ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

Gabriela Mistral, La Anhelada Maternidad Y El Nuevo Feminismo

Alecarol7618 de Agosto de 2014

3.576 Palabras (15 Páginas)282 Visitas

Página 1 de 15

Gabriela Mistral, la anhelada maternidad y el nuevo feminismo

Alejandra Carrasco Díaz.

Magister en Literatura

profesoraalejandracarrasco@gmail.com

Resumen:

La expresión del instinto maternal en la obra de Mistral es un sentimiento y un deseo muy arraigado en ella, que va enfocando la maternidad como la más grande vocación a la que una mujer podía optar y lograr. Gabriela, en muchos de sus escritos políticos, manifestó su oposición férreamente al feminismo de la época, que pugnaba por la “igualdad de sexos” a costa de lo que fuera y defendió la maternidad y la dignidad de la mujer antes que cualquier cosa.

Para Mistral, la mayor realización que podía lograr una mujer era la maternidad y el hogar, tal vez, porque ella nunca fue madre y porque en las sociedades patriarcales de su época, era la única opción loable que asignaban a las mujeres. Entonces, todo lo que atentará con distraer o separar, a las mujeres de sus labores de madre y formadora, preocupaba enormemente a la Mistral, es por ello que en diferentes momentos discrepó de las luchas de las feministas. Y especialmente de la incorporación de las mujeres a trabajos duros y degradantes, según su criterio.

De Mistral se pueden contar muchas cosas (Vicuña 1889, Nueva York, 1957), pero todo lo referente a sus obras ya está dicho. La escritora chilena, poeta, diplomática y feminista, enclavada en el modernismo fue la primera americana no estadounidense en ganar el Premio Nobel de Literatura, galardón que recibió en 1945. Esto y mucho más se puede encontrar en cualquier biografía. Una vida intensa e interesante, sin duda, es la que vivió Lucila Godoy, su verdadero nombre.

Gabriela Mistral se abre en cada una de sus obras, se abre y nos enseña su intimidad llena de dolor y con un corazón lleno de amor. Por ejemplo, un amor trágico es el que inspira su primer libro titulado “Desolación” (1922).

Su necesidad de ser amada y de ser madre es un sueño reflejado en muchas de sus obras, Mistral tenía mucho amor que entregar y lo demostró cantando su amor por los niños, por la tierra, por los más indefensos y siempre bajo el contexto de la ternura y la naturaleza.

Palabras claves: Gabriela Mistral, feminismo, maternidad, Desolación, pensamiento latinoamericano.

Introducción:

Desde los inicios del siglo XX, el papel de la mujer en Latinoamérica ha sido analizado dándole un mayor énfasis a la maternidad, debido a los estatutos sociales que se han establecido a lo largo de los años en la sociedad patriarcal.

La poeta chilena Gabriela Mistral, aborda este tema en el poema “meciendo” y en el “poema del hijo”

Dentro del punto de vista de Mistral, la maternidad es un deseo de realización para la mujer, deseo que en ella no se pudo concretar y porque en la sociedad patriarcal de ese tiempo era la única opción de realización que podía tener una mujer.

Pero Mistral se preocupaba que con la llegada de la mujer a las fábricas e industrias por el trabajo remunerado, esta se desligara y desconectara de su verdadera función femenina “el hogar y los hijos”

“El derecho al voto me ha parecido siempre cosa naturalísima. Pero, yo distingo entre derecho y sabiduría; y entre “natural” y “sensato”. Hay derechos que no me importa ejercitar, porque me dejarían tan pobre como antes. Yo no creo en el Parlamento de las mujeres, porque tampoco creo en el de los hombres…Yo oiría con gusto a una delegada de las costureras, de las maestras primarias, de cada una de las obreras de calzado o de tejidos, hablar de los suyo en legítimo, presentando en carne viva lo que es su oficio. Pero me guardaría bien de dar mi tiempo a la líder sin oficio, que representa al vacío como el diputado actual, y en cuya fraseología vaga, no se caza presa alguna de concepto ni interés definido.( ibid: 66-67).

Mistral considera que la mujer alcanza su máximo contacto sobrenatural con la vida a través de la maternidad, se legitiman materialmente todos esos secretos que la mujer alberga en su interior, según las palabras de Mistral “La santidad de la vida comienza en la maternidad, la cual por lo tanto es sagrada” (Ganderats 28-29)

En la mayoría de sus escritos, la maternidad es determinante para la formación de la mujer nueva como nos lo hace saber “Para mí, la forma de Patriotismo femenino es la maternidad perfecta. La Educación Patriótica que se da a la mujer es por lo tanto, la que acentúa en sentido de la familia” (Mistral 43)

Desarrollo:

Al hablar de la maternidad de la poeta no nos podemos referir a un solo tipo de hijo, si bien Mistral nunca tuvo un hijo en su vientre pero sí se transformó en la mujer protectora de los más desposeídos.

