ASPECTOS BIOLOGICOS DE ORGANISMOS MARINOS
guinipuh18 de Septiembre de 2014
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1. ASPECTOS BIOLÓGICOS DE LOS ORGANISMOS MARINOS
1.1. COLORACIÓN
La coloración de los seres vivos marinos presenta una extraordinaria variedad y riqueza que hasta se puede considerar compite ventajosamente con las más bellas y policromas de las especies terrestres que se encuentran en los continentes. Estas coloraciones que tienen los vegetales y animales marinos se deben a los efectos de los fenómenos de reflexión o difracción de la luz y a la presencia de sustancias químicas llamadas pigmentos que se encuentran distribuidas en los tejidos que forman su cuerpo.
EN VEGETALES
En los vegetales marinos las coloraciones se originan principalmente por la presencia de estos pigmentos, aunque pueden encontrarse, en ocasiones, determinados brillos debidos a fenómenos de bioluminiscencia, por la oxidación de algunos compuestos químicos que contienen fósforo, que se encuentra en las células que forman su cuerpo, como en Noctiluca, un vegetal microscópico del plancton marino, que cuando abunda hace que el agua brille, sobre todo en las noches oscuras.
Los pigmentos que dan color a las plantas marinas han sido denominados asimiladores, debido a que permiten al vegetal fijar las radiaciones del Sol para transformar la materia inorgánica en orgánica durante la fotosíntesis. Estos pigmentos, que tienen diferentes colores, son: la clorofila, la xantofila, la ficofeína, la ficoeritrina y la ficocianina.
La clorofila se encuentra en las fanerógamas marinas como la talasia y las zosteras de las praderas marinas, por lo que presentan su color verde característico debido a la abundancia de este pigmento, aunque pueden mostrar tonos amarillentos cuando también se encuentra la xantofila. Estos pigmentos se localizan en unos pequeños organoides de la célula llamados cromatóforos.
También esta clorofila es el pigmento característico de algunas algas como las verdes o clorofíceas, donde se encuentra sola, por lo que la tonalidad de las frondas ya desde un verde pálido como en el caso de la lechuga de mar hasta el intenso como en Cladophora.
Las algas azules o cianofíceas, además de la clorofila, llevan una gran cantidad de ficocianina, que les comunica su típico color azul.
Las algas pardas o feofíceas presentan como pigmentos, además de la clorofila, la ficofeína, de color pardo, y la xantofila, amarilla, lo que les da las más variadas tonalidades comprendidas entre el color amarillo y el castaño oscuro, sin faltar las verde-amarillentas; tal es el caso de las laminarias, que presentan color verde olivo.
Las rodofíceas o algas rojas están caracterizadas por la presencia del pigmento rojo ficoeritrina, como en el caso de las algas coralinas, que reciben este nombre por su tonalidad que va desde el rojo pálido al púrpura oscuro, y la consistencia de sus frondas, que son rígidas y erguidas. Algunas veces en estas algas rojas se presenta una intensa acumulación de pigmentos, por lo que toman tonalidades casi negras.
EN ANIMALES
En los animales marinos se va a encontrar también gran diversidad de tonalidades, algunas producidas por pigmentos característicos del reino animal, como la melanina; pero en muchas ocasiones originadas por la reflexión y difracción de la luz, cuando ésta incide sobre las estructuras del organismo produciendo brillos metálicos e irisaciones, o sea, la formación de reflejos de la luz en todos los colores del arco iris o algunos de ellos.
Los pigmentos propios de los animales marinos suelen estar difundidos entre sus tejidos y principalmente en los epiteliales, formando grupos de mayor o menor extensión en unas células pigmentarias especiales llamadas también cromatóforos, como las que existen en los vegetales. En otras ocasiones son la hemoglobina, pigmento rojo de la sangre de los peces, o la hemocianina, pigmento azul de la sangre de los invertebrados, los que comunican su coloración a los organismos, como ocurre en algunos peces como el huauchinango que presenta tonalidades más rojas conforme mayor cantidad de hemoglobina presente; o en el de algunos gusanos que se mueven entre la arena de las playas, cuyo cuerpo transparente se colorea en tonos azulados cuando se acumula su sangre en las regiones periféricas de su cuerpo, como sucede en ciertos poliquetos.
Los cromatóforos se pueden observar fácilmente en algunos animales como los moluscos cefalópodos, a los que pertenecen los calamares, en los que las células pueden contraerse o distenderse produciendo la concentración o dispersión del pigmento, generalmente la melanina, lo que permite cambiar, de manera rapidísima, la coloración que va del gris claro al negro.
