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Que Es El Capitalismo Por Ayn Rand ( 1965 )


Enviado por   •  13 de Abril de 2013  •  8.245 Palabras (33 Páginas)  •  468 Visitas

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Extracto de un estudio publicado en THE OBJETIVIST NEWSLETTER en noviembre y diciembre de 1965.

La desintegración de la filosofía en el siglo XIX, y su colapso en el XX, produjeron un proceso semejante, aunque más lento y menos visible, en el desarrollo de la ciencia moderna.

La mejor prueba de esto puede verse en algunas ciencias relativamente jóvenes, como la psicología y la economía política. En la psicología podemos observar el intento de estudiar la conducta humana sin hacer una referencia al hecho de que el hombre es un ser consciente. En economía podemos observar el intento de estudiar y formular sistemas sociales sin hacer referencia al hombre.

Los economistas incluyendo a los partidarios del capitalismo definen su ciencia como el estudio de la dirección o la gerencia o la organización o la manipulación de los «recursos» de una «comunidad» o de una nación. No se define la naturaleza de estos «recursos»; se da por establecida su propiedad comunal y se entiende que el propósito de la economía política consiste en estudiar cómo utilizar estos recursos para el «bien común».

El hecho de que el principal «recurso» de que se está queriendo disponer es el hombre mismo, que es una entidad de naturaleza específica con capacidades y necesidades, recibe, si acaso, la más superficial atención. Se considera al hombre simplemente como uno de los factores de la producción, al igual que la tierra, los bosques o las minas, y hasta como uno de los factores menos importantes, puesto que se dedica mayor atención a la influencia y a la calidad de estos recursos del que se concede a la función o a la calidad del hombre.

La economía política es, en efecto, una ciencia que arranca a medio camino. Observa que los hombres producen y trafican, y da por supuesto que siempre lo han hecho, dado que no requiere mayores consideraciones y se entrega al estudio del problema de cómo descubrir el mejor modo de que la comunidad disponga del esfuerzo humano.

Hay varias razones para esta consideración tribal del hombre. Una es la moral del altruismo; otra, es el predominio creciente del estatismo político entre los intelectuales del siglo XIX. Psicológicamente, la principal razón ha sido la dicotomía alma-cuerpo, que ha penetrado y saturado la cultura europea. La producción de bienes materiales fue considerada como una tarea degradante de orden inferior, impropia del hombre de intelecto, una tarea asignada a los esclavos o a los siervos desde el principio de la historia. La institución de la esclavitud duró, en una u otra forma, hasta bien entrado el siglo XIX, y sólo fue abolida políticamente por el advenimiento del capitalismo; fue abolida política, pero no intelectualmente.

El concepto del hombre como individuo libre e independiente ha sido totalmente extraño a la cultura de Europa, que desde sus raíces ha sido una cultura tribal. En el pensamiento europeo, la tribu ha sido la entidad única, y el hombre sólo una de sus células intercambiables. Y eso comprende lo mismo a los amos que a los siervos. Los amos han tenido sus privilegios sólo en virtud de los servicios que han prestado a la tribu, servicios considerados como de noble categoría: la fuerza armada y la defensa militar. Pero el noble, al igual que el siervo, fue sólo un mueble al servicio de la tribu: su vida y su propiedad pertenecían al rey. Debe recordarse que la institución de la propiedad privada, en el cabal y legal significado del término, nació sólo con el capitalismo, en las edades precapitalistas, la propiedad privada existía de facto, pero no de dejure; esto es, existía por costumbre y concesión y no por derecho ni por ley. En derecho y en principio toda la propiedad pertenecía al jefe de la tribu, el rey, y era tenida sólo por permiso y concesión del rey, quien podía revocarlas a su gusto en cualquier momento. (El rey podía expropiar, y de hecho expropió muchas veces, las propiedades de las nobles recalcitrantes, a través de todo el curso de la historia de Europa).

La filosofía americana de los derechos del hombre no ha sido nunca cabalmente captada por los intelectuales europeos. La idea de emancipación predominante en Europa ha consistido en el cambio del concepto del hombre como esclavo del Estado absoluto encarnado en el rey, al concepto del hombre como esclavo del Estado absoluto encarnado en el pueblo; es decir, en cambiar del estado de esclavitud respecto al jefe de la tribu, al estado de esclavitud respecto a la tribu. Una perspectiva no tribal de la existencia no podía haber penetrado en mentalidades que consideraban un timbre de nobleza el privilegio de gobernar por la fuerza física a los productores de bienes materiales.

Por esto, los pensadores europeos no se dieron cuenta del hecho de que, durante el siglo XIX, los galeotes habían sido reemplazados por los inventores de barcos de vapor y los herreros de aldea por los propietarios de altos hornos, y siguieron pensando en términos que resultan contradictorios entre sí, como los de «esclavitud del salario» o «el egoísmo antisocial de los industriales, que toman tanto de la sociedad sin dar nada en cambio», todo esto descansando sobre el axioma indiscutido de que la riqueza es un anónimo producto tribal. Semejante noción ha permanecido indisputada hasta hoy, y representa la premisa implícita y la base de la economía política contemporánea.

Este principio es compartido lo mismo por los enemigos que por los campeones del capitalismo, proporcionando a los primeros una cierta congruencia interna y desarmando a los últimos con una sutil pero aniquiladora aura de hipocresía moral, como lo prueban los intentos de éstos de justificar el capitalismo sobre la base del «bien común» o del «servicio al consumidor» o de «la mejor colocación de los recursos». (¿Los recursos de quién?).

Para que el capitalismo pueda ser entendido, es preciso denunciar e invalidar este principio tribal.

La humanidad no es una entidad, ni un organismo ni un agregado coralino. La entidad que interviene en la producción y en el comercio es el hombre, Y es con el estudio del hombre (y no con el de ese impreciso agregado llamado «comunidad») con lo que toda ciencia humanística tiene que empezar. Esta cuestión representa una de las diferencias epistemológicas entre las ciencias humanísticas y las ciencias físicas, y una de las causas del bien ganado complejo de inferioridad de aquéllas frente a éstas. Una ciencia física no se permitiría (al menos, no se ha permitido) ignorar o pasar por alto la naturaleza de su objeto. Semejante intento significaría algo así como una ciencia de la astronomía que contemplara el firmamento, pero se rehusara

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