Alfonso Reyes
Kyla29 de Marzo de 2014
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Alfonso Reyes nació el 17 de Mayo de 1889 en Monterrey, México. Ensayista, crítico, poeta y narrador mexicano, relacionado con la mejor tradición literaria occidental, desde la antigüedad grecolatina hasta las creaciones de Mallarmé y la estética simbolista. Ejerció un notable magisterio en la cultura de su tiempo, promovió la fundación de sólidas instituciones dedicadas a la difusión del conocimiento, y marcó la obra de casi todos los escritores mexicanos posteriores a él, como Octavio Paz y Carlos Fuentes.
Hijo de Bernardo Reyes y Aurelia Ochoa de Reyes. Tuvo una infancia rica en lecturas y experiencias vitales. En la ciudad de México perteneció al brillante grupo intelectual de la Escuela Nacional Preparatoria. Junto con Henríquez Ureña, Antonio Caso y José Vasconcelos fundó el Ateneo de la Juventud, agrupación cultural que pretendía un México moderno y contemporáneo del mundo.
En 1910 teniendo 21 años escribió su primer libro de ensayos Cuestiones estéticas. Estudiar los fundamentos de la creación poética y literaria fue una preocupación recurrente de su obra a lo largo de medio siglo. En 1914 siendo aún muy joven concluyó la carrera de leyes y partió a Europa, hondamente afectado por el asesinato de su padre.
A consecuencia de la primera guerra mundial se trasladó a España, donde compartió trabajos y experiencias con Juan Ramón Jiménez, José Ortega y Gasset y Ramón Gómez de la Serna. En esa etapa perfeccionó su manejo de la lengua española, uno de los rasgos que caracterizaron su estilo: riqueza de vocablos y giros expresivos, construcciones gramaticales poco frecuentes, uso de arcaísmos y matices delicados del significado.
Con Visión de Anáhuac (1915) conjuró cualquier acusación de extranjerizante. Esa obra se considera una de las visiones más lúcidas y poéticas del México prehispánico y es, hasta la fecha, lectura obligada en los cursos de cultura mexicana. Promotor de una "aristocracia del pensamiento", ofrecía un colorido sincretismo de la cultura occidental y la raíz indígena, dominado por la tríada platónica: la verdad, la bondad y la belleza. Se afincó definitivamente en México en una casa-biblioteca, hoy museo dedicado a él, que lleva el nombre de Capilla Alfonsina.
Durante los veinte años siguientes alcanzó el máximo impulso creativo, y su figura de educador se consolidó plenamente. Autor de una obra poética celebrada por sus contemporáneos y las generaciones posteriores, y de una obra de ficción escasa pero interesante, obtuvo no obstante sus mayores logros en el campo del ensayo, donde abordó los más variados temas: la teoría literaria, la historia de Grecia, la novela policíaca y las raíces históricas de México. Entre éstos cabe destacar Cuestiones Estéticas (1910), Cartones de Madrid (1917), El suicida (1917), El cazador (1921), Cuestiones gongorinas (1927), Tránsito de Amado Nervo (1937), La experiencia literaria (1942), El deslinde (1944) y Los trabajos y los días (1946).
En un conjunto apabullante de libros, su escritura mantiene un tono siempre atractivo, aleccionador y consistente, con momentos de brillo excepcional, como en el poema dramático Ifigenia cruel (1924), sabia asimilación de la tradición griega, o en el cuento La Cena, precursor del realismo mágico y muy cercano al relato largo Aura de Carlos Fuentes.
Relevante es también la Oración del 9 de febrero (1963), texto dedicado a la muerte de su padre, que apareció póstumamente. Entre sus obras de ficción son notables Árbol de pólvora (1953) y Los tres tesoros (1955), argumento cinematográfico inspirado en un relato de R. L. Stevenson.
Miembro de la Academia Mexicana de la Lengua y del Colegio Nacional, fue fundador del Instituto Francés de América Latina y de El Colegio de México, uno de los centros académicos
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