Analis Del Poema Trilse
xlocura25 de Abril de 2013
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Setenta y siete poemas sin titulación, ordenados mediante números romanos, componen Trilce (1922). Esta carencia resta información paratextual. Los poemas evaden la comunicación inicial concerniente a la idea principal, a la anécdota, o bien a los personajes de la situación poética. Desde el comienzo del libro puede constatarse entonces una fuga de sentido. La ausencia de titulación pone en evidencia la función del paratexto como elemento condicionante del sentido del poema, sentido que, por venirle al poema desde afuera, lo erige como unidad independiente de los poemas vecinos. La falta de titulación rompe con este ensimismamiento y evita así que cada poema que compone Trilce sea percibido de manera autónoma respecto de los otros. La falta de titulación favorece en consecuencia la percepción del trabajo poético en su conjunto.
Resulta evidente la voluntad creciente de Vallejo por despojar al título de su rol conductor de sentido. La fuga se inicia ya en Los heraldos negros (1918). Aquí, si bien los poemas aparecen titulados, la relación entre título y contenido del poema se abisma, ya que los títulos entregan al lector la situación o anécdota del poema de manera sumamente cifrada.
Una primera lectura de Trilce permite establecer la existencia de dos tipos de poemas, según una distinción que contempla tanto el orden de lo temático como su tratamiento. En primer lugar, aquellos poemas en los que resulta relativamente fácil identificar una anécdota o un tema, poemas en los cuales el sentido se ofrece de manera inteligible3. En segundo lugar, aquellos otros en los cuales el sentido se obscurece como consecuencia del empleo de patrones expresivos (finalmente dominantes en Trilce) consistentes en irregularidades lógicas, en libertades de asociación y en la desarticulación del lenguaje, todo lo cual redunda en ambigüedad y en predominio de lo arbitrario.
Estos segundos poemas (sesenta y cinco) exhiben una percepción de lo real distinta a los primeros. Si los primeros evocan, con nostalgia, la integridad del pasado infantil, la protección brindada por el amor materno, o bien la ilusión amorosa de la juventud, apelando -aunque débilmente- a formas literarias tradicionales como el metro y la rima, el segundo tipo de poemas se distancia de la coherencia inmediata de los primeros al incurrir en lo irracional, en lo alógico, en el licenciamiento de las formas regulares del versificar. El sentido, tanto como la representación poética de la experiencia, se desintegran. El sentido de la vida ofrecido en los poemas del primer grupo se desvanece y en consecuencia estos poemas dan cuenta de una desoladora orfandad, de un sentimiento trágico de la existencia, de una angustia de vivir que contrasta con aquel sentimiento de amparo depositado en el pasado.
Este trabajo corrosivo que caracteriza a Trilce afecta tres elementos fundamentales de la prosodia: el metro, la rima, las estrofas, y en ciertas ocasiones también la sintaxis. De entre los poemas que desisten de los moldes pre-establecidos hemos elegido dos: el V y el X. Ellos han prescindido de la anécdota con el fin de rendir tributo a la palabra, no como unidad transparente del lenguaje, sino como materia prima de la escritura. Ellos evidencian la materialidad de la experiencia poética de Trilce, experiencia material consistente en rescatar el valor significante que porta el cuerpo de la palabra tanto en su aspecto sonoro como gráfico, permitiendo así que el mensaje poético se produzca también en estas otras zonas expresivas del lenguaje.
Esta materialidad que cobra relieve en Trilce comporta dos aspectos. Por un lado, la atención innegable que Vallejo presta a la arbitrariedad del signo lingüístico, al cuerpo de la palabra tanto en su dimensión sonora como plástica, esto es, la atención brindada por el escritor
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