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LA ENTOMOFAGIA COMO ALTERNATIVA CULINARIA Y FUENTE DE DESARROLLO ECONÓMICO

Fabián SánchezTrabajo18 de Febrero de 2018

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LA ENTOMOFAGIA COMO ALTERNATIVA CULINARIA Y FUENTE DE DESARROLLO ECONÓMICO

Hoy en día, existen aproximadamente 795 millones de personas en el mundo que no cuentan con acceso a los alimentos necesarios para cubrir sus requerimientos nutricionales y así llevar una vida sana, plena y satisfactoria. Evidentemente, esta situación se acentúa en los países en vía de desarrollo, donde el 12.9% de estas poblaciones sufre desnutrición.

Una posible solución al problema de la hambruna a nivel mundial es la entomofagia, es decir, la ingesta de insectos y arácnidos con propósitos nutricionales o culinarios. Aunque esta práctica ha estado y sigue estando muy presente en algunas culturas, sobre todo en regiones de Asia, África y América Latina, aunque en otras regiones y culturas esta práctica es muy poco común y, en otras, incluso se considera tabú.

Sin embargo, los insectos poseen un gran valor nutricional y, en las sociedades donde el consumo de insectos es una práctica común, se pueden emprender medidas y estrategias e invertir recursos para la implementación de la “domesticación” y crianza de insectos mediante la llamada microganadería entomológica, pues en la actualidad, la mayor parte de los insectos que se consumen se obtienen mediante la recolección silvestre, lo que podría constituir una plataforma para el desarrollo económico y los medios de vida de las comunidades, además de que los insectos como alternativas a los alimentos y a los piensos se consideran seguros para el consumo humano.

Aparte de todo esto, el impacto ambiental. Y las huellas ecológica e hídrica serían probablemente menor respecto a la ganadería convencional, pues la actividad pecuaria actualmente se percibe como una amenaza para el medio ambiente. Por ello es que, en los últimos años, las miras y el interés de las instituciones de investigación de la comunidad internacional, los medios de comunicación y parte de la industria alimentaria se han volcado sobre el consumo de insectos.

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La hambruna mundial

En términos absolutos, Asia es el continente con el mayor número de personas padeciendo hambre debido en parte que holgadamente es el continente con mayor número de habitantes. En tanto, en términos relativos, la región de África subsahariana es la que manifiesta la mayor prevalencia a nivel de porcentaje (una persona por cada cuatro). Además de la configuración económica de un determinado país, otro factor que influye en las estadísticas es la disparidad en el acceso a recursos y las menores oportunidades de desarrollo para la población femenina. Este fenómeno se intensifica sensiblemente en países en vías de desarrollo y actúa en detrimento de las mujeres, pues si las condiciones fuesen de igualdad para ambos sexos, la población mundial con hambre descendería hasta en 150 millones.

Ahora, abordemos las consecuencias negativas del hambre. En primer lugar, y la situación más perniciosa generada por el hambre, es la desnutrición. El hombre necesita de nutrientes que se obtienen de la degradación química de los alimentos para la obtención de la energía y los nutrientes necesarios para el correcto funcionamiento de la maquinaria celular, para la realización de todas las tareas metabólicas y las funciones biológicas de las células, para la síntesis de compuestos biológicos, para el correcto desarrollo y crecimiento de las estructuras del organismo, para el trabajo mecánico, el transporte de todas las substancias de importancia biológica y para el satisfactorio desempeño de las funciones fisiológicas de los órganos, tejidos y estructuras corporales (desde las contracciones del miocardio hasta la transmisión de los impulsos nerviosos). Es decir, para el mantenimiento de las funciones vitales. Por lo tanto, la nutrición, junto a la hidratación, es una necesidad fundamental, la nutrición es lo que nos permite mantener la vida y postergar la muerte.

La alimentación y la nutrición son dos procesos en estrecho vínculo. La alimentación es la manera en la que introducimos al cuerpo los alimentos que permitirán satisfacer las necesidades nutrimentales y energéticas de la persona, es una acción voluntaria y se puede decir que su esencia es mecánica. La nutrición implica la transformación de los alimentos a través de su degradación mediante el proceso de digestión y el desdoblamiento de las estructuras químicas en partículas más asimilables para el organismo, así como la absorción, asimilación, utilización, aprovechamiento de estas substancias nutrimentales y, en ultima instancia, la eliminación de las substancias de desecho derivadas de los procesos metabólicos y consideradas no necesarias para su funcionamiento normal o tóxicas, con el propósito de mantener el equilibrio homeostático.

La privación de alimentos de manera prolongada deviene en nutrición, pérdida de peso, enfermedades como la anemia debido a la deficiencia de hierro (anemia ferropénica), vitamina B9 (folato o ácido fólico/folacina; anemia megaloblástica o vitamina B12 (cobalaminas; anemia perniciosa), efectos en el desempeño físico, como debilidad, abulia e irritabilidad, disminución en el desempeño o agudeza mental y lucidez, como el aletargamiento y, en última instancia, la inanición o desnutrición extrema y la muerte. De hecho, la deficiencia nutricional es responsable de casi la mitad de los decesos infantiles (45%) en niños menores de 5 años (3.1 millones de muertes infantiles al año). En los niños, el hambre retrasa el crecimiento e impide el aprendizaje teniendo un impacto negativo en su educación que suele prolongarse por el resto de sus vidas.

