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corso1027 de Noviembre de 2014
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Ya que sostengo que sólo vale la pena trabajar por un conocimiento
mediado por la experiencia […], debo concluir que toda etnografía
se vincula con la autobiografía.
Johannes Fabian
Cuando entre por primera vez en los procesos educativos cotidianos ya fuera de una escuela de educación preescolar, de una de educación primaria o de una de educación secundaria, no imaginaba siquiera que fuera el comienzo de una longeva inquietud por tratar de comprender, interpretar e incidir en los acontecimientos, hechos y sucesos que se suscitan y se viven al interior de cada centro escolar, surgiendo así, preguntas complejas y en ocasiones, respuestas extrañas y en otros momentos originales y nuevas.
En el transcurso he ido construyendo una cierta forma de mirar y observar lo que sucede, como diría Elsie Rockwell (2009): cierta manera de mirar lo que sucede en los pequeños –pero enormes- mundos que se encuentran en, y alrededor de, los espacios educativos. La búsqueda de maneras de articular <<fenómenos>> de distintas escalas espaciotemporales y de establecer nexos entre procesos sociales y prácticas culturales me condujo a la antropología histórica. O como plantea Niklas Luhmann, refiriéndose a Heinz von Foerster: no se puede ver que no se puede ver. Si seguimos leyendo, nos enteramos ocasionalmente de algo a cerca de una mancha ciega como condición de posibilidad de ver y nos sentimos invitados a realizar un experimento que por lo menos nos permite saber (aunque no ver) que no se ve lo que no se ve… El valor del descubrimiento de esta comprobación resulta incomprensible si nos aferramos a la unidad de un sujeto cognoscente al que se enfrenta un objeto que el sujeto ve o no ve, que puede ver o puede no ver. Entonces la comprobación sólo excluye la contradicción de que el sujeto ve lo que no ve, y así se trivializa el postulado.
Así, debemos llegar a destacar ante todo la valoración epistemológica de la latencia. La observación de las latencias de los observadores deja de tener sólo la función de descubrir errores. Ni siquiera tiene la misión social o psicoterapéutica de la crítica ideológica, de la revelación, de la desobstrucción o de la derivación de los atascamientos a formas menos dolorosas… De esta forma surgen nuevas cuestiones. Dos de ellas, podrían formularse como sigue:
1) ¿El conocimiento en el sentido de construcción se basa en que sólo funciona porque el sistema cognoscente está cerrado operativamente con el mundo circundante; y porque por esa razón, para todo lo que construye depende de la propia distinción entre autorreferencia y referencia externa?
2) ¿Se puede (o se debe) suponer la formación de “valores propios” en el ámbito latente; es decir, para la observación de primer orden en la distinción intangible y por eso establece y por eso establece en que se basa toda indicación de objetos; y en el ámbito de la observación de segundo orden en aquellas formas que se acreditan cuando un sistema se ubica en una observación continua de la que no puede ser observado?
Estos cuestionamientos y puntos de vista, nos sirven de basamento para reflexionar sobre el sentido ontológico, epistemológico y metodológico de la etnografía como una alternativa emergente en el trabajo de la investigación en educación, evidentemente, con el enfoque cualitativo, y el paradigma que el propio problema, objeto de investigación o campo problemático y/o unidad de análisis que la realidad concreta lo exija.
El propósito del presente taller es, el que los participantes reflexionen, analicen, organicen, sistematicen y construyan una visión racional sobre la etnografía, que vaya más allá del academicismo ramplón y simplista y del reduccionismo metodológico de la investigación cualitativa en la educación; sino que, más bien, se constituya en el eje trasversal
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