ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

Juan Montalvo


Enviado por   •  31 de Mayo de 2015  •  5.809 Palabras (24 Páginas)  •  293 Visitas

Página 1 de 24

Digo enteramente -porque, aun ignorando la obra, de seguro se han leído algunos fragmentos de ella, como que diarios y revistas reproducen de cuando en cuando, con muy buen acuerdo, partes de tan hermoso libro, como para obsequiar á sus leyentes con un trago de vino generoso. 

Es verdad que las obras de Montalvo no son fáciles de obtener, salvo quizás, relativamente. Siete Tratados, Capítulos que se le olvidaron á Cervantes y Geometría moral, editadas en Europa, las dos últimas después de muerto el autor; es verdad que su nombre es más célebre que sus obras", que éstas no han llegado ni quizás llegarán nunca, dada la naturaleza de semejantes escritos, al vulgo de lectores; pero también es verdad que casi todos los americanos, máxime los del extremo norte de la América del Sur, que mejor lo conocemos, aunque lo conocemos mal, nos sentimos orgullosos de contar entre los próceres de las letras a tan insigne maestro. Su influencia, la influencia de su estilo, si no la de su ética, es patente al través de las generaciones. Siempre hay en tal o cual República tal ó cual escritor en quien se advierte, como en la tierra el surco abierto por el arado, la huella de la pluma que escribió las Catilinarias. Es también don Juan Montalvo de los autores á quien citamos más á menudo en América cuando nos referimos á estilistas castellanos, poniendo su nombre entre los de Baralt y José Martí, o cuando nos enorgullecemos de poseer filólogos que penetraron hasta los silos del idioma y sacaron al sol el alma de la lengua y entonces repetimos el nombre de don Juan Montalvo, entre los de don Andrés Bello y don Rufino Cuervo. Por último, sabemos vagamente que fue un rebelde, un irreductible y como á tal lo citamos. Pero á ciencia cierta, ¿qué conoce la generalidad del carácter y de la vida de Montalvo? Nada, casi nada, bien poco.

Montalvo murió ayer, puede decirse, puesto que falleció en enero de 1889; su obra es de constante contemporaneidad; su influencia en las nuevas generaciones americanas, por lo que respecta al lenguaje, se mantiene viva en tal cual escritor; los contemporáneos de aquel hombre singular, amigos y adversarios, existen aun en muchedumbre, — sin embargo, la vida de Montalvo, la verdadera vida, los detalles, nos son casi desconocidos á todos, y una vegetación de leyendas empieza a florecer sobre la tumba del maestro y á desfigurar aquella fisonomía. Estas leyendas que trepan como enredaderas sobre la estatua y la ocultan á los ojos del que pasa y quiere observar, no son sino desviaciones de la gratitud y de la admiración. En vez de plantar un árbol -junto al sepulcro del maestro hemos plantado un bosque. El hacha tiene mucho que hacer en torno de esa tumba. La gran lección de ese apóstol, la gran moral de ese ejemplo, la gran verdad de esa vida deben aprovecharse intactos y escuetos. Es necesario que la podadera termine con toda la vegetación lujuriosa de falsedades tropicales y que aparezca en obra digna de perdurar una. Vida de Montalvo y un Examen critico de sus obras. Los admiradores del maestro nos deben esos libros.

En América debemos convencernos de que no  basta producir varones ilustres, que es necesario merecerlos, honrarlos, estudiarlos y mantener encendido el fuego de Vesta en torno de aquellos nombres que lo merezcan, entendiendo por tal fuego, no el aplauso desacordado é ininteligente, sino la escudriñadora mirada que explica lo que advierte y el afecto vigilante que, como grano de sal, guarda en sazón lo que sin ese grano conservador vendría á parar en cuerpo manido.

Es así, por medio de esa cadena de solidaridad entre las generaciones, cómo los muertos nos gobiernan desde el fondo de sus tumbas, cómo no hay solución de continuidad, en las letras de un pueblo, cómo el alma nacional se acentúa, cómo el arte y los artistas pueden tener historia en Hispano América.

No repitamos jamás, en sentido disociador, el verso de Longfello w :

Let the dead Past bury ist dead !

Don Juan Montalvo nació en Ambato, República del Ecuador, hacia el año de 1833. De sus padres habla en los Siete Tratados; y en una carta á don Julio Galcaño, desde París, en octubre de 1885, escribió:   

«Lo que hay de sangre española en mis venas me viene de Andalucía y no de Galicia. Anduluz fue mi abuelo paterno don José Montalvo y de Andalucía pasó este nombre á Cuba, donde se formó la opulenta familia que hoy lo lleva ennoblecido, yo no sé si por sus altos fechos, ó por los millones del viejo Conde de Montalvo que murió ahora ha algunos años en París.»

 Pero como don. Juan carece de preocupaciones nobiliarias. agrega en su epístola: <« Lo cierto es que el marquesado y el condado son hoy en día tan baratos, que tan solamente por prurito democrático no  es conde ni marqués cualquier indiete que asoma por ahí con cuatro reales.»

Montalvo pinta a su madre como á una hermosa dama y á su padre coma á caballero de gentil prestancia. Su padre poseía un campo, según me informan, cerca de Ambato. Entre ese campo y ese pueblo corrieron la infancia y la adolescencia de Montalvo.

Ambato es un pueblecillo de los Andes equinocciales, no mayor de 8.000 habitantes. El pueblo, situado en un valle entre los montes sublimes, tiene en su torno la soledad, que tanto amó don Juan Montalvo, rocas, turbiones, quebradas profundas, todo el aparato imponente de la naturaleza tropical y toda la exuberante vegetación de la zona tórrida. Disculpándose de por qué acometió la empresa de continuar el Quijote en los Capítulos que se le olvidaron á Cervantes, Montalvo pinta su Ecuador nativo y arguye que el medio grandioso predispone á los atrevimientos intelectuales. He aquí sus palabras : « El espectáculo de las montañas que corren á lo largo del horizonte y obscurecen la bóveda celeste haciendo sombra para arriba; los nevados estupendos que se levantan en la Cordillera, de trecho en trecho, cual fortificaciones inquebrantables erigidas allí por el Omnipotente contra los asaltos de algunos gigantes de otros mundos enemigos de la tierra : el firmamento en cuyo centro resplandece el sol desembozado, majestuoso, grande, como el rey de los astros : las estrellas encendidas en medio de esa profunda pero amable obscuridad que sirve de libro donde se estampa en luminosos caracteres la poesía de la  noche : los páramos altísimos donde arrecian los vientos gimiendo entre la paja cual demonios enfurecidos : los ríos que se abren paso por entre rocas zahareñas y despedazándose en los infiernos de sus cauces, rugen y crujen y hacen temblar los montes', estas cosas infunden en el corazón del hijo de la  naturaleza ese amor compuesto de mil sensaciones rústicas, fuentes donde hierve la poesía que endiosa á las razas que nacen

...

Descargar como (para miembros actualizados)  txt (35.6 Kb)  
Leer 23 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com