Violencia de Genero: Prostitución – legalización y defensa –
solssEnsayo9 de Noviembre de 2017
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Violencia de Genero: Prostitución – legalización y defensa –
La prostitución es un tema considerado polémico, pues a lo largo de la historia de la humanidad ha generado todo tipo de reacciones y opiniones en las personas. Dicho tema concibe ideas y posturas que son aceptadas generalmente por la mayor parte de la sociedad; sin importar al nivel social al que nos refiramos, son preconcepciones tan antiguas que en su mayoría son consideradas como verdaderas.
Socialmente se tienen opiniones encontradas en torno a este tema: por un lado las personas que apoyan la prostitución pues la consideran una forma de ingresos igual a cualquier otro empleo, sin considerar que este medio implica muchos tipos violencia contra las mujeres y las convierte en grupo vulnerable; por el otro están los que condenan la situación, satanizando a todos los implicados en este proceso social, sin considerar que la mayor parte de las mujeres que ejercen la prostitución no están en ese medio por voluntad propia, y que también la sociedad las condena por sus acciones lo cual dificulta la salida de estas mujeres del mundo de la compra-venta sexual.
Ya sea en contra o a favor de ella, es un tema que socialmente demanda una solución urgente, pues es necesario encontrar un medio que no reproduzca y propicie la violencia contra las mujeres.
Dentro de las “posibles” soluciones actuales se discute la opción de la legalización, pero es en torno a esa necesidad de una respuesta donde surge el cuestionamiento: ¿Es la legalización la solución más factible, el mejor camino para regular esta actividad y evitar el incremento de la violencia contra las mujeres involucradas?
Con el presente texto se pretende analizar y cuestionar los alcances e impactos de la legalización y defensa de la prostitución, tomando en cuenta todos los factores y actores implicados para examinar si esta es o no la verdadera solución a esta problemática social.
Por esa razón se centrará este escrito en el sector de la población que está a favor o se encuentra directamente involucrada en la prostitución.
Se dice que la prostitución ha existido desde tiempos remotos y es socialmente conocida como “el oficio más antiguo del mundo”, pero basándonos en esta premisa se puede ver que también han existido desde siempre las guerras, la tortura, la esclavitud infantil, así como la hambruna entre otras; no obstante su antigüedad no los legitima o valida.
Sobra decir que la prostitución es una práctica cultural muy común en los hombres, pues llegan tanto a compartir sus experiencias con otros hombres como a practicarla en grupo, lo cual confirma que para los varones es una práctica bien visto y en la mayoría de los casos promovida.
Se calcula que a nivel mundial 1 de cada 10 hombres ha pagado alguna vez por una prostituta y hay aproximadamente 40 millones de ellas en el mundo.
Por esto mismo, es inminente que la gran mayoría de los hombres se encuentran no solo a favor de ésta, sino que tratan de justificar el empleo de ella en la vida diaria y llegan a crear un falso sentido de ayuda; defendiendo la premisa de que las mujeres involucradas en este estilo de vida deben ser “protegidas” con leyes que en vez de perseguirlas las dejaran ejercer sin problema.
De esta condicionante surge una duda: ¿Por qué el hombre no ve la prostitución como una forma de dominación a la mujer, sino de liberación?
La prostitución es un medio por el cual los hombres pueden reafirmar su virilidad, además de ser una demostración frente a otros varones de su masculinidad. Es en este proceso de reafirmación de la hombría, donde el cuerpo de la mujer se convierte no solo en el medio para lograrlo, sino que además es degradado, al no darle mayor valor que a cualquier objeto, se cosifica y por lo tanto se considera desechable.
La prostitución sin lugar a duda deshumaniza a la mujer pues la reduce a ser el medio por el cual el hombre consigue su objetivo, que es la búsqueda del placer propio. Es en esta concepción donde la mujer es vista por los hombres, como solo un cuerpo, es decir como un ser sin opinión o voluntad que sirve solo para complacer al hombre que paga por sus servicios.
Se puede decir entonces que la prostitución, es realmente la explotación, esclavitud y la violencia de género más antigua que los hombres inventaron para someter y mantener a las mujeres a su disposición sexual.
Ahora bien, es necesario explicar lo que realmente significa la prostitución. Para empezar ésta proviene de un modelo de dominación masculina y no de la naturaleza femenina; es también en definitiva una realidad política que ha existido debido no solo a que un grupo ha tenido un poder sobre otro grupo, sino que lo ha mantenido con el paso de los años.
Por tanto, no se puede considerar que las mujeres hayan querido seguir “ejerciendo” estas actividades, es más bien la sociedad en la que viven la que se ocupa de perpetuar y reproducir este modelo.
