El Buque de la Muerte

El buque de la muerte

Como reí cuando me dijiste que romperíamos el silencio, la comezón de ser se sentía ya, el castillo era un buque olvidado en el tiempo, dueño de una cronología que un poeta desechó. No pude ni siquiera preparar mis miembros, todo estaba allí, la hora había llegado, el túnel de la vida se apagaba y dos velas tragaban lo obscuro de las cuencas de mis ojos vacías.

Tus manos mortecinas rasgaban de prisa mi ropa, bebiste la sangre que brotó de mi herida, todo era extraño, ese rayo de luz que brotó de tu ombligo, el silencio ya roto por los sonidos infrahumanos y las paredes del buque teñidas con sangre y vida. Tu corazón era un reloj y no lo dijiste, tu vida una ilusión y tampoco lo supe. El cadáver de una joven amaneció ultrajado en el viejo buque y unos restos metálicos brillaban bajo el sol que inventó el hombre por miedo a la oscuridad. Una noche más, nuevos gusanos y nuevas situaciones. Un cuadro antiguo de caoba colgado en la pared quiere hablar y pedir justicia, cuando la noche empapada de mar llega y se aleja toda posibilidad de salvación.

La saliva de una mujer brilla en cubierta, un hombre la mira, el cuadro se mueve, la navaja imprescindible del tiempo devora los seres humanos, estatuas vivientes, muertos resucitados.

La niebla se limpia y oscurece de nuevo.

Con tantos gritos se lava la sangre y la bodega se llena con fetos humanos, nadie imagina que ahí conviven la vida y la muerte.

Cada noche la gente sólo ve un buque naufragando a la deriva en el cuento de un poeta con las cuencas de los ojos vacías.

Esto lo escribí en l985. De los primeros.

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