Miguel Covarrubias en Bali
Juan Manuel LabartheBiografía19 de Noviembre de 2019
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Miguel Covarrubias en Bali
Juan Manuel Labarthe Hernández
I Bali en 1930 ¿Paraíso intocado?
En las primeras décadas del siglo XX la isla de Bali, situada en el extremo sur del archipiélago indonesio representaba, ante los ojos occidentales, un paraíso, uno de los últimos reductos de la civilización humana en estado puro, una tierra mágica de naturaleza desbordante aún no contaminada por la influencia de la modernidad y el progreso. Un folleto turístico de 1931 de la compañía naviera holandesa K.P.M. que buscaba atraer turistas describe a Bali como “una isla maravillosamente hermosa, con una cultura completamente propia” y añade que “el sugestivo paisaje está más allá de toda descripción y que los balineses son una raza fascinante, alegre, amistosa, siempre dispuesta a ayudar” (Shavit 108) .
De todos los visitantes que recibió la isla en aquel período uno de los que dejó mayor impronta fue el artista mexicano Miguel Covarrubias. Para celebrar su luna de miel con la bailarina estadounidense Rose Cowan, Miguel se embarcó en 1930 en un largo viaje en el que recorrió múltiples países de Asia y que concluyo en Bali. A diferencia de sus contemporáneos, cuya atracción por la isla era pasajera y superficial, Covarrubias fue mucho más allá del deslumbramiento por lo exótico y se interesó seriamente en la isla y en sus habitantes. Durante los dos períodos que pasó en Bali, Miguel y su esposa Rosa documentaron extensamente el lugar y a sus habitantes de dos maneras: la primera, a través de la ejecución de dibujos, pinturas, fotografías y aún metraje de película, la segunda, haciendo estudios de campo, a la manera de la antropología. Notas, apuntes, fotografías, reflexiones propias, así como trabajos anteriores le sirvieron para la redacción de un extenso libro Island of Bali publicado en 1937 que tuvo una excelente acogida por parte del público y de la crítica y que aún el día de hoy se continúa reeditando. Island of Bali, está escrito con rigor y detalle, pero también con una prosa clara y accesible, alejada del estilo, seco, formal, académico de muchos de estos trabajos. Covarrubias se acerca al objeto de su estudio, con la mirada y la sensibilidad del artista, específicamente de un artista visual que privilegia la la percepción sensorial como transmisora de sentidos. A manera de ejemplo, tomemos la descripción que hace de su llegada a Bali en el prólogo del libro :
Nuestra primera vista inolvidable de Bali fue al amanecer, cuando el vaporcito de la K.P.M se aproximaba a Buleleng. Un elevado pico se reflejaba en un mar tan liso que parecía acero bruñido, la cima del cono se ocultaba entre nubes oscuras, metálicas.
Cuando en barca de remos nos transportaban a tierra, Buleleng surgió de la niebla con sus eternos tejados de hojas de lata y ruinosas casas de chinos, la oficina náutica de concreto y los arrugados coolies de todos los puertos de las islas orientales. (Covarrubias 9)
Descripción plástica y poética. Bali aparece paulatinamente frente al lector- espectador, por medio de la mirada del narrador quien avanza lentamente hacia la isla en un barco de vapor, y luego, de forma aún más pausada, en una barca de remos. La isla surge semioculta entre las nubes, y luego la ciudad que se revela entre la niebla, ésta última es presentada como un sitio ancestral, sumido en las tinieblas del tiempo (“eternos tejados de hoja de lata, ruinosas casas de chinos, arrugados collies”). Buleleng no sólo elonga la duración temporal remontándonos a un pasado antiquísimo, sino que también ensancha el espacio, el puerto se vuelve así una metonimia de todas las Indias Orientales.
¿Es la visión que tiene Miguel de Bali realista? Seguramente que no, Bali no no es solo un lugar, sino unale sino una idea, un símbolo que atraes hacia sí deseos, ansias, expectativas. El viaje hacia Bali comienzarepresentadoaún más importante , esperado, construido en el imaginario social y personal mucho años año antes cuando quedado atrapado por el embrujo de Bali años antes, cuando tuvo por primera vez entre sus manos el libro de fotografías Bali: Volk, Land, Tanze, Feste, Temple de Gregor KrauseEn 1912 estuvo en Bali y, ahí aparecen en abundancia imágenes que aún hoy asociamos con la isla: aldeas rodeadas de palmeras, imágenes de fastuosas ceremonias, mujeres jóvenes de pechos descubiertos vestidas con sarongs que portan vasijas en la cabeza así como muchachas desnudas tomando la siesta, o bañándose bajo las aguas de una cascada.
