Teatro Norteamericano

En las obras anteriores a 1945 dominan las preocupaciones filosóficas (relaciones entre el hombre y Dios, conciencia moral), mientras que después de la guerra los dramaturgos reflejan más la realidad social y acusan el influjo del cine. Estos son los más destacados dramaturgos estadounidenses del siglo XX.

Eugene O'Neill (1888-1953) es el gran renovador de la escena norteamericana, el que lleva a cabo en sus piezas los nuevos recursos europeos. El influjo naturalista se aprecia en El emperador Jones, El mono velludo y el violento drama rural Deseo bajo los olmos.

En obras posteriores recurre al simbolismo y a los juegos escénicos, como en el El gran dios Brown, pieza expresionista y pirandelliana en su juego de máscaras, y en Extraño interludio, cuyos personajes alternan lo que dicen y lo que piensan. También es autor de A Electra le sienta bien el luto, recreación de la tragedia clásica en los Estados Unidos del siglo XIX, y de Largo viaje hacia la noche, inspirada en un tema de su propia familia. O'Neill fue galardonado con el premio Nobel en 1936.

Tennessee Williams (1911-1983) refleja la mentalidad rural sureña a través de personajes frustrados, marginales y de clases bajas. A menudo padecen alguna patología que simboliza su fragilidad, como en El zoo de cristal y Un tranvía llamado deseo.

Su tema fundamental es la falta de comunicación entre los seres humanos, que produce incomprensión y desenlaces trágicos (La gata sobre el tejado de zinc caliente). Otros temas frecuentes son la sexualidad, la locura, la familia y la violencia. Williams es autor, además, de obras como Dulce pájaro de juventud y La noche de la iguana.

Arthur Miller (1915-2005) es el dramaturgo de las clases medias de los grandes ambientes urbanos estadounidenses, donde el individuo es vencido por fuerzas que le sobrepasan. Su obra más famosa, La muerte de un viajante, refleja la cara oscura de la obsesión por el triunfo del «sueño americano», en la que los personajes como Willy Loman, su protagonista, que no consiguen cierto prestigio social se sienten fracasados, y sus vidas, desperdiciadas. Las brujas de Salem simboliza críticamente la represión ideológica -a la que el propio Miller estuvo sometido- a través de una historia de intolerancia ambientada en el siglo XVIII. Panorama desde el puente es la trágica historia de un inmigrante. Miller escribió también guiones radiofónicos y cinematográficos.

Thornton Wilder (1897-1975) representa el teatro de fuerte crítica social que tuvo lugar durante los años treinta, con obras como Nuestra ciudad, descripción de la vida corriente de un pueblo sin apenas acción.

James Baldwin (1924-1987) defiende en sus obras los derechos de la población negra (Blues para Mr. Charlie).

Edward Albee (1928), autor de la conocida obra ¿Quién teme a Virginia Woolf?, es exponente de una escritura dramática

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