El neoinstitucionalismo
luisentornoMonografía21 de Noviembre de 2015
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INTRODUCCIÓN
El tema sobre la importancia de las instituciones es uno de los que tal vez ha suscitado mayor polémica dentro y fuera del campo de la política comparada pues, marca el desarrollo de esta área específica pertenece a la Ciencia Política (Nohlen, 1993). El redescubrimiento de las instituciones, ha abierto una agenda interesante de investigación en política y economía comparada.
“Autores como Katzeinstein, Spkocpol y Hall en la Sociología Histórica, North (1993) en la Historia Económica, March y Olsen (1998) y Powell y Di Maggio (1999) en Sociología de las Organizaciones, han planteado la necesidad de recuperar las instituciones como centro de análisis”(Romero, 1999: 8). Las preguntas que han tratado de dar respuesta a interrogantes pueden resumirse en las siguientes: ¿Por qué importan las instituciones?, ¿Son las instituciones susceptibles de diseño o, por el contrario, son producto de la evolución social?, ¿Qué intereses promueven las instituciones: de un grupo o de toda la sociedad? (Romero, 1999).
El nuevo institucionalismo nació precisamente del intento de explicar las diferencias que frente a retos comunes se presentaban en países distintos. Desde su nacimiento lo que se pretendía era comprender porque los actores demandaban cuestiones distintas en países diversos; y cuál es la interacción entre la acción política y los diferentes escenarios institucionales (Romero, 1999; Noogard, 1996).
El nuevo institucionalismo argumenta que los contextos institucionales – políticos, sociales, económicos – dentro de los que actúan los individuos influyen de manera importante sobre su comportamiento. Uno de sus objetivos, es analizar los procesos por los cuales las instituciones desarrollan sus características particulares, y describir las formas en que estas características influyen en el comportamiento de los miembros de la institución (Vergara, 1997).
Tomando en cuenta estos aspectos, el propósito de este trabajo es hacer una reflexión sobre el enfoque neoinstitucional desde una perspectiva política. Se inicia con una sección de antecedentes teóricos del tema y un planteamiento teórico general del mismo. Posteriormente, se revisan y analizan las ideas y planteamientos en torno a tres instituciones formalizadas, jurídicamente constituidas y convertidas en normas y patrones de conducta sociopolítica en América Latina: El Estado, el Presidencialismo y los Sistemas Electorales, para concluir con los alcances, limitaciones de la teoría neoinstitucional desde un punto de vista comparado y el neoinstitucionalismo en los procesos de integración latinoamericanos.
CAPITULO I
EL ENFOQUE DEL NEOINSTITUCIONALISMO LATINOAMERICANO.
1.1 ANTECEDENTES HISTORICOS:
En Europa, en el periodo posterior a los derrumbes de las democracias y en plena reestructuración democrática, los intelectuales políticos y constitucionalistas valoraron la importancia de las instituciones. El institucionalismo, afirmó el status de las instituciones como una variable independiente.
El desarrollo de la democracia como orden político, fue examinado como dependiente en su calidad institucional y en las reformas políticas existentes. Más tarde, a partir de la consolidación de las democracias en Europa Occidental y del reconocimiento de la pluralidad de las formas de gobierno, las instituciones se desplazaron del lugar privilegiado en el análisis político. Desde los años setenta, se tomaron en cuenta otros factores adicionales, como los fenómenos políticos pre-institucionales y las relaciones económicas y sociales, se reconoció que una misma variable podía cumplir un rol diverso en una u otra fase del desarrollo político, y se relegó al olvido el análisis de las instituciones políticas (Nohlen, 1993). Es así como se cumple el ciclo de los extremos, es decir, sobreestimación teórica hasta llegar a una subestimación y descuido casi total.
Al finalizar la década de los ochenta, se abren nuevos espacios para el estudio y evaluación de las instituciones políticas, lo que apuntó hacia factores institucionales en el nivel de la intermediación – arreglos corporativos, redes de políticas que vinculaban grupos económicos a la burocracia del Estado, estructuras de partidos – y el papel que estos jugaban en la definición de la constelación de incentivos y, restricciones que enfrentaban los actores políticos en diferentes contextos nacionales (Thelen y Steinmo, 1992).