En el poema del hijo, hallamos esta suplica de dolor que Mistral manifiesta al no ser bendecida con un hijo, dolor que ella refleja en varias de sus obras.

Un hijo, un hijo, un hijo! Yo quise un hijo tuyo

y mío, allá en los días del éxtasis ardiente,

en los que hasta mis huesos temblaron de tu arrullo

y un ancho resplandor creció sobre mi frente.

Decía: ¡un hijo!, como el árbol conmovido

de primavera alarga sus yemas hacia el cielo.

¡Un hijo con los ojos de Cristo engrandecidos,

la frente de estupor y los labios de anhelo!

Mistral refleja mucho dolor con la idea fija del hijo, de ese hijo que no quiere llegar o que Dios no quiere enviar. Aun cuando parece que ella está casi resignada a su esterilidad, sus versos son siempre un quejido de protesta profunda (Szmulewicz 23-30)

Sus brazos en guirnalda a mi cuello trenzados;

el río de mi vida bajando hacia él, fecundo,

y mis entrañas como perfume derramado

ungiendo con su marcha las colinas del mundo

En los versos citados la conexión entrañas y maternidad es muy directa, en otros casos la relación es menos aparente; sin embargo, siempre la palabra está empleada en función de la idea de fecundidad, Mistral solo anhela un hijo en su vientre:

Al cruzar una madre grávida, la miramos

con los labios convulsos y los ojos de ruego,

cuando en las multitudes con nuestro amor pasamos.

¡Y un niño de ojos dulces nos dejó como ciegos!

Mistral solo desea sentirse como esas mujeres embarazadas que caminan por la calle reflejando en sus rostros dicha y felicidad, mujeres que transmiten mucha ternura al cargar un hijo entre sus brazos y que luego la gente voltea a mirar.

En las noches, insomne de dicha y de visiones,

la lujuria de fuego no descendió a mi lecho.

Para el que nacería vestido de canciones

yo extendía mi brazo, yo ahuecaba mi pecho...

Mistral habla de lo lujuriosa que fueron sus noches de amor, donde el deseo maternal era más fuerte que el deseo sexual, el deseo de la maternidad en ella gobernaba su mente, su cuerpo y su corazón.

El sol no parecíame, para bañarlo, intenso;

mirándome, yo odiaba, por toscas, mis rodillas;

mi corazón, confuso, temblaba al don inmenso;

¡y un llanto de humildad regaba mis mejillas!

Y no temí a la muerte, disgregadora impura;

los ojos de él libraron los tuyos de la nada,

y a la mañana espléndida o a la luz insegura

yo hubiera caminado bajo de esa mirada...

Mistral comienza a odiarse a sí misma por no poder engendrar una vida, tampoco le importa el hecho de que si ese hombre hubiese querido ese hijo o no y si hubiese sido apoyada por él, ella solo desea un hijo en su vientre y solo con esa bendición seria feliz.

Ahora tengo treinta años, y mis sienes jaspea

la ceniza precoz de la muerte. En mis días,

como la lluvia eterna de los polos, gotea

la amargura con lágrimas lentas, salobre y fría.

Mientras arde la llama del pino, sosegada,

mirando a mis entrañas pienso qué hubiera sido

un hijo mío, infante con mi boca cansada,

mi amargo corazón y mi voz de vencido.

Ahora el dolor comienza a gobernar sobre la poeta, mientras observa como se quema el pino en una chimenea, piensa que ya han pasado varios años, que ya no es una jovencita y para ella está claro que el hijo no llegará y comienza a resignarse diciéndose a sí misma que quizás fue lo mejor, no engendrar un hijo que sería la imagen y semejanza de ella, con el rostro triste de su madre y sus facetas de dolor.

Y con tu corazón, el fruto de veneno,

y tus labios que hubieran otra vez renegado.

Cuarenta lunas él no durmiera en mi seno,

que sólo por ser tuyo me hubiese abandonado.

Y en qué huertas en flor, junto a qué aguas corrientes

lavara, en primavera, su sangre de mi pena,

si fui triste en las landas y en las tierras clementes,

y en toda tarde mística hablaría en sus venas.

Mistral considera que su pareja es un hombre distante y ausente, que no se hubiese llenado de alegría con un hijo y que la hubiese abandonado cuando ella le diera la noticia del embarazo, también se queja porque la naturaleza no la ayuda a sanar este dolor, ni la alegría de la primavera es capaz de calmar su alma herida.

Y el horror de que un día, con la boca quemante

de rencor, me dijera lo que dije a mi padre:

¿Por qué ha sido fecunda tu carne sollozante

y se henchieron de néctar los pechos de mi madre?

Siento el amargo goce de que duermas abajo

en tu lecho

...

Descargar como (para miembros actualizados) txt (21 Kb)
Leer 14 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com