MARÍA JOAQUINA COSTAS ALMENDRAS

MARÍA JOAQUINA COSTAS ALMENDRAS

Nací en 1794 en Potosí, actual Bolivia mis Padres fueron Pedro Costas y Bras,  y Manuela Morando Almendras, Me Case  en 1816 con Hilarion Jose de la Quintana Aoiz, Gobernador de Salta Aires, Argentina

Mi familia pertenecía a la alta sociedad  peruana, y por esto fui protagonista del triunfal recibimiento que los potosinos brindamos  a Bolívar en 1825. Cuando Bolívar  ingresaba bajo arcos de plata y florecillas silvestres. Le rociamos agua bendita y le condujimos a un sillón ricamente forrado en terciopelo”, yo Forme parte de las  12 ninfas  que nos acercamos  al venezolano y le obsequiamos coronas de rosas y laureles  y le entregue un ramo de flores, mientras le murmuraba la advertencia del complot para asesinarlo. Le explique que el jefe de la intriga era mi tío, el oficial español León de Gandarías.

“Simón se enterneció ante el interés manifestado por mí, me envolvió con palabras galantes, giró conmigo  alegremente al compás de la música y, a la madrugada, me condujo a sus habitaciones.  . El Libertador permaneció siete semanas en Potosí, tiempo en que mantuvo la clandestina relación conmigo, quien no veía a mi ausente marido hacía tres años, ya que éste se encontraba en campaña con el ejército chileno.

La relación terminó cuando Bolívar partió hacia Chuquisaca, Enamorada, le envié una serie de cartas a Bolívar. En una de las misivas le anuncie mi embarazo.  Bolívar me respondió inmediatamente. “Como hombre de mundo y como militar de talento debo confesar y ratificar mi pecado. La lucha interna fue enorme y Cupido derrotó a Marte en buena ley, pero el botín de ese combate debe reservarse en lo más profundo de nuestros corazones, pues si no, ¿qué sería de ambos? No se deje amedrentar y diga usted que mis visitas a su casa fueron nocturnas por algún pretexto. Seguiré de cerca el desenlace, pondré a buen recaudo su honra y mi conducta”,

Cuando Bolívar supo en Perú el nacimiento de su hijo el 5 de  julio de 1826, quiso conocerlo y comisionó al general José Miguel de Velasco para que cuando el niño tenía apenas unos pocos meses me  condujera  hasta la Quinta de la Magdalena, cerca de Lima. El encargo se cumplió con todo secreto para que no se enterara mi esposo. Sin embargo, mi esposo conoció el hecho y, meses después, me abandono.

Bauticé a  mi hijo José Costas. “Era uno de los jóvenes más elegantes de su tiempo y ejemplo de muchacho  culto.  En la partida nupcial se señala el nombre de Simón Bolívar como su padre si bien este nunca le dio el apellido. Me fui a vivir  en una casa modesta en Potosí y me  dedique  a fabricar disfraces para las fiestas religiosas”, En 1855, dirige el colegio de niñas Santa Rosa.  

En mi lecho de muerte, hice  llamar al presbítero Ulloa, a quien le expuse lo siguiente: ‘Deseo y pido que no sea separado de mi cuerpo en la tumba este relicario que lleva el busto del Libertador y que me fue ofrecido por él mismo en prenda de amor y agradecimiento, por haberle salvado la vida en la noche solemne de la subida al Cerro en Potosi.

No vacilé ni un momento en sacrificar mi honra a mi pasión y a mis deberes de patriota, evitando que fuera aquel grande hombre indignamente asesinado en su lecho. Pedí luego dinero y salvoconducto para aquellos  que participaron en la conspiración  Bolívar fue con ellos grande y generoso como en todo. Dios le haya premiado y me perdone a mí esta única falta grave de mi vida que siempre consagré al bien de mis semejantes y al recuerdo de Bolívar, mi único y solo amor en el mundo’”. Fallecí en Potosí el 17 de septiembre de 1877

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