Sherlock Holmes
lilianacano31 de Enero de 2012
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Hay veces en las que un personaje adquiere tal entidad que acaba por apoderarse de su autor, que no puede librarse de él. Esto es lo que le pasó al creador de Sherlock Holmes, el detective privado más famoso de todos los tiempos. El insigne habitante de Baker Street eclipsó con sus sagaces observaciones el resto de la obra de Conan Doyle.
“Elemental, mi querido Watson”. Nunca una frase consiguió decir tanto de un personaje. Frío y desdeñoso con los que no están a su altura intelectual, brillante en sus deducciones, culto, meticuloso, observador, atrevido, con conocimientos de química, psicología, grafología, música, arte,... Ningún criminal escapa al gran Sherlock Holmes. Desde 1887, fecha de su primera aparición en la novela “Estudio en escarlata”, las aventuras de este mito de la literatura policíaca y de terror han obtenido el favor y el entusiasmo de millones de lectores.
Del más mínimo detalle, el detective extrae una conclusión determinante para el ritmo de la investigación. Como un moderno Don Quijote, Holmes viaja acompañado de la figura de un “escudero” bonachón -el doctor John Watson- quien se convierte en narrador de las historias que les acontecen.
El autor basó sus creaciones en un profesor que conoció en la universidad con ingeniosa habilidad para el razonamiento deductivo.
Es evidente su atracción por lo metafísico cuando escribió "El gran experimento del Dr. Keintplantz" un relato algo cómico donde el experimento del Dr. consistía en demostrar que el espíritu salía del cuerpo, y en una demostración ante la comunidad científica, que le rodeaba intercambió por accidente su espíritu con el del novio de su hija , joven dado al alcohol y el baile, y él, un anciano dedicado sólo al estudio y catedrático de la Universidad. Es divertido seguir el desarrollo del relato cuando el Dr. Keintplantz llega a su casa con el cuerpo de el novio de su hija , pero no lo sabe y el joven se va a divertir con el cuerpo de el Doctor sin saberlo tampoco y se emborracha en el bar.
Pero ¿qué sabemos del creador de tan sagaz y universal personaje? Desde luego, tenemos bastantes datos de lo que fue la vida de Arthur Conan Doyle. Nacido el 22 de mayo de 1859 en Edimburgo (Escocia), ejerció como médico de 1882 a 1890. Sin embargo, el enorme éxito de sus primeras novelas hizo que pronto abandonase la medicina para dedicarse a su verdadera vocación, la literatura. Tan sólo volvería a ejercer de médico nuevamente durante la guerra de los Bóers en 1900, experiencia que le sirvió para escribir “La guerra en Sudáfrica” y para obtener el título de Sir.
De su vida privada sabemos que se casó dos veces. La primera, con Louisa Hawkins con quien tuvo dos hijos. Louisa murió de tuberculosis tras varios años de enfermedad y peregrinaje por sanatorios suizos. Tras la muerte de su primera mujer se casó con Jean Leckie, con la que tuvo tres hijos más.
Uno de sus hijos murió en la I Guerra Mundial. Este hecho parece determinante a la hora de explicar que en 1916 declarase su creencia en el espiritismo. Este hecho choca con la imagen que se tiene del creador de un personaje famoso por aplicar el método científico y con el hecho de que fuese una persona más bien escéptica respecto de la religión. En sus últimos años escribió “Historia del espiritismo”. Murió el 7 de julio de 1930 en Crowborough, Sussex.
Aunque su producción de obras fue notable, su personaje más popular fue, sin duda, Sherlock Holmes quien protagonizó más de sesenta obras. La fama del excéntrico habitante del número 221B de Baker Street fue tal, que el propio Conan Doyle se vio obligado a “resucitarlo” en más de una ocasión debido a las presiones tanto editoriales como del público. El personaje le ahogaba y el éxito del mismo había contribuido a
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