Las consolaciones de la impopularidad.

El tema de la impopularidad en la época de Sócrates, es un tema vigente aún en nuestros días. Imaginar que la misma situación que vivió Sócrates frente a los atenienses que lo acosaban de difamador, es aún la misma situación que se vive y se repite actualmente en todos los segmentos de nuestra sociedad, no es difícil de hacer, puesto que uno de los rasgos más llamativos del ser humano es la facilidad de adaptarse a esquemas ideológicos ya hechos, movidos por un deseo de pertenecer a un núcleo y buscar aceptación, muchas de las veces producto de una mente irreflexiva y carente de juicio o de criterio personal.

Para ahondar más en la vida de Sócrates, se puede decir que el dedico su vida a buscar la verdad y romper falsas creencias a través de la razón. El era un inconformista, pero no con la intención de causar confusión entre los atenienses, ni por arrogancia o egolatría, su inconformidad era movido por el deseo de encontrar la verdad, cuestionar suposiciones y prejuicios. 

La intención de las acciones de Sócrates, mismas que lo llevaron a la muerte, era que todo mundo analizara sus creencias y pudieran tener la capacidad de discernir mediante la razón, ver más alla de los prejuicios y poder defender nuestras creencias, dándoles una base sólida de donde partir. 

En la actualidad el ser humano promedio se sigue guiando de la misma manera que en la época de Sócrates, siguiendo convenciones sociales que crean códigos para ser, hacer y pensar cualquier cosa, dotados de lo que se le llama :sentido común” que muchas veces pasa a ser simplemente común careciendo completamente de sentido. Me hacen recordar la frase de Joseph Goebbels “una mentira repetida adecuadamente mil veces se convierte en una verdad”, ya sea a una escala mayor como una menor, y muchas de las cuestiones y problemáticas en Atenas en ese entonces no dejan de serlo hoy, son incluso creadas como estrategias y formulas creadas para que sigamos dormidos y no nos cuestionemos nada.

Afortunadamente para todos nosotros, poseemos algo que Sócrates siempre defendió, que no importando estatus social o económico, todo mundo tenemos la capacidad de reflexionar sobre nuestras vidas, la capacidad de discernir y de pensar. 

Saber distinguirnos de la multitud, no de una forma egocentrista, si no como algo que eventualmente podría surgir de la única acción de razonar y definir mediante el pensamiento una opinión sólida con bases que fundamenten nuestras propias creencias.

Sócrates nos ha otorgado mediante su vida y obra la confianza para desafiar ideologías dominantes, creencias o tradiciones, la convicción  y la seguridad  para ser capaces de concebirnos como pioneros de nuevas ideas sin dejarnos intimidar.

Como comentario personal, creo yo que el embrollo intelectual resultado de siglos y siglos de razonamientos no va a terminar, y en última instancia, debemos recordar que nuestra mente es dual, vivimos para apoyar nuestro conocimiento no solo sobre la verdad, si no también sobre el error.

Hay algo que me ha hecho ruido respecto al pensamiento de Sócrates, y es en pensar que no toda opinión merece ser considerada, es verdad que para mantenerte firme en una convicción debamos estar consientes de que no todo comentario debe afectarnos en nuestras emociones haciendo que nos dobleguemos fácilmente ante las creencias de imponentes personajes que declaren argumentos con contundencia a pesar de no estar sustentados. Pero creo que es importante considerar todas las opiniones así  sean de personas con las que no somos afines y mantener una postura de apertura y respeto, no solo porque crea que la verdad yace en los lugares menos pensados, si no porque está dentro del comportamiento humano traducir y entender información desde posturas inflexibles que nos han llevado a la violencia y la guerra, todo por defender una verdad, que vista desde los dos ángulos resulta casi imposible sostenerlas únicamente desde una mente racional. 

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