La dualidad del mexicano

La dualidad del mexicano

Jesús Andrés Ríos Anaya

“A pesar de tres terremotos importantes, a pesar de haber soportado
siete asedios, incluyendo uno por el ejército francés al mando de Bazaine,
a pesar, sobre todo, de cuatro siglos de existencia mexicana,
Oaxaca es todavía una ciudad majestuosa, llena de edificios imponentes.”

Aldous Huxley

No existe país que lleve con tanto orgullo el nombre de un Dios de sus antepasados, de la misma manera, como el mexicano no hay dos, amigo y enemigo, bienvenido en lo más lejano y deportado en lo más cercano; aclamado y criticado por su misma gente, llora de alegría y se queja con ironía; vive tan pegado a su cultura, pero siempre deja espacio para que otras se sienten en la mesa.

Vive respetando a sus mayores, come con toda su familia en la mesa, te saluda de beso y abrazo; se atreve a tratarte como amigo cuando te acaba de conocer, es cálido y amable pero también es intolerante y conservador; trabaja desde altas horas de la madrugada, no le gustan las excusas y mucho menos las injusticias; ama su país, pero acude al más cercano en busca de una vida mejor.  

A el mexicano no le importa de donde vengas, qué idioma hables o cómo te veas, ni mucho menos lo que opinas de su cultura; el mexicano vive para su familia le rinde tributo a los que se fueron de este mundo haciéndoles una fiesta; festeja a las niñas se convierten en señoritas. Vive una fiesta alegre porque está consciente de los peligros que lo rodean, le saca todo el jugo a la vida.

Ser mexicano no es solo el hecho de haber nacido en su tierra, los mexicanos tenemos sentimientos que nos unen como pueblo. Cantamos con propios y extraños las renombradas canciones de Jorge Negrete; idealizamos y conversamos en lo que debería mejorar el gobierno. Ser mexicano no es una sola cosa, es un conjunto de palabras, costumbres, tradiciones y más que nada a los mexicanos nos define nuestra gente.

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