La discriminación requiere de atención

El acto de Discriminar continua presentándose en nuestro día a día. Es una pena que las personas que se consideran a sí mismas como cultas -sólo por tener los medios económicos para salir fuera del país- sean las primeras a las que se les pueda reconocer como personas discriminativas en su entorno cotidiano.

En nuestra sociedad de todo el mundo, contrario a lo que se pide conforme a las modificaciones de las leyes y reglamentos, mismas que están acorde a las propuestas realizadas por instituciones internacionales que están creando documentos informativos sobre la serie de problemas que genera el discriminar, y sin embargo no se puede erradicar tal acto de la expresión humana, ¿habrá, acaso, un gen de la discriminación en el ADN Humano que predispone?

Es, verdaderamente decepcionante asistir a eventos de diversa índole y encontrarnos con situaciones en que la discriminación se presenta reiterada, pública y privadamente. ¿Hasta cuándo el ser humano realmente logrará traspasar el umbral de lo brutal e inconsciente para lograr una expresión humana más óptima y, quizá excelsa? La humanidad está perdiendo todo acto coherente; se levantan muros, hay oídos sordos, falta respeto, paciencia, solidaridad, prevención.

Nos preocupamos de las Grandes Guerras en el mundo, no somos capaces de ver que en la casa, en la escuela, en el trabajo, en la colonia y ciudad donde vivimos hay pequeñas guerras tan cruentas y destructivas con el verbo, tan brutales y avasalladoras como una bala o una bomba. Seguimos creyéndonos los grandes hijos de diós y no somos más que entidades de polvo y paja que bajo la primera tormenta nos deshacemos y nos mezclamos con la mierda más sucia que cualquier excremento de animal.

La Discriminación no le veo un final, cada vez creo que está en la sangre que nos corre por las venas, y cada vez me asombra que la guerra de género contra la mujer no nace, precisamente, del hombre; la discriminación contra la mujer nace de la propia mujer, de la mujer que se cree culta porque trae polvo de Estados Unidos de Norteamérica, la mujer que puede cruzar el Pacífico y pisar las playas de Cuba, la mujer que dice habla lenguas del viejo continente, y tristemente, decepcionantemente, no sabe hablar con la cordura de sus años, con la cordura que sus canas teñidas deberían de otorgarle. La discriminación nos lleva a yerros, a faltas, a olvidos, a negligencias, a presuposiciones sobre suponer quién es más y quién es menos. La discriminación es el más aberrante delito de una mujer contra de otra mujer, que igual que ella es portadora de vida; si la vida está latente en féminas que son capaces de los más ruines y crueles actos, ¿tenemos qué pensar y esperar a que sean portadoras de bien y belleza?.

La mujer que discrimina y atenta de toda forma a otra mujer es un ente para cuidarse, ¿qué podrá estar enseñando?

La discriminación

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