IMPUESTOS

LO QUE HACIENDA DEVOLVIO A LOS EMPRESARIOS

Los gobiernos prefieren imponer tributos indirectos (IVA.) con tarifas fijas que gravan el consumo de bienes y servicios (ventas) porque son más fáciles de recaudar y generan mayores niveles de recursos al fisco. Sin embargo atenta contra la equidad tributaria y la progresividad, pues es un impuesto regresivo ya que grava a los contribuyentes por igual, principalmente a los que consumen bienes y servicios básicos, complementarios y suntuarios.

En países donde existe una cultura tributaria y bajos niveles de evasión por parte de los contribuyentes, y donde su población tiene ingresos más altos se prefieren impuestos no progresivos que gravan al consumo de bienes y servicios, pero a su vez también actúan los impuestos con tarifa única que gravan al ingreso de los contribuyentes o mantienen en otros casos la progresividad del impuesto la renta.

En cambio, en países de bajos ingresos, donde existe niveles de evasión del orden del 30% y su población no cuenta con cultura tributaria dado que los contribuyentes no ven retribuciones sociales (servicios básicos, educación salud, etc.) por parte del gobierno. En estos países es preferible mantener sistemas tributarios progresivos en el impuesto a la renta pues se cree que tiende a disminuir la inequidad tributaria, es decir, que los ciudadanos que más ingresos perciban deberán pagar una mayor proporción del impuesto a la renta (tabla progresiva del impuesto a la renta).

El argumento de que el rico destina un mayor porcentaje de sus ingresos a su alimentación, comparado con el porcentaje destinado por el pobre, con el cual se pretende sustentar la progresividad del IVA, no se da en la realidad. No por lo menos en el caso de los alimentos.

Los individuos con altos ingresos destinan pocos porcentajes de éstos a su alimentación, dando prioridad a la adquisición de vehículos, al turismo, la vivienda, al vestuario, a gastos suntuarios, etc., mientras los que ganan el salario mínimo destinan cerca del 50% de sus ingresos para alimentarse. Por tanto, un IVA a los bienes básicos de la canasta familiar obviamente castigaría en mayor proporción el ingreso disponible de los más pobres afectando poco a los más ricos.

Por el contrario, los individuos con mayores niveles de ingresos tienden a destinar grandes porcentajes de éstos a solucionar sus problemas de transporte, entre otros, con la compra de automóviles propios. Esta tendencia es notoriamente menor en la medida en que disminuyen los ingresos de las personas. Así, el simplificar o preferir impuestos indirectos no progresivos con tarifas fijas, se estaría beneficiando abiertamente a aquellos contribuyentes que poseen una mayor capacidad de pago, en una clara muestra de inequidad.

Según la teoría económica un impuesto regresivo es aquel en el cual se capta un porcentaje menor en la medida que el ingreso aumenta, aumentando la diferencia de ingreso entre los ciudadanos.

Un ejemplo de éste es el IVA a los bienes básicos porque afecta en mayor proporción a los agentes con menores ingresos, violando los principios básicos de progresividad y de equidad que rigen el sistema tributario. Ello, dentro de un contexto en el cual, del lado de los ingresos, existen grandes falencias en su recaudo como una evasión elevada y un sinnúmero de exenciones.

Al gravar más a los de menos ingresos se torna en un impuesto regresivo y contradice la tendencia internacional. En muchos países industrializados se prefiere utilizar una estructura tributaria progresiva, por dos razones. En primer lugar, porque se considera que los impuestos progresivos son más equitativos (los más ricos tienen mayor capacidad de pago). En segundo lugar, la polarización riqueza-pobreza perjudica el bienestar y el desarrollo económico de una

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