el proceso de evaluación en una experiencia de aprendizaje mutuo. Su misión cuando el centro se evalúa no es imponer teorías ni modelos, sino colaborar en la práctica educativa.
Con referencia a la metaevluación, la labor de asesoramiento colaborativo debe equilibrarse con una vocación por evaluar el proceso de la evaluación que el centro se está aplicando. La voluntad de todos los participantes es que la evaluación se desarrolle con garantía de eficacia, eficiencia y satisfacción. De este modo la inspección es capaz de contribuir a una evaluación continua de la
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