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Violencia De Genero

jmiguel681 de Junio de 2014

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EL PROBLEMA

Planteamiento del problema

Numerosas investigaciones realizadas en el ámbito mundial por organizaciones e instituciones, sobre maltrato que sufren las mujeres, han determinado que ello se da en varios niveles y en muchos ámbitos, es un problema que tiene ya un trasfondo cultural por la educación y tradiciones que cada sociedad ha heredado por generaciones. Organizaciones internacionales han declarado que una de cada tres mujeres sufre de agresiones en algún momento de su vida, lo que la ha convertido en una “pandemia silenciosa”, epidemia invisible”; y, se ha pronosticado que podrá ser incluida como una de las primeras quince causas de enfermedad y muerte en 2020. La Organización Mundial de la Salud, en el año 2005; y el Instituto Nacional de Estadísticas Chileno, 2006, indican además, que la violencia que sufren las mujeres con mayor frecuencia es la ejercida por sus parejas y que cada año mueren en el mundo un alto índice de mujeres producto de la violencia conyugal.

Hoy en día diversas organizaciones mundiales, nacionales, estatales y municipales se preocupan por brindar un equilibrio en lo que se refiere a la igualdad de género. En 1999 el Fondo de Población de las Naciones Unidas declaró que la violencia contra la mujer está considerada como “Una prioridad, dentro de la Salud Pública”. En su mayoría las mujeres que sufren alguna agresión física generalmente experimentan numerosos actos de violencia a lo largo del tiempo. De igual manera, en la conferencia mundial del Cairo (1994) sobre derechos humanos, se reconoció la violencia contra la mujer como una violación a los derechos humanos.

En nuestro continente, la Organización Panamericana de la Salud (1993), institucionalizó que “la violencia contra la mujer es un problema de alta prioridad, aprobando la resolución CD39.R8, exhortando a todos los gobiernos a establecer políticas y planes nacionales para la prevención y el tratamiento de la violencia contra la mujer”. En atención al enfoque dado en la investigación, estudios realizados sobre violencia por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL, 2010) en América Latina y otras regiones del mundo han mostrado que la violencia doméstica es una amenaza importante contra la salud y el bienestar de las mujeres. En América Latina, la violencia contra la mujer representa más muertes y traumas psicológicos (entre mujeres de 15 a 44 años de edad) que el cáncer, la malaria, los accidentes de tránsito e inclusive los conflictos bélicos. Pese al reconocimiento legislativo de la problemática, la violencia es un tema delicado del que casi nadie habla, ni siquiera las víctimas.

.Es pertinente señalar que en Venezuela existen organizaciones encargadas de apoyar a las mujeres que son víctimas del delito del maltrato, y que no han tenido la valentía para llegar ante los Organismos Públicos competentes en la materia, para denunciar su problema. Así, el personal de estas instituciones como el Asociación Venezolana para una Educación Sexual Alternativa (AVESA), Instituto Nacional de la Mujer (INAMUJER), Comité de Familiares de las Víctimas (COFAVIC), Fundación para la prevención de la violencia doméstica hacia la mujer (FUNDAMUJER), están preparados para orientar tanto jurídica como psicológicamente a las mujeres que se acercan a solicitar ayuda. Para (Ossa, 2007), El maltrato a la mujer es una de las manifestaciones más abominables de la torpeza de un hombre

De igual manera, a partir de estudios realizados en Venezuela, por la Casa de la Mujer Juana Ramírez La Avanzadora, Estado Aragua, 2006, .en ese año más de 2000 mujeres fueron víctimas de maltratos psicológicos, sexuales y verbales Bajo esta perspectiva, según la Fundación para la prevención de la violencia doméstica hacia la mujer, en el año 2005, en nuestro país más de 36 mil venezolanas fueron agredidas por sus parejas o familiares

Desde una perspectiva más general tenemos que el caso del maltrato a la mujer (violencia de género), es uno de los puntos más críticos que tiene la sociedad venezolana en este caso específico, ya que las autoridades con competencia en esa materia pocas veces tienen conocimiento de la situación, esto motivado a que las mujeres no manifiestan la situación que están viviendo, y por el temor y riesgo que corren al realizar la denuncia, puesto que si su agresor se entera de que fue acusado, ellas piensan que se tornará más violento llegando inclusive a amenazarla o maltratarla y quizás hasta quitarle la vida.

La violencia hacia la mujer en el ámbito familiar no es un hecho aislado ni privado: si no que forma parte de un sistema "macro" que establece un conjunto de relaciones sociales y valores culturales, que ubican a la mujer en situación de subordinación y dependencia respecto del varón. La violencia doméstica no tiene fronteras, afecta a todos los estratos sociales, raciales, religiosas educativas y socioeconómicas.

