Trata De Blancas
vanegalhy2 de Octubre de 2011
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LA SERVIDUMBRE SEXUAL
por Horacio Velmont
CAPÍTULO I
UN NEGOCIO FUNDADO EN LA DEGRADACIÓN DEL SER HUMANO
Queremos destacar desde el comienzo que no es nuestra intención dedicarnos a relatar solamente acerca de la manera en que actúan aquellos que se dedican a la trata de blancas o trata de personas, sino, fundamentalmente, qué hacer con las víctimas que por una razón o por otra han escapado del infierno a las que habían estado sometidas.
La primera pregunta que habría que responder sobre este tema es respecto a por qué existe este negocio tan repugnante, que de solo pensarlo revuelve los intestinos.
Que revuelve los intestinos, claro está, de las personas que consideramos como una de las cosas más importantes de la vida el respeto por el semejante.
Naturalmente que la primera respuesta es que este tráfico inmundo existe porque existen consumidores. Sin consumidores no hay negocio.
Sentado esto, la otra cuestión a considerar es obviamente la monetaria. Hablando de la prostitución infantil, una niña, por ejemplo, dependiendo de su juventud y belleza, puede reportarle al proxeneta alrededor de 13.000 dólares por mes, o algo así como 130.000 dólares anuales.
En promedio, un proxeneta regenta a 7 ú 8 chicas, las cuales les proveen, si las matemáticas no fallan, la friolera de alrededor de 100.000 dólares mensuales.
Y por supuesto que hay proxenetas que regentan hasta 30 chicas, que les significaría una entrada aproximada de 400.000 dólares mensuales.
Ésta es la razón de que quienes conocen bien el tráfico de personas lo pongan, en medidas económicas, casi a la altura del tráfico de armas y el tráfico de drogas.
La tercera pregunta que habría que considerar es acerca de por qué no se lo puede erradicar, siendo la respuesta obvia que es por sus particulares características.
En el negocio del tráfico de personas, especialmente de la trata de blancas, particularmente de niñas, están involucrados incluso aquellos funcionarios que deberían combatirlo, sea porque son retribuidos en dinero o sencillamente porque son consumidores, o ambas cosas.
Las víctimas provienen generalmente de hogares humildes y una vez secuestradas son drogadas, golpeadas y violadas con el fin de someterlas y hacerlas dóciles.
La dificultad para combatir las redes de trata de blancas radica en que es casi imposible que las mujeres sometidas denuncien el hecho por la simple razón de que se encuentran amenazadas por quienes las explotan, amenazas que se extienden también a sus seres queridos.
Si ante una denuncia sobre un sitio que estaría funcionando como prostíbulo se efectúa un allanamiento, las víctimas, bien “entrenadas” para eso, arguyen trabajar de camareras. El temor a las represalias las induce a defender a sus victimarios.
En la Argentina, modalidad que puede proyectarse a cualquier otro país, una vez que las mujeres son captadas son llevadas a distintas provincias, e incluso fuera del país.
Según los investigadores existe una red triangular entre Santiago del Estero, Catamarca y Tucumán, en la cual van rotando a las víctimas, pero que además pueden ser llevadas a otros destinos, sobre todo a La Rioja o a Río Gallegos.
El proceso de captación ha sido descripto así: en primer lugar, los secuestradores efectúan un trabajo previo de inteligencia para localizar a mujeres. Luego, interceptan a las víctimas en la vía pública y las fuerzan a subir a un automóvil.
Otra variante es la sentimental. Se convierten en sus novios y luego logran que se escapen con ellos. Posteriormente son drogadas y trasladadas a un lugar donde las violan y las golpean. Si la víctima se niega a ser explotada, comienzan las amenazas de muerte hacia ella o su familia. En la casa se considera como fuga del hogar. Los Policías, conversando con amigas y allegados a la víctima, terminan deduciendo que la chica se fue con un novio. Pero por lo general tampoco tienen datos del hombre. Sólo les dicen que son de otra provincia, y les conocen algún apodo. En algunas ocasiones, cuando se sienten seguidos de cerca, los proxenetas liberan a las chicas. Pero cuando no se detecta a estos hombres, se las terminan llevando.
Las distintas redes de prostitución que funcionan en el país se encuentran comunicadas entre sí y de ahí que resulta muy difícil descubrir y desarticular estas organizaciones que trabajan en la clandestinidad.
La necesidad de trabajo, sumada a la ingenuidad de las víctimas, provee otra modalidad: las jóvenes son engañadas con ofertas laborales.
