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Analisis Sociopolitico Del Discurso

bakhos9228 de Mayo de 2012

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TEUN VAN DIJK: Análisis del discurso ideológico.

Programa de Estudios del Discurso. Universidad de Ámsterdam, Holanda.

Introducción

El análisis ideológico del lenguaje y del discurso es una postura crítica ejercida ampliamente entre estudiosos de las humanidades y las ciencias sociales. Este análisis supone que es posible poner "al descubierto" la ideología de hablantes y escritores a través de una lectura minuciosa, mediante la comprensión o un análisis sistemático, siempre y cuando los usuarios ‘expresen’ explícita o inadvertidamente sus ideologías por medio del lenguaje u otros modos de comunicación. A pesar de la generalización de estos supuestos y prácticas, no se ha explicitado suficientemente la teoría que relaciona al discurso con estas ideologías "subyacentes". De hecho, en los estudios del discurso, así como en la psicología social y cognitiva o en las ciencias sociales, no se sabe gran cosa acerca de cómo exactamente se desarrollan las ideologías a través del discurso, y de qué modo controlan o influyen a los textos y al habla. En este artículo, resumiré entonces algunos supuestos teóricos desarrollados en mis estudios sobre el discurso y la ideología, y discutiré aspectos específicos que han sido hasta ahora ignorados por la práctica del análisis del discurso ideológico.

Análisis sociopolítico del discurso

En primer lugar, para formular los objetivos de nuestra investigación en un marco teórico más amplio, debemos señalar que es prioritario considerar al análisis del discurso ideológico como un tipo específico de análisis del discurso sociopolítico. Dichos análisis, entre otras cosas, pretenden relacionar las estructuras del discurso con las estructuras sociales. De este modo, las propiedades o relaciones sociales de clase, género o etnicidad, por ejemplo, son asociadas sistemáticamente con unidades estructurales, niveles, o estrategias de hablay de texto incorporadas en sus contextos sociales, políticos y culturales. Esto también es válido para las relaciones entre organizaciones sociales, instituciones, grupos, roles, situaciones, relaciones de poder o la toma de decisiones políticas, por una parte, y las estructuras del discurso, por la otra (Fairclough, 1989, 1992; Kedar, 1987; Kramarae, Schulz y O’Barr, 1984; Kress, 1985; Ng y Bradac, 1993; Wodak, 1989).

En esta perspectiva, se considera a los usuarios del lenguaje como miembros de comunidades, grupos u organizaciones y se supone que hablan, escriben o comprenden desde una posición social específica. El análisis ideológico examina entonces qué ideologías se encuentran particularmente asociadas con esa posición; por ejemplo, para defender o legitimar dicho lugar social, lo cual también se hace de modo muy característico a través del discurso. En relaciones de dominación, dicho discurso ideológico puede servir para sustentar o bien para cuestionar dichas posiciones sociales. Aunque poco explicita, esta es la clásica aproximación sociopolítica al análisis ideológico. En particular, no nos dice con exactitud cómo las posiciones sociales de los usuarios del lenguaje o de los grupos de los cuales son miembros, afectan (o son afectados por) los textos y el habla. Los hombres, y no las mujeres, pueden recurrir a tópicos específicos, estilos léxicos o retóricos, o viceversa, y esto mismo se puede decir de los blancos vs. Los negros, los viejos vs. los jóvenes, o los oficiales de la policía vs. los sospechosos. Tal como sucede en la sociolingüística, estos análisis no van más allá de una descripción de correlaciones: tampoco explican ni especifican cómo tales miembros del grupo pueden expresar de un modo determinado sus posiciones sociales, esto es, qué procesos de producción del discurso están involucrados en la "expresión" de tales posiciones.

Normalmente, no hay una forma en que la estructura social misma pueda afectar directamente al texto y al habla, ya que los grupos y las instituciones, en tanto tales, no escriben, ni hablan o comprenden el discurso, sino que lo hacen únicamente por la mediación de agentes comunicantes como miembros de grupos o de categorías sociales. Esto es, se requiere una explicación completa de las relaciones entre discurso y sociedad que vaya más allá de la disociación macro-micro y sociedad-individuo, y ello se aplica a muchas otras formas de análisis social y político (Alexander, Giese, Münch y Smelser, 1987; Knorr-Cetina y Cicourel, 1981).

