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Nutricion


Enviado por   •  7 de Octubre de 2013  •  339 Palabras (2 Páginas)  •  279 Visitas

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ndo tienen la venganza en su mano y estamos bajo su dominio, es

conmoverlos por sumisión a conmiseración y piedad; a veces la bravura, resolución y

firmeza, medios en todo contrarios, sirvieron para el logro del mismo fin.

Eduardo, príncipe de Gales, el que durante tanto tiempo gobernó nuestra Guiena,

personaje cuya condición y fortuna tienen tantas partes de grandeza, habiendo sido

duramente ofendido por los lemosines y apoderádose luego de su ciudad por medio de

las armas, no le detuvieron en su empresa los gritos del pueblo, mujeres y niños,

entregados a la carnicería, que le pedían favor arrojándose a sus pies, y su cólera fue

implacable hasta el momento en que, penetrando más adentro en la ciudad, vio tres

franceses nobles que con un valor heroico querían contrarrestar los esfuerzos de los

vencedores. La consideración y respeto de virtud tan noble detuvo primeramente su

cólera, y merced a los tres caballeros comenzó a mirar misericordiosamente a todos los

demás moradores de la ciudad.

Scanderberg, príncipe del Epiro, que seguía a uno de sus soldados para matarlo,

habiendo la víctima intentado apaciguar la cólera del soberano con toda suerte de

humillaciones y de súplicas, resolvió de pronto hacerle frente con la espada en la mano;

tal resolución detuvo la furia de su dueño, quien habiéndole visto tomar determinación

tan digna le concedió su gracia. Este ejemplo podrá ser interpretado de distinto modo

por aquellos que no tengan noticia de la prodigiosa fuerza y valentía de este príncipe.

El emperador Conrado III, que tenía cercado a Guelfo, -2- duque de Baviera, no

quiso condescender a condiciones más suaves por más satisfacciones cobardes y viles

que se le ofrecieron, que consentir solamente en que las damas nobles sitiadas que

acompañaban al duque, salieran a pie con su honor salvo y con lo que pudieran llevar

consigo. Estas, que tenían un corazón magnánimo quisieron echar sobre sus hombros a

sus maridos, a sus hijos y al duque mismo; el emperador experimentó placer tanto de tal

valentía

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