La contracción de las células que contienen los cromatóforos se puede originar por diversas causas. La luz por sí misma es capaz de producir un estímulo que pone en movimiento el mecanismo de los cromatóforos; por ejemplo, algunos camarones, al estar expuestos a una iluminación activa, adquieren colores más vivos e intensos porque su circulación se acentúa y los pigmentos se reparten ocupando mayor superficie del cuerpo del animal.
Cromatóforos de un calamar.
En el caso de los peces, la región dorsal, que está en contacto con mayor cantidad de luz, siempre presenta una coloración más intensa que la zona ventral, que es más clara. Cuando los cromatóforos son policromos, por presentar más de un pigmento, al recibir mayor cantidad de luz estos gránulos pigmentarios se reparten y se concentran en diferentes zonas del animal, produciendo los más variados efectos cromáticos.
En algunos cangrejos, las células de los cromatóforos van a reaccionar, principalmente, por la acción de estímulos transportados por el sistema nervioso que se encuentra ramificado bajo su piel, el cual registra los cambios que se presentan en el medio: cuando identifican alguna presa cambian rápidamente la pigmentación de su cuerpo, tratando de confundirse con el medio para no ser descubierto y así atraparla.
Los peces, por estados de excitación, pueden sufrir cambios en la coloración y es común ver, sobre todo en los que viven en los arrecifes coralinos, cómo cambian de color al ser estimulados por la presencia de algún organismo de mayor tamaño. Esto también se presenta en los calamares, los que se excitan de una manera extraordinaria, manifestándose esa excitación por cambios intensísimos y muy rápidos de la coloración, llegando a formar oleadas que recorren su cuerpo de un extremo al otro, como consecuencia de la contracción y expansión rítmica de las células de los cromatóforos de las diferentes regiones del cuerpo.
Un rodaballo observa desde el fondo del mar
En otras ocasiones, en los cambios de color intervienen los órganos de los sentidos y respuestas dirigidas por el cerebro, por lo que se les ha llamado voluntarios, y los animales marinos uniforman sus coloraciones con las del medio ambiente que les rodea. Esta propiedad llega a un perfeccionamiento extraordinario, como el famoso caso de los rodaballos, peces de la familia de los lenguados que, colocados sobre un tablero de ajedrez, su cuerpo toma la coloración de los cuadros blancos y negros del tablero con gran perfección y con mayor rapidez cuantas más veces se repita el experimento. La comprobación de que los cambios de coloración son voluntarios se ha hecho cortando a los mismos individuos los nervios ópticos, y observándose que desde ese momento dejan de reproducir los colores del medio sobre el que se encuentran.
En los langostinos, crustáceo común de los ríos, se ha demostrado que en cuanto se seccionan sus pendúnculos oculares se producen disturbios en la actividad de los cromatóforos, dejando de funcionar los rojos, pardos y amarillos, pero siguiendo en actividad aquellos cuyo funcionamiento depende exclusivamente de la acción lumínica directa, por lo que sus coloraciones cambian aún.
Las reflexiones de la luz que producen brillos y las difracciones que causan irisaciones se presentan al incidir la luz sobre determinadas células del cuerpo del animal, llamadas iridocitos, especialmente modificadas y provistas de una sustancia especial muy refringente, la guanina.
En otras ocasiones, estos fenómenos de reflexión y difracción de la luz se producen por la especial disposición de los tegumentos o por la de sus derivados como espinas, barbillas, escamas, etcétera, que producen brillos e irisaciones metálicas de acuerdo con la manera en que inciden sobre ellos los rayos de luz, lo que permite que las coloraciones cambien según se modifique el ángulo de incidencia de la luz. Esto se observa, por ejemplo, en los peces pelágicos, como el atún que presenta su dorso oscuro y los flancos y el vientre claros y plateados.
MIMETISMO: EL PODER DE LA IMITACIÓN
Infinidad de animales del mar, debido a sus tonalidades y a sus formas, pueden pasar inadvertidos a los ojos de sus enemigos y perseguidores vistiéndose del color más adecuado para confundirse con los objetos que le sirven de fondo, con el fin de disimular su contorno y que su cuerpo no destaque sobre él.
El poder imitativo resulta extraordinario, hasta el extremo de que en muchas ocasiones es realmente difícil distinguir estos animales que han sido llamados maestros de la hipocresía y el engaño; a este fenómeno se le denomina mimetismo y lo han estudiado minuciosamente los biólogos, llegando a registrar casos notables de la manera en que los animales del mar tienen como uno de sus mecanismos defensores la facultad de imitar al medio ambiente que les rodea.
Se puede considerar que muchos de los animales que nadan en las aguas de los océanos, por la cantidad de agua que tienen en su cuerpo, "se
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