Esto quiere decir que necesitamos una articulación teórica donde lo social y lo discursivo puedan "encontrarse" y establecer una relación explícita entre sí. Un candidato para este eslabonamiento es la interacción social misma en situación. Dependiendo de la perspectiva o la teoría sociológica que uno adopte, el nivel macro o el micro podrían considerarse como fundamentales (Collins, 1981; Fine, 1991). De este modo, las situaciones representarían una peculiar combinación de miembros sociales, categorías, relaciones, procesos o fuerzas. Por ejemplo, un encuentro específico entre doctor y paciente pondría en juego otras estructuras abstractas de las instituciones médicas en general, y otras tantas relaciones entre doctores y pacientes en particular (Mishler, 1984; West, 1984). El habla de miembros sociales, en determinado contexto, puede poner en juego, más o menos directamente, cierto tipo de relaciones sociales como las de dominación, cortesía, ayuda o solidaridad. En particular, esto probablemente conduciría al uso de expresiones que pudiesen comprenderse o interpretarse como indicativas de tales relaciones sociales; éste puede ser el caso de los pronombres como marcadores de dominación, o en su caso, de cortesía.

La interfase sociocognitiva

Aunque la interfase sociedad-actor nos ofrece una percepción aguda de una de las dimensiones de la disociación macro-micro, ésta es aún incompleta. Lo que se requiere es una interfase sociocognitiva. Los argumentos a favor de la necesidad de esta conexión son los siguientes:

1. Las nociones mismas de ‘acción’ y ‘actor’ (sociales), tienen una importante dimensión cognitiva: el conocimiento acerca de condiciones y consecuencias, planes, intenciones y objetivos de acciones, así como el mismo concepto de acción son propiedades del pensamiento o de representaciones mentales, esto es, de la mente (Aebli, 1980; Danto, 1973; Whiteley, 1973; véase Coulter, 1989).

2. Esto mismo se aplica en la interacción, la coordinación de acciones y la adaptación estratégica de acciones al contexto social, que requieren todas ellas de representaciones mentales de otros actores (y sus representaciones) así como de las características inherentes a la situación y al contexto (Furnham y Argyle, 19 81).

3.De manera similar, el eslabón social macro-micro, definido en términos de pertenencia a grupos de actores sociales y de sus acciones en tanto puesta en juego de relaciones sociales, procesos y estructuras, también requiere de una dimensión cognitiva (Cicourel, 1973). Los miembros de un grupo necesitan identificarse y representarse a sí mismos como miembros de grupos de modo que puedan estar habilitados para actuar como tales. De este modo, en la ejecución competente de sus acciones así como en la comprensión de las acciones de los demás, ponen en juego un conocimiento general acerca de la sociedad y de la interacción (Fiske y Taylor, 1991; Farr yMoscovici, 1984).

4. Esto mismo es afortiori válido para la interacción verbal y el discurso, cuyas estructuras y significados, su planificación y comprensión, también deben formularse en términos de un desempeño cognitivo del pensamiento, que involucra un conocimiento específico compartido y otras creencias sociales (van Dijk y Kintsch, 1983). La explicitación de estos argumentos requeriría todo un análisis teórico y filosófico que no es posible desarrollar aquí. Para nuestros propósitos, supondremos simplemente que estos argumentos son válidos, y que las relaciones entre sociedad e interacción, y por tanto entre sociedad y discurso son necesariamente indirectas, y están mediadas por representaciones mentales compartidas de los actores sociales en tanto miembros de grupos. De hecho, el mismo conocimiento del lenguaje y el discurso es un ejemplo muy elocuente de las cogniciones sociales compartidas por los grupos y sus miembros.

Ideologías

De aquí en adelante supondremos que esto también es válido para las ideologías. Haremos caso omiso de la vasta discusión sobre las ideologías en las ciencias sociales (CCCS, 1978; Eagleton, 1991; Larrain, 1979; Thompson, 1984), y simplemente las definiremos aquí como sistemas que sustentan las cogniciones sociopolíticas de los grupos (Lau y Sears, 1986; Rosenberg, 1988). De este modo, las ideologías organizan las actitudes de los grupos sociales que consisten en opiniones generales organizadas esquemáticamente acerca de temas sociales relevantes, tales como el aborto, la energía nuclear o la acción afirmativa (Eagly y Chaiken, 1993). Dependiendo de su posición, cada grupo seleccionará entre el repertorio de normas y valores sociales, propios de la cultura general; aquellos que realicen óptimamente sus fines e intereses, y se servirán de estos valores como los componentes que edifican sus ideologías de grupo. Así, el valor de ‘igualdad’ o la norma de ‘no discriminación’ será un punto culminante en la ideología de las mujeres, de las minorías y de otros grupos dominados. Desde luego esto no significa que la selección de valores fundamentales

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