LA VIDA ES BELLA Y EL JUEGO SIMBÓLICO

LA VIDA ES BELLA Y EL JUEGO SIMBÓLICO

El juego simbólico (propio del estado preoperacional: 2-6/7 años) es aquel que consiste en simular situaciones, objetos y personajes que no están presentes en el momento del juego.

Este juego es particularmente importante pues se refiere a la capacidad del pequeño/a para imitar situaciones de la vida real y ponerse en la piel de otras personas. Se trata de una actividad en la que el niño pasa continuamente de lo real a lo imaginario. A través de este juego el niño representa, de forma simbólica, los roles y las situaciones del mundo que le rodea.

A través de dicha actividad, el niño es capaz de comprender y asimilar el entorno que nos rodea. Así mismo, aprende y practica conocimientos sobre los roles establecidos en la sociedad adulta. También desarrolla el lenguaje (ya que mientras juegan verbalizan) y favorece la imaginación y creatividad.

El juego simbólico se podría relacionar con la película de La vida es bella.

Debido a la invasión nazi, Guido, su tío y Josué (hijo de Guido) son secuestrados para llevarlos a un campo de concentración en tren, ya que eran judíos. Dora (mujer de Guido) aunque no es judía insiste en ir al mismo sitio que ellos y nada más llegar son separados por sexos. Josué, que es un niño no sabe hacia donde se dirige ni sabe qué se realiza en dicho campo de concentración y su padre le hace creer que es su viaje de cumpleaños. Además le dice que es un concurso en el cual deben ganar puntos y el primero que consiga 1000, ganará un tanque militar. También le da instrucciones como que no puede llorar ni pedir comida y tampoco puede ver a su madre, ya que si esto ocurre puede perder puntos. El niño puede ganar puntos extra si se esconde de los guardias que vigilan el campo de concentración.

Vemos que se usa la fantasía para justificar la realidad, como sucede en el juego simbólico, donde se le atribuye un uso a los objetos que no es el real, por ejemplo el cono de un helado puede servir de micrófono para cantar.

Finalmente, Guido anima a su hijo para que éste no se rinda, a pesar de todos los tiroteos y muertes que se pronuncian en el campo de concentración. Guido muere fusilado y Josué (que había estado escondido durante toda la noche) sale del escondite al día siguiente. Los nazis abandonan el campo y aparece el tanque con los norteamericanos liberando el campo. Josué, contento porque ha ganado el concurso, sube al tanque y por el camino se encuentra a su querida madre y canta victoria.

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