De acuerdo al testimonio que narra aMiguel en Island of Bali, las expectativas que tenía de la isla, no solo fueron cumplidas, sino que quedaron superadas. Después de una primera visita que se prolongó por nueve meses y utilizando sus ahorros y una beca de la fundación Guggenheim, la pareja Covarrubias regresó dos años después a la isla sus amores
Así es como Miguel describe en el texto su segunda llegada a Bali:
En un principio quedamos decepcionados: el turismo estaba en todo su auge y nos contaron que los misioneros, desconocidos aún en la isla cuando partimos, estaban convirtiendo a la gente y todo el mundo decía que eran un problema. En Den Pasar, muchísimas mujeres llevaban estorbosas blusas, a los jóvenes les había dado por menospreciar las costumbres balinesas y la gente se quejaba de que hubiera pobres, otra novedad en Bali. (Covarrubias 11)
Sin duda las impresiones de Bali en la primera y la segunda visita manifiestan un acusado contraste. El paraíso primigenio y misterioso del primer viaje se ha contaminado por los agentes externos del progreso y la modernidad: los turistas llegan en hordas, los misioneros se aprestan a quitarles a los habitantes sus creencias y costumbres y el capitalismo rampante, genera una súbita pobreza antes desconocida ¿Es en verdad objetiva esta impresión? ¿Es posible que la isla haya sufrido un cambio tan drástico en tan sólo dos años, más aún precisamente en aquellos en los que Miguel se ausentó? ¿O es que Miguel ve ahora la isla con mayor realismo que en su primer viaje? La respuesta para las dos preguntas es un no rotando. Me parece que las impresiones de este segundo viaje, son tan ilusorias como las del primero, pues están también permeadas por la misma subjetividad: se basan en el anhelo de ver un Bali no entero, completo, en todo su complejidad, sino uno construido culturalmente por los occidentales y acendrado por la febril imaginación artística de Miguel. Uno se pregunta, por ejemplo, si el uso de las blusas en realidad resulta estorboso para las muchachas o si el que habla es más para el pintor, cuya temática plástica preferida es retratar a las balinesas con los pechos desnudos.
Si acudimos a una revisión histórica, aun siendo está muy superficial, veremos un soporte sólido para esta hipótesis. Cuando Covarrubias llegó a Bali, la isla estaba lejos de ser un paraíso intocado, después de invasiones fallidas y victorias parciales durante el siglo XIX los holandeses había lograron el control total de la isla a principios del siglo XX. Sin embargo, años después, al finalizar la primera guerra mundial, el gobierno colonial se vio obligado a replantear sus políticas debido a un problema acuciante: cómo mantener la paz y la estabilidad frente al creciente avance del comunismo y de las ideas nacionalistas que se propagaban por toda Asia. Fue entonces que implantaron un modelo de gobierno al que llamaron “política ética” y que consistía básicamente en reinstaurar el viejo orden que ellos mismos había abolido para evitar cualquier contaminación ideológica de occidente. Con este fin los holandeses devolvieron un poder más simbólico que real a los reyes y rajás locales y reinstauraron las antiguas clases nobles profundamente conservadoras y guardianes de las tradiciones. La paradoja es clara: detrás del primitivismo y autenticidad que sedujo a tantos viajeros, subyacía una bien planeada estrategia de control político y de interés comercial que buscaba obtener una importante fuente de ingresos al publicitar la isla como un destino turístico virgen y paradisiaco.
Las tensiones que generan esta situación, no escapan a Miguel y se pueden leer en varios pasajes de Island of Bali. Para minimizar esta contradicción en el texto se construye una narrativa ahistórica, que a pesar de presentar datos objetivos está basada, sobre todo, en un periplo personal, en una confesada sed de exotismo y aventura, en la idealización por las culturas antiguas y su rechazo al mundo contemporáneo. Este proceso no es involuntario ni inconsciente, se encuentra claramente definido por el autor en el párrafo que cierra el prólogo del libro:
“El único propósito de este libro es el de reunir en un volumen todo lo que se haya podido de la experiencia personal por parte de un artista, que no es un científico, acerca de una cultura viva condenada a desaparecer bajo la embestida de la comercialización y la estandarización modernas (Covarrubias 12)”.
Como señala Geoffrey Robinson, experto en historia política balinesa, aquellos antropólogos, arqueólogos y artistas que llegaron a la isla en los veintes y los treintas atraídos por su primitivismo exótico, terminaron perpetuando y expandiendo a través de sus obras y sus acciones la idea del “paraíso intocado”, aun cuando vieron abundantes evidencias que indicaban lo contrario.
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