My Life in a Nutshell

My Life in a Nutshell

Matthew Hill

Mi vida empezó en Bogotá, Colombia el día 26 del mes de Mayo en el año 1999. Soy el hijo primogénito en una familia de cuatro. Hasta el día de hoy recuerdo cuando mi hermanito Mark nació. Fue una experiencia que nunca olvidaré y es un recuerdo de muchos, que me hacen quien soy: Matthew Hill.

Cuando apenas había cumplido un año, mis padres y yo nos fuimos a vivir en Estados Unidos. Mi Padre, Scott Hill, es estadounidense y mi madre, Ivonne Hill, es colombiana. Viví toda mi infancia en Estados Unidos y el primer lenguaje que aprendí fue inglés. Mi casa estaba enfrente de un pantano y ahí con algunos otros amigos del barrio exploraba y jugaba desde cazar serpientes a vivir en un mundo mágico. Cuando yo era muy pequeño mi Papá me leía las Crónicas de Narnia y fue el momento en el que me dí cuenta que leer es algo que me encanta.

Desde la edad de 4 jugué fútbol en un equipo local en Estados Unidos. El fútbol siempre me ha encantado y desde esa edad no lo pare de jugar. Uno de mis lugares favoritos durante mi infancia fue el Zoológico. Me encantaba ir con mi mamá y hermano a ver todos los animales exóticos diferentes. Un dia particular en el verano del 2009, mi papá, quien me anunció que nos íbamos a mudar a México, cambió todo para mí. Lo primero que salió de mi boca fue: “Mientras que no sea la Ciudad de Mexico…”, te puedes imaginar mi reacción cuando dijo que ahí mismo era el lugar en el que futuramente viviría.

El día que llegué al D.F. fue absolutamente horrible. El cielo estaba nublado y al salir del aeropuerto nos quedamos en un tráfico de 2 horas para llegar a mi casa nueva. Lo único bueno fue que me regalaron un perro para sentirme mejor, al cual le nombre Jet. Al llegar lloré y lloré hasta dormirme. Fui a un colegio extremadamente pequeño que se llamaba Kairos. Éramos apenas 27 alumnos y usaba un sistema Estadounidense de homeschooling cristiano, llamado A.C.E. Estuve ahí por dos años y aprendí solamente una cosa: homeschooling no era para mi. En ese punto ya podía hablar y escribir en español rudimentariamente y me metieron en una escuela llamado el Roble. El Roble es un buen colegio y ahí aprendí a escribir y hablar español de una manera buena y completa. Ahí estuve por tres años y durante este tiempo me integre por completo a la sociedad mexicana. Por el último año y medio he sentido que esta ciudad se a vuelto mi hogar. Al llegar acá odiaba la ciudad, pero ahora no puedo ni siquiera pensar en vivir en un campo aunque en mi infancia era mi sueño. Esa ha sido mi vida hasta el momento.

Mi vida no a sido muy difícil; y yo se que soy extravagantemente bendecido. Yo quiero usar esta vida maravillosa que se me a dado para levantar a los demás y de alguna forma u otra provocar un cambio para bien en mi

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