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Dolores Veintimilla de Galindo

Alexa98210 de Enero de 2014

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Dolores Veintimilla de Galindo

Dolores Veintimilla (Quito, 1830 - Cuenca, 23 de mayo del 1857) fue una poetisa ecuatoriana.

En su corta vida fue creadora de inspirados poemas y trabajos literarios, el poema que más se conoce es Quejas. El fracaso en su matrimonio con el médico colombiano Sixto Galindo. Así como su pensamiento adelantado a la época, marcarían la personalidad y los trabajos posteriores de Dolores, llevándola finalmente al suicidio.

Biografía

El nacimiento de la poetisa coincide con el nacimiento de la República del Ecuador; nace en medio de una sociedad hipócrita y falsamente moralista. Dolores Veintimilla es una de las pocas mujeres que rompiendo los prejuicios sociales, se incorpora al movimiento cultural de esa época.

Nació en Quito en 1830, en medio de una familia acomodada de la capital, personas que la conocieron han ponderado sus atributos físicos. Sus padres fueron el señor Don José Veintimilla y la señora Doña Jerónima Carrión, ambos nacidos en Loja. A los dieciocho años de edad contrajo matrimonio con el médico colombiano Sixto Antonio Galindo y Oroña, quien no supo comprenderla ni apoyarla en sus anhelos culturales.

Su matrimonio fue un fracaso, Galindo estaba acostumbrado a traicionar con otras mujeres a Dolores; principalmente por este motivo y para evitar así las habladurías de la gente, Dolores Veintimilla, su marido y su tierno hijo salen de Quito para radicarse en Guayaquil, sin embargo el marido no encuentra agradable este ambiente y decide trasladarse a Cuenca, ciudad que se convertiría en la tumba de la poetisa.

Al poco tiempo de vivir en Cuenca (ciudad extremadamente conservadora) Sixto Galindo no obtiene la clientela que esperaba tener, ha obtenido la cátedra de medicina en la Universidad de Cuenca, pero no soporta iniciar las clases con el rezo de tres Aves Marías y un Padre Nuestro, se cansa de la ciudad donde los chismes solo se acrecientan más; por estos motivos Galindo decide abandonar a su esposa con su hijo para el radicarse en Panamá.

Dolores Veintimilla en Cuenca despliega una gran actividad cultural, su casa se convierte en uno de los mayores cenáculos literarios de la época por donde pasaron algunos de los más ilustres poetas de la época como el chileno Alberto Blest Gana.

Se da en aquella época un acontecimiento que turbara el alma sensible de la joven poetisa, acusado de parricidio el indígena Tiburcio Lucero fue condenado a muerte, la poetisa siente la tragedia como suya y sale en defensa del indígena escribiendo un ensayo al que titula "Necrología" en el cual se muestra contraria a la pena de muerte. A partir de éste escrito el mayor de sus adversarios, el polemista Obispo de Cuenca el sacerdote franciscano Fray Vicente Solano, no dejaría de fustigarla desde el púlpito, se encargó de mancillar su honor y su dignidad hasta después de muerta.

El pueblo cuencano, dejándose llevar por el fanatismo religioso y por la lengua de Fray Solano, empezó a criticar a la joven mujer, hojas sueltas tales como: "A un curioso ratoncito", "En defensa de Madame Zoila", etc. Escritas en contra de ella por los frailes Solano, y Marchán; todo esto, junto a las penurias económicas, el abandono de su marido y las críticas sociales fueron hundiéndola en una melancolía profunda. La mujer hace un intento por salvar su honor escribiendo otra hoja suelta a la que titula "Al público", la misma que nunca salió a la luz porque "los dueños de la verdad" no le permitieron su defensa.

Bajo estas circunstancias, cansada de sobrevivir se arrancó la vida de su propia mano, como lo indicó en sus poemas: "Y si a olvidar no alcanzas al ingrato/ te arrancare del pecho corazón". Así desaparecía tempranamente, con apenas veintisiete años de vida, una de las más tiernas voces del Romanticismo Hispano.

Obra Literaria

Dolores Veintimilla dejó pocas obras, las cuales fueron publicadas en conjunto por Celiano Monge en Quito después de la muerte de la poetisa. Entre la prosa sobresalen “Fantasía” y “Recuerdos”. Son obras en las que dialoga con el pasado y en las que culpa al tiempo por haber dado una temprana muerte a sus ilusiones. En el verso es donde mejor logra plasmar su dolor.

Con “Aspiración”, “Desencanto”, “Anhelo”, “Sufrimiento”, “La noche y mi dolor”, “Quejas”, “A mis enemigos”, “A un Reloj” y “A mi madre”. Cómo característica de estilo se puede contar que prefirió el verso rimado y musical, y que casi no se valió de metáforas u otras imágenes literarias para plasmar su dolor en sus escritos.

