Hombres y sombras

Christian Axel Serrano Pacheco 15/10/2021

HOMBRES Y SOMBRAS

Desprovistos de alas y de penacho, los caracteres mediocres son incapaces de volar hacia una cumbre, o de batirse contra un rebaño. Su vida es completa complicidad con la ajena; son hueste mercenaria del primer hombre firme que sepa uncirlos a su yugo. Atraviesan el mundo cuidando su sombra e ignorando su personalidad; no existen solos. Apuntalan todas las rutinas y prejuicios consolidados a través de siglos; siguen el camino de la menor resistencia, nadando a favor de toda corriente y variando con ella; crecen porque saben adaptarse a la hipocresía social. Son refractarios a todo gesto digno;

conquistan “honores’’ y alcanzan “dignidades’’, viven de los demás y para los demás; carecen de luz, de arrojo, de fuego, de emoción. Los caracteres excelentes ascienden a la propia dignidad nadando contra todas las corrientes rebajadoras. Frente a los otros se les reconoce de inmediato; su personalidad es toda brillo y artista. Han creado su vida y servido un ideal, perseverando en su ruta, sintiéndose dueños de sus acciones, templándose por grandes esfuerzos: seguros en sus principios, leales a sus afectos, fieles a su palabra. Pugnan contra los obstáculos y afrontan sus dificultades; son

respetuosos en la victoria y se dignifican en la derrota, como si para ellos la belleza estuviera en la lid y no en su resultado. Invariablemente ponen la mira alto y lejos; tras lo actual fugitivo divisan un ideal más respetable cuanto más distante; poseen el don de resistir a la rutina y pueden librarse de su tiranía niveladora; por ellos la humanidad vive y progresa. El hombre que piensa con su propia cabeza, y la sombra que refleja los pensamientos ajenos, parecen pertenecer a mundos distintos. Hombres y sombras: difieren como el cristal y la arcilla.

• José Ingenieros -

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