Ante esto se considera necesario indagar: si las mujeres no ejercen la prostitución por voluntad propia, ¿de dónde provienen las que la ejercen? Los orígenes de éstas mujeres procede en su la mayoría de casos en los cuales son intercambiadas o vendidas por familiares, conocidos o terceras persona; algunas de ellas son engañadas bajo falsas promesas de trabajos que no tienen nada que ver con la prostitución y que les asegurarían un mejor futuro.
Al ser separadas de sus núcleos familiares y sociales (muchas de ellas inclusive de sus países) ya no tienen forma alguna de pedir ayuda. Así mismo muchas de ellas son chantajeadas y siendo víctimas de secuestro, son retenidas en contra de su voluntad, impidiéndolas alejarse de ese medio.
Además se consideran factores como pobreza, aunadas al estereotipo de que el cuerpo de la mujer posee exclusivamente un valor de cambio[1] ligado exclusivamente al sexo-servicio. Conjuntamente la presencia de algún tipo de violencia en la niñez, no solo refuerza esas ideas, también puede ser un factor que orille a las mujeres a entrar en ese ambiente como una forma de escape de su realidad.
Los hombres sostienen que al prohibir la prostitución de alguna manera se está tratando de controlar a la mujer que ha decidido voluntariamente participar en esta actividad.
Es necesario resaltar que el sexo-servicio implica más allá de la compra-venta de placer sexual, la mercancía, es decir, lo que verdaderamente está a la venta es la voluntad de la mujer, que por dinero accede a tener relaciones sexuales con un desconocido, situación que sin medio, seguramente, no se consumaría.
Socialmente la sexualidad es considerada un tabú, especialmente la de la mujer que no solo es negada, sino vista además de una manera mala o sucia. Sin embargo, el gran problema al hablar de prostitución recae en que es imposible incluir la sexualidad femenina, porque lo último que importa es lo que ella quiere, lo único que realmente importa es lo que él quiere.
La existencia del intercambio de dinero por un acto sexual les da a los hombres un sentimiento de pertenencia sobre la prostituta, pues el pago por el servicio que les concede la libre decisión sobre el cuerpo de la mujer y su voluntad, lo cual refuerza también la sensación de empoderamiento sobre otro ser humano.
Se pude definir a la prostitución como una práctica social preestablecida, pues no es un proceso en el cual ambos actores estén involucrados; dicho suceso concurre en un lugar ya definido, con una continua repetición de los hechos, en los cual el hombre va directamente en busca de lo que desea y la mujer accede sin cuestionamientos y generalmente la negociación entre ellos se limita al tema monetario.
Mientras que si se pretende tratar a la prostitución como un trabajo se debe considerar que no es posible la regulación de tal oficio, si todo lo que las mujeres prostituidas deber soportar en este “empleo” es lo que en cualquier otro trabajo seria categorizado como acoso y abuso sexual.
Es entonces donde puede cuestionarse: ¿Es el dinero lo que transforma esta violencia en un “trabajo legítimo”? Al parecer al hablar de un pago monetario todo cambia, ya que se obvian realidades dentro de esta situación como el hecho de que la gran mayoría de estas mujeres no escogen este camino, sino que son forzadas a entrar en él.
La realidad es que el cuerpo de otras personas no es algo que pueda o deba ser tomado, comprado o incluso ganado; sino que deba ser dado por la otra persona de una manera libre y por decisión propia.
La prostitución es básicamente un intercambio de dinero por un cuerpo, condicionante que no solo es lo que rompe el equilibrio natural de las relaciones sexuales sino que genera una anomalía y convierte la convierte a la prostitución en una actividad “sucia”, por lo tanto se considera que la prostitución es una consecuencia del capitalismo no de alguna dinámica sexual natural.
Por lo tanto no se puede decir que las mujeres se prostituyen, más bien son prostituidas, tanto por la demanda de los clientes, como por los proxenetas que se aprovechan de su necesidad económica y vulnerabilidad. Es el uso de la violencia, reforzada con la idea cultural que clasifica a las mujeres como objetos que deben estar disponibles para la satisfacción de las “necesidades” masculinas las principales causantes de la perpetuación de este modelo violento en contra de las mujeres
Existen varios discursos en torno a la defensa de la prostitución, uno de ellos insiste en resguardar tanto el ejercicio como el consumo de la prostitución con un ideal de equidad y de resguardo a la voluntad de la mujer, para que pueda tomar tanto decisiones propias sobre su cuerpo y su carrera.
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