Anatomía del sistema oseoarticular
alexacandoTutorial24 de Marzo de 2014
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3.1 ANATOMÍA DEL SISTEMA OSEOARTICULAR
Las articulaciones son los componentes del esqueleto que nos permiten el movimiento y, por tanto, nuestra autonomía funcional y la vida de relación. Se forman por la unión de dos huesos a través de la cápsula articular.
En el interior de las mismas existe, generalmente, un fluido llamado líquido sinovial que es producido por la membrana sinovial. Los extremos óseos que se unen para formar la articulación están recubiertos por el cartílago articular. La artrosis es una enfermedad que lesiona el cartílago articular y origina dolor, rigidez e incapacidad funcional.
Habitualmente se localiza en la columna cervical y lumbar, algunas articulaciones del hombro y de los dedos de las manos, la articulación de la raíz del pulgar, la cadera, la rodilla y la articulación del comienzo del dedo gordo del pie.
Fuera de estos lugares, la artrosis es rara y, cuando aparece, se debe sospechar la existencia de un daño previo o de otra enfermedad articular subyacente.
En España, la artrosis afecta al 10% de la población general, representando casi la cuarta parte del total de pacientes atendidos en las consultas de los reumatólogos. La frecuencia con que afecta a las personas aumenta con la edad (sobre todo a partir de los 40-50 años), aunque no se debe considerar a esta enfermedad como una consecuencia ineludible del envejecimiento articular.
No conocemos, de forma definitiva, la causa de la artrosis. Las investigaciones realizadas hasta la fecha sugieren que existen determinados factores que aumentan el riesgo de padecer esta enfermedad; la obesidad, determinadas ocupaciones y actividades laborales, la herencia y la raza, y el excesivo ejercicio físico se cuentan entre ellas.
El exceso de peso corporal incrementa el riesgo de artrosis en la rodilla. También hay personas que desarrollan artrosis en otros lugares por un uso excesivo o inadecuado de las articulaciones correspondientes. Es conocido, efectivamente, el riesgo incrementado de padecer artrosis de rodilla que presentan los futbolistas por haber recibido golpes y lesiones repetidas en la misma.
En algunas familias es más frecuente que aparezca la artrosis por transmitir en sus genes alteraciones en la producción de proteínas (colágeno) muy importantes para la fabricación de un cartílago articular normal. Algunas mujeres con predisposición hereditaria pueden desarrollar artrosis en los dedos de las manos. De hecho, la artrosis de las manos y las rodillas es más frecuente en mujeres. También se puede nacer con anomalías en la configuración de los extremos de los huesos que forman las articulaciones o con alteraciones que permiten que éstas se muevan en exceso (la llamada laxitud articular). En estas dos últimas circunstancias también se ve incrementado el riesgo de padecer artrosis.
La artrosis no es debida a ciertos tipos de clima ni a los componentes de la dieta. Ocurre en todo el mundo y a veces los pacientes pueden tener más dolor cuando baja la presión atmosférica o hay más humedad, aunque ello no signifique que la lesión artrósica haya empeorado.
El componente de la articulación que sufre desde el principio en la artrosis es el cartílago articular. En las articulaciones normales, el cartílago articular junto con el líquido sinovial proporciona las propiedades necesarias para almohadillar y permitir el roce y el choque entre los dos huesos que se articulan. Cualquier persona que haya contemplado la necesidad de rodamientos y de líquido lubrificante en maquinarias industriales comprenderá fácilmente la misión que tiene el cartílago articular en el esqueleto.
La enfermedad del cartílago articular lo lesiona y altera notablemente la función de la articulación. Este deterioro evoluciona en varias fases (tabla 1). En un primer momento el cartílago deja de ser firme y se reblandece; se vuelve frágil y quebradizo, pierde su elasticidad habitual y la capacidad de amortiguar. En una fase intermedia, se adelgaza y en determinadas zonas desaparece, dejando de recubrir y de proteger al hueso que está debajo. Finalmente, aparecen zonas en las que el extremo del hueso que se articula deja de estar protegido por el cartílago articular, quedando aquél expuesto a fuerzas físicas a las que no está preparado para resistir.
Imagínese usted dos huesos rozando total o parcialmente entre sí en movimientos que, a veces, se realizan multitud de veces al día. La consecuencia de esto es que el hueso articular sufre y reacciona. Se vuelve más compacto y se deforma, crece en los extremos y márgenes formando unas excrecencias o picos que los médicos llamamos “osteofitos”.