A pesar de que la violencia contra la mujer ha sido reconocida como un asunto legítimo de derechos humanos, ha sido enfocado de forma inadecuada y su tratamiento como asunto de seguridad jurídica y de salud pública es insuficiente, desconociéndose así los efectos psicológicos, físicos y salud de las mujeres, y además, el posible impacto acumulativo de la violencia a lo largo de la vida. Aún en países desarrollados, existen pocos estudios sobre la carga que esta violencia representa para las personas, la familia y la sociedad. Se ha señalado que la violencia contra la mujer por parte de sus compañeros íntimos es un problema prioritario jurídicamente e igual de salud pública, por la magnitud y gravedad de los hechos; igualmente, por la carga que representan para los organismos judiciales, educativos y de salud; ello en función de los costos que genera para su atención y solución. Este tipo de violencia no solo causa daños físicos y psicológicos a las mujeres sino que también implica riesgo para sus hijos y demás familiares.

En el marco jurídico venezolano, la violencia doméstica sobre la mujer se presenta como una problemática ya que cada día se señala a diario en todos los medios de comunicación e información, casos de violencia doméstica y que muchos de ellos terminan en la muerte de la pareja, por lo que es necesario manifestar en lenguaje sencillo la cotidianeidad, de lo que acontece en la gran mayoría de los hogares venezolanos, sin distingos de clases ni status sociales, económicos, o nivel cultural. La violencia familiar que es un fenómeno que no discrimina ni raza, ni religión, ni sexo, ni posición social o económica; así pues se puede dar cuenta de los hechos o casos de violencia que quedan impunes, sin castigos de ley, porque simplemente no son denunciados ante los entes policiales o gubernamentales, o en todo caso éstos no le dan la importancia debida para tomar los correctivos pertinentes y así evitar mayores daños.

Las parejas, ya sean por uniones de hecho o de derecho siempre tienen sus diferencias de criterios, opiniones y a veces hasta de forma de proceder. En general, el ser humano, en algunos casos objeta la posición, criterio o punto de vista del semejante. El correcto proceder dictamina normas de comportamiento sobre las cuales emerge el concepto de un ser civilizado que convive armoniosamente en sociedad. Sin embargo, no todos siguen las pautas de comportamiento, ni reglas, no todos obedecen normas y Leyes, sino que se dejan llevar por el impulso primitivo propio de un individuo que de alguna manera esta contra el sistema o las normas que rigen una sociedad.

Según Lecuna (2010) en su trabajo “Discutir sanamente es un deber con uno mismo y con la pareja sin ofender”, señala: “Casi siempre la violencia doméstica se inicia con la discusión o el diálogo inadecuado hasta llegar a las ofensas, en muchos de los casos a las mujeres les aterra expresar sus emociones o simplemente su punto de vista como pareja, prefiriendo ocasionalmente el “silencio”, seguido de un “mejor me callo para no poner la cosa peor, pues seguro que no me va a entender. No quiero más problemas en mi vida de pareja”. En indefinidas ocasiones las parejas inician la violencia, cuando utilizan ofensas en un intercambio de opiniones, expresando adjetivos peyorativos o descalificativos; sin embargo, estos argumentos no son razonamiento suficiente para justificar las acciones primitivas y salvajes gestadas por parte de la pareja, las cuales degeneran no solo en ofensas sino también en el daño físico y ocasionalmente hasta patrimoniales.

En principio se trata de reconocer que hay diferencia de fuerza entre el hombre y la mujer, pero el problema de fondo, es el desajuste psicológico que raya en una conducta criminal; precalificada por criminólogos y especialistas en derecho penal como sadismo (el que siente placer al causar dolor a otro) y sadomasoquismo (cuando la víctima siente placer con el daño que le causan). Las agresiones verbales generalmente se convierten en agresiones físicas, con lesiones en los tejidos u órganos; que igualmente pueden llegar a situaciones incontroladas como a quitarle la vida al otro.

Según (Velázquez, 2006). Existe una relación entre violencia, poder y roles de género. Aunque la sociedad va cambiando, los estereotipos acerca de los roles asociados a cada género han evidenciado una supremacía del hombre con respecto a la mujer, al haber asignado a los hombres, a lo largo de la historia, valores como el dominio, poder y control frente a la sumisión y dependencia de las mujeres, lo que, a largo plazo, ha llevado al uso de la violencia como un instrumento

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