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Más conocido como Alonso de Noreña. Nació este destacado misionero asturiano en Noreña, hacia 1510.

Sus primeros estudios los realizó en el convento de dominicos del Rosario, en Oviedo. En la Universidad de Valladolid estudió Derecho, licenciándose, según algunos autores, en la facultad de Salamanca. Durante algún tiempo permaneció en Valladolid, ejerciendo de abogado en la Cancillería de esa ciudad. Realizó después estudios de Teología, y, dejando la abogacía, ingresó en la orden religiosa de los dominicos, haciendo en 1544 la profesión de votos. Este mismo año, ya diácono, se trasladó a América en compañía de fray Bartolomé de las Casas —obispo de Chiapas—, fray Tomás de Casillas —padre vicario de la orden—, el asturiano fray Tomás de San Juan y otros 40 religiosos.

Santo Domingo fue la primera ciudad del Nuevo Mundo que visitó Noreña, pasando a los pocos días al cercano continente. En Xiloxuchiapa cayó enfermo, agravándose su estado al llegar a Tlapelula. A «fray Alonso Portillo no lo podíamos menear —refiere fray Francisco Ximénez, compañero suyo—, lo llevaban sobre un palo en los hombros fray Vicente Ferrer, fray Francisco de Quezada y fray Domingo de Ascona, otras veces ellos y fray Domingo Vico que decían en España que se había de derretir al sol, llevaban a fray Alonso a cuestas». Se le transportó luego en una hamaca hasta Chiapas.

Estando aún convaleciente, el padre vicario fray Tomás de Casillas lo mandó con fray Tomás de la Torre a Sinacantlán, viaje que hicieron con la sola compañía de un guía indio. «Desde a pocos días que llegó fray Alonso del Portillo a Sinacantlán se halló tan malo que pareciéndoles a los frailes que se moría —explica fray Francisco Ximénez—, determinaron enviarlo a Chiapas que había más frailes y más aparejo para regalarlo y curarlo y así padeció el padre grandes trabajos y no pensaron que viviera. Duróle muchos meses tan gran corrupción del estómago que nada le paraba y muchas veces se caía como muerto.»

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