El cartílago articular es una estructura que desempeña una función perfecta, desde el punto de vista de la mecánica biológica articular. Hay que cuidarlo y protegerlo, porque su lesión es, a menudo, irreparable. El daño del cartílago en la artrosis, produce síntomas de una forma indirecta, por irritación de otras estructuras de la articulación.
La artrosis es una enfermedad crónica que se desarrolla a lo largo de muchos años. De todas formas, no siempre es progresiva y, en general, la mayoría de los pacientes puede llevar una vida normal. No existe, hoy día, un tratamiento curativo para la artrosis. Pero, al igual que sucede con otros padecimientos crónicos, los síntomas que origina la artrosis se pueden aliviar y atenuar, permitiendo que el paciente que la sufre padezca lo menos posible.
3.2 QUE ES LA OSTEOARTRITIS
La Osteoartritis, es la forma de artritis más común. También se le conoce como artritis degenerativa. Hay más de diez veces más casos de osteoartritis que de artritis reumatoidea. Aunque afecta a más mujeres que hombres, tiende a desarrollarse a una edad más temprana en los hombres. La mayor parte de las víctimas de osteoartritis tienen 55 años o más de edad. En la osteoartritis se produce un deterioro del cartílago que cubre el final del hueso donde éste se une a otro hueso formando una articulación. Al deteriorarse este cartílago que funciona como amortiguador, los huesos rozan entre sí al moverse causando dolor, rigidez y en muchas ocasiones, la formación de crecimientos óseos llamados osteofitos o espolones que pueden interferir con el funcionamiento normal de la articulación y causar más dolor.
Aunque la osteoartritis puede afectar cualquier articulación las más comúnmente afectadas son aquellas que soportan peso como las de las rodillas, la espina dorsal, los pies y las caderas, o aquellas que llevan a cabo una gran cantidad de movimientos como las manos.
Aunque se piensa que una gran cantidad de casos de osteoartritis son causados por un desgaste general de la articulación provocado por el uso continuo a través de largos años muchos investigadores piensan que la realidad es más compleja. Algunos casos pueden ser causados o exacerbados por otros factores tales como: trauma (entre estas, fracturas), obesidad (la cual hace que las articulaciones tengan que trabajar más duro), o estrés repetitivo. Algunos investigadores creen que puede haber un factor genético involucrado. Se cree que la osteoartritis en muchos casos comienza con alguna anormalidad en las células que sintetizan los componentes del cartílago como el colágeno (una proteína fuerte y fibrosa que se encuentra en el cartílago y otros tejidos del cuerpo) y los proteoglicanos (unas sustancias que promueven la resistencia del cartílago).
3.3 SÍNTOMAS Y SIGNOS DE LA OSTEOARTRITIS
El principal síntoma es el dolor profundo en la articulación el cual comienza por lo general de forma leve y gradual. Sin embargo hay casos en que el dolor no se manifiesta. Cuando hay dolor generalmente este empeora con el ejercicio o al cargar objetos pesados. El descanso muchas veces lo alivia. El dolor muchas veces es descrito por los pacientes como una sensación de ardor o quemazón. La osteoartritis también puede causar un sonido peculiar llamado crepitación al mover la articulación.
Los pacientes de osteoartritis también pueden experimentar espasmos musculares y contracciones de los tendones. Otros síntomas que pudieran presentarse son: rigidez matutina, articulaciones llenas de fluido, dolor que empeora cuando el clima es húmedo, movimiento limitado de la articulación e inflamación de la articulación.
Aunque puede no dar síntomas -por ejemplo en la columna es frecuente encontrar signos radiográficos de artrosis sin que el individuo tenga dolor-, el síntoma fundamental de la artrosis es el dolor. Este dolor suele aparecer cuando se exige un esfuerzo a la articulación enferma, bien sea de movimiento o de carga (para las articulaciones de los miembros inferiores y de la columna lumbar) y en general empeora a medida que avanza el día. Más adelante, con el progreso de la enfermedad, el dolor puede aparecer con el reposo o el descanso nocturno.
Después de un rato de reposo o descarga (sentado o acostado), si usted padece una artrosis, puede notar que le cuesta empezar a mover la articulación enferma, que ésta se ha vuelto rígida, como si estuviera “mal engrasada”. Esto le puede condicionar un cierto grado de discapacidad funcional. También pueden notarse crujidos con el movimiento de las articulaciones. La artrosis de rodilla o cadera puede causar dificultad para levantarse de una silla, salir de un coche o subir y bajar escaleras.
El crecimiento de los extremos de los huesos que forman la articulación puede hacer que la articulación se agrande y ensanche. Efectivamente, en las
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