Poemas

Poema Quejas de Dolores Veintimilla de Galindo

¡Y amarle pude! Al sol de la existencia

se abría apenas soñadora el alma…

Perdió mi pobre corazón su calma

desde el fatal instante en que le hallé.

Sus palabras sonaron en mi oído

como música blanda y deliciosa;

subió a mi rostro el tinte de la rosa;

como la hoja en el árbol vacilé.

Su imagen en el sueño me acosaba

siempre halagüeña, siempre enamorada;

mil veces sorprendiste, madre amada,

en mi boca un suspiro abrasador;

y era él quien lo arrancaba de mi pecho;

él, la fascinación de mis sentidos;

él, ideal de mis sueños más queridos;

él, mi primero, mi ferviente amor.

Sin él, para mí el campo placentero

en vez de flores me obsequiaba abrojos;

sin él eran sombríos a mis ojos

del sol los rayos en el mes de abril.

Vivía de su vida apasionada;

era el centro de mi alma el amor suyo;

era mi aspiración, era mi orgullo…

¿Por qué tan presto me olvidaba el vil?

No es mío ya su amor, que a otra prefiere.

Sus caricias son frías como el hielo;

es mentira su fe, finge desvelo…

Mas no me engañará con su ficción…

¡Y amarle pude, delirante, loca!

¡No, mi altivez no sufre su maltrato!

Y si a olvidar no alcanzas al ingrato,

¡te arrancaré del pecho, corazón!

Poema Anhelo de Dolores Veintimilla de Galindo

¡Oh! ¿Dónde está ese mundo que soñé

allá en los años de mi edad primera?

¿Dónde ese mundo que en mi mente orlé

de blancas flores…? Todo fue quimera!

Hoy de mí misma nada me ha quedado,

pasaron ya mis horas de ventura,

y sólo tengo un corazón llagado

y un alma ahogada en llanto y amargura.

¿Por qué tan pronto la ilusión pasé?

¿Por qué en quebranto se trocó mi risa

y mi sueño fugaz se disipó

cual leve nube al soplo de la brisa…?

Vuelve a mis ojos óptica ilusión,

vuelve, esperanza, a amenizar mi vida,

vuelve, amistad, sublime inspiración…

yo quiero dicha aun cuando sea mentida.

Poema A mis Enemigos de Dolores Veintimilla

¿Qué os hice yo, mujer desventurada,

que en mi rostro, traidores, escupís

de la infame calumnia la ponzoña

y así matáis a mi alma juvenil?

¿Qué sombra os puede hacer una insensata

que arroja de los vientos al confín

los lamentos de su alma atribulada

y el llanto de sus ojos? ¡ay de mí!

¿Envidiáis, envidiáis que sus aromas

le dé a las brisas mansas el jazmín?

¿Envidiáis que los pájaros entonen

sus himnos cuando el sol viene a lucir?

¡No! ¡no os burláis de mí sino del cielo,

que al hacerme tan triste e infeliz,

me dio para endulzar mi desventura

de ardiente inspiración rayo gentil!

¿Por qué, por qué queréis que yo sofoque

lo que en mi pensamiento osa vivir?

Por qué matáis para la dicha mi alma?

¿Por qué ¡cobardes! a traición me herís?

No dan respeto la mujer, la esposa,

La madre amante a vuestra lengua vil...

Me marcáis con el sello de la impura...

¡Ay! nada! nada! respetáis en mí!

Poema La Noche Y Mi Dolor de Dolores Veintimilla de Galindo

El negro manto que la noche umbría

tiende en el mundo, a descansar convida.

Su cuerpo extiende ya en la tierra fría

cansado el pobre y su dolor olvida.

También el rico en su mullida cama

duerme soñando avaro en sus riquezas;

duerme el guerrero y en su ensueño exclama:

-soy invencible y grandes mis proezas.

Duerme el pastor feliz en su cabaña

y el marino tranquilo en su bajel;

a éste no altera la ambición ni saña;

el mar no inquieta el reposar de aquel.

Duerme la fiera en lóbrega espesura,

duerme el ave en las ramas guarecida,

duerme el reptil en su morada impura,

como el insecto en su mansión florida.

Duerme el viento, la brisa silenciosa

gime apenas las flores acariciando;

todo entre sombras a la par reposa,

aquí durmiendo, más allá soñando.

Tú, dulce amiga, que tal vez un día

al contemplar la luna misteriosa,

exaltabas tu ardiente fantasía,

derramando una lágrima amorosa,

duermes también tranquila y descansada

cual marino calmada la tormenta,

así olvidando la inquietud pasada

mientras tu amiga su dolor lamenta.

Déjame que hoy en soledad contemple

de mi vida las flores deshojadas;

hoy no hay mentira que mi

...

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