El error y la ilusión

El error y la ilusión

Morín (1999). “Todo conocimiento conlleva el riesgo del error y de la ilusión”, es decir, el conocimiento que tenemos sobre el mundo que nos rodea no consiste precisamente en una copia fiel, en el reflejo de un espejo, sino màs bien e una reconstrucción cerebral que se forma a través de los estímulos que perciben nuestros reflejos. Sin embargo, a lo largo de la historia hemos sido testigos de que los sentidos o la percepción como tal, muchas veces pueden errar, como menciona Morín (1999) “Error e ilusión parasitan la mente humana desde la aparición del homo sapiens”.

A esto se le suma el error intelectual. Consiste en aquella reconstrucción cerebral (mejor conocida como pensamiento) que se traduce, en una palabra, idea o teoría que se expresa con el lenguaje, por lo que también puede llegar a equivocarse, ya que tanto la acción de interpretar como de traducir los pensamientos al lenguaje, representan un grado de error por la subjetividad con que se lleguen a tratar la visión o principios de cada individuo, Morín (1999) lo resume en “de ahí provienen los innumerables errores de concepción y de ideas que sobrevienen a pesar de nuestros controles racionales”.

Estas interpretaciones se ven influenciadas también en muchas ocasiones por nuestros miedos, deseos o perturbaciones mentales lo cual hace que el conocimiento sea todavía más propenso al error. Y podríamos decir que entonces debería de eliminarse la afectividad en el conocimiento; sin embargo, muchas veces es eso lo que nos impulsa nuestra curiosidad de querer saber, concluyendo Morín (1999) que “la afectividad puede asfixiar el conocimiento, pero también puede fortalecerle”, además, “de cierta manera la capacidad de emoción es indispensable para el establecimiento de comportamientos racionales”. Por tanto, la educación debe encargarse de identificar en su justo momento los errores, ilusiones y cegueras en el saber.

Tipos de error

Errores mentales: El sistema neuro-cerebral es el puente entre nuestro organismo y el mundo exterior para comprenderlo, sin embargo, sólo el 2% es de todo el conjunto, mientras el otro 98% le corresponde a todo el funcionamiento interno, sito donde se desarrollan sueños, ideas y fantasías que se pueden llegar a infiltrar en nuestra concepción del mundo exterior. Esto hace que exista un grado muy alto de error dentro de estas concepciones, además, la mente tiende a almacenar recuerdos concretos, ya que aquellos que nos producen rechazo o desagrado los elimina o distorsiona.

Errores intelectuales: Las ideologías, doctrinas, teorías, entre otras, protegen incluso errores e ilusiones, ya que estos forman parte de una lógica en nuestro sistema donde existe el rechazo o la resistencia a información que no conviene, adversa o que es difícil de integrar.

Los errores de la razón: La actividad que realiza el raciocinio se encarga de corregir y diferenciar entre lo imaginario y lo real, lo subjetivo y lo objetivo, por tanto, es la mejor manera de contraponerse al error y la ilusión; por un lado, la racionalidad se encarga de elaborar argumentos que sean compatibles con las ideas que componen la teoría, así como seguir la lógica y el orden. Sin embargo, existen dos grandes distinciones en este rubro: Morín (1999) menciona que “la verdadera racionalidad conoce los límites de la lógica, del determinismo, del mecanismo; sabe que la mente humana no podría ser omnisciente, que la realidad comporta misterio; ella negocia con lo irracionalizado, lo oscuro; no sólo es crítica, sino autocrítica”, es decir, se distingue la racionalidad por su capacidad de reconocer sus carencias. En cambio, la racionalización es como menciona Morín (1999) “aquella que se cree racional porque constituye un sistema lógico y perfecto basado en la deducción o la inducción, pero ella se funda sobre bases mutiladas o falsas, y

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