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La hora del plumero


Enviado por   •  8 de Mayo de 2017  •  Ensayos  •  447 Palabras (2 Páginas)  •  123 Visitas

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La hora del plumero

Por Ernesto Vázquez

“Las urnas están bien guardadas”, aseveró el futuro presidente dictatorial Leopoldo Fortunato Galtieri en 1980, para desestimar rumores sobre la inminencia del cierre de la etapa procesista. La aseveración de Galtieri inspiró la siguiente réplica del futuro presidente constitucional Raúl Alfonsín: “Si, como dice Galtieri, las urnas están bien guardadas, pues que le vayan pasando el plumero, porque las llenaremos de votos”. Tres años después, las urnas dejaron de estar bien guardadas, les pasaron el plumero y se las llenó de votos, mayoritariamente favorables a las candidaturas presidenciales de Alfonsín y su rival peronista Italo Argentino Luder.

Treinta y cuatro años después de los emblemáticos comicios generales de 1983, es hora, en este 2017, de volver a pasar el plumero a las urnas y llenarlas de votos.

Empecé a ayudar a llenar urnas de votos en las elecciones presidenciales de 1989. En mis primeros 28 años de votante, he votado 33 veces. Acabo de cumplir 47 años. Según la ley argentina, aún tengo ante mí 23 años de voto obligatorio por ley. Y confieso que, desde 2015, año en que voté seis veces, siento que me gustaría tener ante mí menos años de voto obligatorio.

Durante el exigente año electoral de 2015, leí un libro recién publicado del ex canciller Dante Caputo, “El péndulo austral. La Argentina, entre el populismo y el establishment”. En dicha obra, Caputo confiesa haber desechado la posibilidad de embarcarse en una carrera político-partidaria, al percibir que admitir dicha posibilidad le habría obligado a convertirse en un mero cazador de votos, enemigo de una audacia presumiblemente “piantavotos”.

Desde 2015, esa falta de audacia de la política argentina me ha hecho sentirme menos orgulloso de mi condición de miembro de la primera generación de electores argentinos que ha podido votar regularmente tras medio siglo de golpismo, sin que sus legajos electorales fuesen enlodados por los pavorosos baches cronológicos entre constancias electorales que enlodaron los historiales comiciales de sus padres y abuelos.

La clase política argentina se ha autorrebajado a una condición semimercantil más recordatoria de los mercaderes del Templo de Jerusalén que del Jesús que expulsó a dichos mercaderes de la principal casa jerosolimitana de oración del primer siglo de la era cristiana. No es casual que se haya acuñado la expresión “marketing político”. Los actuales dirigentes políticos argentinos intentan vender sus candidaturas como fabricantes de embutidos que, publicidad mediante, intentan vender sus jamones. En 1980, la audacia política era encarnada por un Raúl Alfonsín que, durante una atroz dictadura, sugería a un futuro dictador que plumerease las urnas en previsión de futuros comicios. En 2017, la

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