¿Qué es la entomofagia?

Como vimos, se denomina entomofagia a la práctica de ingerir insectos y arácnidos tanto con fines culinarios como dietéticos. Etimológicamente, proviene del griego [ἔντομον], éntomon = insecto y la voz griega phagia, la cual significa "cualidad (-ia) de comer (phagein)”. Aunque estrictamente los arácnidos (como arañas y escorpiones) no son insectos sino una clase de artrópodos, por extensión su ingesta se considera parte de la entomofagia por sus beneficios alimentarios que pueden brindar. La entomofagia es parte del objeto de la etnoentomología, la cual estudia la percepción, la utilización y la relación del ser humano respecto a los insectos.

Según se estima, los insectos forman parte de la dieta tradicional de al menos 2 000 millones de personas en el mundo y se consumen más de 1 900 especies consideradas comestibles, aunque esta cantidad se encuentra en constante aumento conforme avanzan las investigaciones y estudios en este rubro. Esta práctica es más común en los continentes asiático y africano, así como en América Latina y Australia.

Atendiendo a los datos de los que se disponen, los insectos que más se consumen son los escarabajos (coleópteros) (31%), seguidos de las orugas (lepidópteros) (18%), las abejas, las avispas y las hormigas (14%). A continuación, los saltamontes, los grillos y las langostas (ortópteros) (13%), las cigarras, los fulgoromorfos y saltahojas, las chinches y las cochinillas (hemípteros) (10%), las termitas (isópteros) (3%), las libélulas (odonatos) (2%) y otros órdenes (5%).

¿Por qué consumir insectos?

Para empezar, se ha vuelto menester reevaluar lo que comemos y la manera en la que obtenemos los alimentos. Según estimaciones en cuestión demográfica, la población mundial en el año 2030 será de más de 9 000 millones de habitantes, aunado a los miles de millones de animales que se crían anualmente sobre todo con fines pecuarios y que actualmente suponen el 20% de la biomasa animal total terrestre.

Además de que el mundo tendrá que satisfacer las necesidades de alimento y agua de semejante población, actualmente existen ciertas situaciones que descartan la expansión de las superficies dedicadas a fines agrícolas y obligan a replantear la manera en la que se realiza la práctica ganadera. Por ejemplo, la ganadería intensiva y el sobrepastoreo afecta al ciclo del agua, la renovación de los recursos hídricos tanto superficiales como subterráneos (como las capas freáticas y demás mantos acuíferos), desencadena la erosión de los suelos, la desertificación, la degradación de la vegetación y la pérdida de diversidad de la flora, deteriora la fertilidad y estructura de los suelos, contribuye a la eutrofización (acumulación de residuos orgánicos en las franjas litorales y cuerpos lacustres, favoreciendo la proliferación de biomasa vegetal [algas] debido a la presencia excesiva de nutrientes), es la principal fuente terrestre de contaminación por fósforo y nitrógeno en el mar del sur de China, genera el 65% de la emisión total de óxido nitroso producto de la actividad humana, el cual posee 296 veces el potencial de calentamiento global del anhídrido carbónico, es responsable del 37% de todo el metano generado por causas antrópicas, el cual es 23 veces más perjudicial que el bióxido de carbono, pues se origina principalmente en el sistema digestivo de los rumiantes, genera también el 64% de amoniaco, lo que favorece al fenómeno de la lluvia ácida y, por último, el 30% de la superficie terrestre está destinada a la actividad pecuaria y ocupa el 33% de toda la superficie cultivable. Ergo, la necesidad de reevaluar los medios de obtención de los alimentos se vuelve imperativo.

Otra cuestión respecto a la reconsideración de los medios de alimentación, es la cantidad de comida desperdiciada. Cada día, se desperdicia más de la mitad de lo que se cosecha en el mundo y, según estimaciones de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), anualmente la producción de alimentos que al final se desperdician produce 2.2 millones de toneladas de gases de efecto invernadero, además de ocupar el 28% de la superficie agrícola del planeta.

Sin embargo, la cantidad de gases de efecto invernadero producidos por los insectos es probablemente muy menor a la del ganado convencional. Además de ser relativamente muy eficientes en la conversión de alimentos. Al ser exotérmicos, poiquilotermos o de “sangre fría”, los insectos no invierten energía en la termorregulación, por lo que su tasa de conversión carne-biomasa es considerable, pues, como media, los insectos pueden transformar 2 kg de alimento en 1 kg de biomasa, mientras que el ganado convencional requiere de 8 kg de alimento para producir un aumento en el peso corporal de 1kg. Los insectos pueden alimentarse de residuos biológicos, como lo son los de carácter alimenticio de origen antropogénico, abono y estiércol y, aún así, pueden transformar estos residuos en proteínas de alta calidad, que a su vez pueden emplearse como piensos. Dos razones de muchísimo peso más serían los hechos de que los insectos requieren de mucha menos agua que el ganado tradicional y dependen menos de la tierra.

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