A pesar del incremento en los casos de secuestros para la explotación sexual, en la Argentina la trata de personas no está tipificada como delito.
El Código Penal argentino no pena la trata interna, es decir, la que se realiza de una provincia a otra, y la consecuencia es que no se puede imputar ni penalizar a los tratantes porque no estarían cometiendo un delito.
Seguidamente transcribiremos un artículo publicado el 6 de enero de 2008 en el prestigioso diario argentino la Nación sobre este tema que hablará por sí mismo (http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=976393):
Trata de blancas: el siniestro negocio de la esclavitud sexual
En 2006 se denunció la “desaparición” de 476 mujeres, 70 de ellas en Tucumán. Cómo es la ruta del tráfico de personas, un negocio que mueve Us$ 32.000 millones al año
Por Gustavo Barco
Es un día cualquiera en casa de don Mario. Lo de siempre, los críos que corren por el patio de tierra descalzos, otros que salen de la casilla semioscura y persiguen a la gallina con peladilla. Son siete hijos –otros tres más grandes ya hicieron sus vidas– y una nieta de dos años, la que les dejó Teresa, la hija de 16 que fue rescatada de un cabaret de La Rioja donde la tenían cautiva y la obligaban a prostituirse.
A Teresa los recuerdos la abruman, los gritos de las primeras violaciones, el sudor hediondo de esos cuerpos, las palizas y empujones para forzarla a que se drogara, las luces de neón, ese "mi amor" edulcorado que aprendió a decir a fuerza de tormentos, la amiga que la entregó a una red de explotación sexual. Un año y medio soportó esa esclavitud. A veces no aguanta y se va por ahí, sin rumbo, por varios días.
"Volvió rebelde Teresa, contesta mal. Viene y me deja a la changuita, ¿ha visto? A veces se queda sentada en la cama y llora, llora mucho", dice su padre, de 48 años mal llevados, cruzado de brazos frente a la casa que habita en esta pequeña ciudad tucumana, a 3 kilómetros de la capital provincial, la continuidad del conglomerado urbano del gran San Miguel del Tucumán que se conoce como la capital nacional del azúcar. Yo le digo "qué le anda pasando m hija" y ella callada".
Teresa nunca le quiso contar lo que pasó en La Rioja, pero él sabe. "Los hombres somos muy hijoeputas", dice, y entonces habla también de las malas juntas, de aquélla que parecía una amiga y la entregó.
Porque hubo una visita de aquella muchacha, la única que hizo, en la que –piensan ahora– habrá tomado nota, seguramente, de las chapas hirvientes de la casilla, de esa beba recién nacida y de la pobreza que, tal vez, quién sabe, ahogaba a Teresa. Habrá pensado que sería fácil sacar una tajada de esas necesidades: le ofreció un trabajo cama adentro en Catamarca, pero la llevó engañada a La Rioja.
Allí la tuvieron encerrada en una casa y después la llevaron al prostíbulo. Teresa tenía entonces 14 años y los proxenetas amenazaban con matar a su beba recién nacida si no hacía lo que le exigían: había caído víctima de una de las muchas mafias de trata de personas con fines de explotación sexual que operan en la Argentina, un negocio cuya dimensión no refleja ninguna estadística oficial, pero que, según los investigadores, no deja de crecer.
De hecho, tan sólo en 2006 se denunció la "desaparición" de 476 mujeres en todo el país, 70 de ellas en la provincia de Tucumán, según datos de la Organización Internacional de las Migraciones (OIM) que, junto con las Naciones Unidas y la Organización Internacional del Trabajo (OIT), son algunas de las pocas agencias que realizan informes en el país y llevan registros a nivel mundial.
Según la OIM, en las investigaciones judiciales aparecen implicados "en forma recurrente, funcionarios públicos y políticos".
Esos informes denuncian que el negocio mundial de la trata de personas genera ganancias por 32.000 millones de dólares al año y que ya se ubica en el tercer lugar de un siniestro ranking internacional encabezado por la venta de armas y el comercio de drogas. Esos mismos informes indican que 5000 pesos es la cifra más alta que se pagó en la Argentina por una esclava sexual y 150 pesos el monto menor para explotarlas de por vida. Cuando la víctima es una menor, una niña, según la OIT, puede generar, ella sola, una ganancia de 130 mil dólares al año. La OIM estima que un grupo de siete mujeres menores esclavas sexuales le reditúan a sus captores unos 80 mil dólares mensuales. En la zona de la Triple Frontera, según Unicef, un ejército de 3500 niños, niñas y adolescentes sufren algún tipo
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