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Evaredisto El Sauce Que Murio Por Amor


Enviado por   •  29 de Marzo de 2015  •  382 Palabras (2 Páginas)  •  192 Visitas

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Evaristo Mazuelos, el farmacéutico de P. y Hebaristo, el sauce fúnebre de la parcela eran dosvidas paralelas, dos ojos de una misma y misteriosa y teórica cabeza, dos brazos de unamisma desolada cruz, dos estrellas insignificantes de una misma constelación.Mazuelos era huérfano y guardaba al igual que el sauce, un vago recuerdo de sus padres. Así como el sauce era árbol que solo servía para cobijar a los campesinos a la hora cálida delmedio día, Mazuelos solo servía en la aldea para escuchar las charlas de quienes solíancobijarse en la botica; y así como el sauce daba una sombra indiferente a los gañanesmientras sus raíces rojas jugueteaban en el agua de la acequia, así él oía con desganadaabnegación, la charla de los otros, mientras jugaba, el espíritu fijo en una idea lejana, con lacadena de su reloj, o hacía con su dedo índice gancho a la oreja de su botín de elástico,cruzadas, unas sobre otras, las enjutas magras piernas.Mazuelos estaba enamorado de Blanca Luz, hija del juez de Primera Instancia, una chiquillade alegre catadura, esmirriada y raquítica.Si Hebaristo, el melancólico sauce de la parcela en vez de ser plantado en las afueras de P.,hubiera sido sembrado como era lógico, en los grandes saucedales, su vida no resultaría tansolitaria y trágica.Aquel sauce, como el farmacéutico Mazuelos, sentía, desde muchos años atrás. La necesidadde un afecto, el dulce beso de una hembra, la caricia perfumada de una unión indispensable.Envejeció Evaristo, el enamorado boticario, sin tener noticias de su amada Blanca Luz.Envejeció Hebaristo, el sauce de la parcela, viendo secarse, estériles, sus flores en cadaprimavera. Solía, por instinto, Mazuelos, hacer una excursión crepuscular hasta el remotositio donde el sauce, al bordo del arroyo, enflaquecía. Sentábase bajo las ramas estériles delsauce y allí veía caer la noche.El árbol amigo que quizás comprendía la tragedia de esa vida paralela, dejaba caer sus hojassobre el cansino y encorvado cuerpo del farmacéutico. Un día el sauce esperó vanamente la

llegada de Mazuelos. El farmacéutico no vino. Aquella misma tarde el carpintero de P. …

enviado por el dueñ

o de la “Carpintería y confección de Ataúdes de Rueda e Hijos”, llegó con

una tremenda hacha y taló el sauce. Por la misma calle venían juntos el sauce y elfarmacéutico, ahora si unidos para siempre. El sauce sirvió para el cajón del farmacéutico.

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