Tomando en cuenta estos aspectos y valorando la creciente importancia que especialistas latinoamericanos, gobiernos, agencias y organismos multilaterales le han otorgado al papel de las instituciones en el desempeño económico a raíz de las nuevas tendencias liberales, donde señalan que para alcanzar un crecimiento económico más eficiente, estable y equitativo, no es suficiente aplicar reformas al mercado, tener buenos programas de inversión y financiamiento, diseñar políticas macroeconómicas adecuadas e invertir en capital humano y social, sino que es necesario contar con nuevas y más eficientes instituciones, para enfrentar los desafíos de los cambios estructurales, y encarar un entorno internacional más competitivo, planteando que las diferencias en el desempeño económico entre países pueden ser explicadas por el papel de las instituciones.
Surge el enfoque del Nuevo Institucionalismo, como punto de partida, donde el estudio de la política y la economía no se reduce a las instituciones pero estas son un factor influyente sobre la acción política. Al respecto, se señala que el centrarse en la Interacción entre la acción política y los diferentes escenarios institucionales es lo que hace nuevo a este enfoque, en comparación con el institucionalismo más formal y legalista que era dominante antes de la Segunda Guerra Mundial.
Partiendo de estos supuestos, este artículo se dedica a explorar los alcances y limitaciones del Nuevo Institucionalismo, revisando como aspectos y/o elementos fundamentales de análisis, el Estado, el Presidencialismo, y los Sistemas Electorales en América Latina desde una perspectiva sociopolítica, tomando algunos elementos de las distintas corrientes neoinstitucionales que son útiles para explicar los cambios y/o reformas en los distintos países latinoamericanos.
1.2 PLANTEAMIENTO TEÓRICO GENERAL
La proposición teórica del Nuevo Institucionalismo está basada en la idea de que las instituciones son pautas o normas de conducta en una sociedad, y son un elemento fundamental dentro de la misma, ya que ejercen un efecto directo e indirecto en el comportamiento de los individuos presentes en el sistema sociopolítico, es decir que la explicación de la política tiene como uno de sus factores el efecto de las instituciones sobre la sociedad.
March y Olsen (1989), plantean que ante varias acciones posibles en una situación determinada, el individuo tendera a realizar aquella institucional mente apropiada. En este sentido, los individuos ejecutarán en un momento dado acciones que las otras personas esperan de ellos en el ambiente donde se desenvuelven.
En base a dicho planteamiento, se argumenta que la conducta generada por una institución puede afectar el funcionamiento de otros aspectos del sistema político. Es en este punto, donde el sistema electoral, el presidencialismo y el Estado como instituciones, juegan un papel fundamental en la estructuración y funcionamiento del sistema político en general, ya que, las instituciones son hoy reconocidas como variables independientes con efectos específicos sobre diversos aspectos del sistema político (Shugart y Carey, 1992).
El Nuevo Institucionalismo es una concepción que posee el gran merito de salvaguardar la dualidad fundamental entre las personas y las instituciones (Prelot, 1992), proponiendo tres enfoques explicativos de esta relación: el neoinstitucionalismo económico, el sociológico y el político.
Las ideas expuestas por los distintos enfoques replantean el rol de las instituciones y colocan al individuo ante las mismas en un contexto histórico determinado, compartiendo entre si un piso común de acuerdos, que podrían resumirse en: 1) Un rechazo a los reduccionismos conductistas –las instituciones como simples epifenómenos de la sociedad– y economicistas –las instituciones como una realidad incómoda para los estrechos supuestos de la microeconomía–; 2) la convicción de que los arreglos institucionales –como sea que éstos se definan– cuentan en la explicación de la vida social, y 3) una definición inicial muy general de las instituciones como las reglas de juego de una sociedad (Romero, 1999).
Aunque no existe una definición unánimemente aceptada de instituciones, una de las más reconocidas y complejas es la de North, (1993: 13) quien define las instituciones como “las reglas del juego en una sociedad, más formalmente, son las limitaciones ideadas por el hombre que dan forma a la interacción humana. Por consiguiente, estructuran incentivos en el intercambio humano, sea político, social o económico”.
Tomando como base estos planteamientos, definimos a las instituciones como “las configuraciones legales, procedimientos, convenciones, normas y estructuras organizativas que dan forma a la interacción humana.
Las instituciones consisten en relaciones de autoridad que definen cual actividad es o no permisible y especifican a quienes se aplican y en que situaciones” (Noogard, 1996: 39). De este modo, las instituciones son patrones regularizados de interacción que son conocidos y aceptados regularmente (aunque no necesariamente aprobados normativamente) por agentes sociales dados, que en virtud de esas características esperan continuar interactuando de acuerdo a las reglas y normas incorporadas –formal o informalmente– en esos patrones.
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