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AUTOBIOGRAFÍA DE FLORENCIA NIGHTINGALE


Enviado por   •  21 de Febrero de 2016  •  Ensayos  •  996 Palabras (4 Páginas)  •  228 Visitas

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AUTOBIOGRAFÍA DE FLORENCIA NIGHTINGALE

                                                                                          La dama del candil.

[pic 1]Nací en Florencia (ciudad de la que tomo mi nombre) el 12 de mayo del año 1820, soy la segunda hija de William y Frances Nightingale, un matrimonio acomodado.

Siempre tuve afición al estudio. A los 17 años, tuve una experiencia mística: sentí mi “vocación”, debo confesar que fue una experiencia decisiva que fortaleció mi idea de que no estaba hecha para una vida ordinaria.

En 1845 estaba decidida por cualquier medio a aprender la enfermería en la práctica, había pedido permiso a mis padres para atender a los enfermos en la Clínica Salisbury, cuyo médico jefe era un amigo de la familia. Pero no obtuve su permiso, ya que mis padres consideraban que no era un trabajo adecuado para una dama de mi posición social.

Cuando viví en 1848 en Londres, donde tuve la oportunidad de enseñar durante varios meses a los niños pobres en la Ragged School de Westminster, esta experiencia abrió mis ojos ante el fenómeno de la pobreza y de la falta de higiene que existían en aquellos tiempos.

 Creía, que las enfermeras, al encargarse de la higiene, tenían una oportunidad única para progresar espiritualmente, para descubrir la naturaleza de Dios mediante el aprendizaje de sus “leyes de la salud”.

Obtuve mi primer empleo en agosto de 1853; era un puesto que por fin me daba la oportunidad de aplicar mis conocimientos y mi formación. Fui nombrada directora de un sanatorio para señoras de la alta sociedad, donde permanecí hasta el  estallido de la guerra de Crimea. Demostré ser una excelente gerente.

Durante la guerra de Crimea fui designada para dirigir a un grupo de enfermeras. Ninguna mujer había ocupado antes un puesto oficial en el ejército y mi nombramiento trajo consigo resultados interesantes, ya que se trataba de una enfermera experimentada, inteligente, pero nada dispuesta a aceptar órdenes de una jerarquía cerril.

Mi interés por la higiene durante la guerra de Crimea, así como la importancia que di al papel de la enfermera en la organización del entorno, se debe en gran medida a su forma de entender las causas de la enfermedad.

En tan sólo un mes ya había conseguido mejoras en el mantenimiento de las salas, había obtenido ropa de cama, prendas nuevas para los soldados y había mejorado las comidas del hospital.

Además de supervisar la asistencia a los pacientes, escribí cartas en nombre de los soldados, organicé un sistema para enviar dinero a sus familias y proporcioné juegos y cuartos de lectura a los convalecientes. El creciente interés del público por estas iniciativas dio a su opinión una fuerza de la que no disponían los reformadores en las filas del ejército.

Muchas de mis recomendaciones, se convirtieron rápidamente en nuevos reglamentos militares.

Cada noche recorría los seis kilómetros de pasillos del hospital y un soldado agradecido recordaba cómo besaba la sombra de la “dama del candil” cuando ésta pasaba por su lado.

En noviembre de 1855, un grupo de seguidores míos organizaron una reunión pública en Londres con el fin de reunir fondos para que, pudiera llevar a cabo la reforma de  los hospitales civiles. Cuando comprobé que las autoridades no parecían dispuestas a investigar demasiado sobre la desastrosa organización que había causado Crimea 16.000 muertos por enfermedad frente a 4.000 muertos en el campo de batalla.

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