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Bioterrorismo

Jesusita26 de Septiembre de 2012

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Prólogo:

No cabe duda de que el bioterrorismo y la guerra biológica son temas tan espinosos e importantes que requieren de un rigor muy elevado. El autor ha tratado de elaborar un trabajo lo más resumido posible, huyendo de desarrollos exhaustivos tanto en acontecimientos históricos, como en patologías de enfermedades, con el fin de que el lector no caiga en la desgana a la hora de leerlo.

1.INTRODUCCIÓN:

EL bioterrorismo es una palabra de ferviente actualidad, tanto en medios de comunicación, como en nuestro lenguaje cotidiano, debido a sucesos recientes. Pero no es nueva. Se origina en EEUU que, desde hace años, denomina así a los posibles ataques terroristas utilizando material biológico. A partir de esa hipótesis, desarrolló mecanismos de control de ingreso, egreso y manipulación de microorganismos y sus productos que puedan ser utilizados potencialmente para esos fines.

Pero la utilización de esa palabra (bioterrorismo) deforma los hechos y entraña definiciones políticas útiles a ese país (y también a otras potencias). De este tema nos ocuparemos más adelante.

En realidad debiera hablarse de armas biológicas, que es la utilización con fines bélicos de microorganismos (bacterias, virus, hongos, parásitos, riquettsias, etc.) y sus productos. Armas que pueden ser usadas en guerras rápidas o de desgaste, atacando a seres humanos o a vegetales y animales (para destruir fuentes de abastecimiento), o simplemente para crear terror en la población civil o militar, afectando a la capacidad de combate y/o productiva del adversario y quebrando su voluntad de lucha. Los microorganismos utilizados pueden usarse tal cual se encuentran en la naturaleza (se habla entonces de procesos de baja tecnología, rústica o cruda) o modificados por métodos biotecnológicos hasta obtener gérmenes de características genéticas nuevas (alta tecnología).

Las armas biológicas son más “baratas”: se dice que afectar un kilómetro cuadrado sale dos mil dólares con armas convencionales, ochocientos con armas nucleares, seiscientos con armas químicas y un dólar con armas biológicas. Su facilidad de producción desde el punto de vista económico y tecnológico (en las llamadas rústicas), ha hecho que se las considere las bombas atómicas del tercer mundo. Pero, como veremos, esto es engañoso, porque los más importantes centros de investigación y producción los tienen las grandes potencias mundiales.

Debe decirse también, que desde la antigüedad se usaron materiales biológicos en la guerra, ya que persas y romanos buscaban contaminar fuentes de agua con animales muertos. Más cerca en el tiempo, fueron las grandes potencias las que las usaron. En las guerras entre Inglaterra y Francia, en el territorio de los actuales EEUU, los ingleses regalaban mantas contaminadas por enfermos de viruela para diezmar a las tribus aborígenes aliadas al adversario; método que también, se afirma, usaron los españoles en la conquista de América. Veremos todo esto con mayor detalle a continuación.

2.ARMAS BIOLÓGICAS Y BIOTERRORISMO A LO LARGO DE LA HISTORIA

La evolución histórica de las sociedades actuales se debe en gran parte a guerras, desarrollo tecnológico e integración de los diferentes grupos étnicos en sociedades. Sin embargo, a lo largo de la historia, distintas epidemias ocasionadas por agentes infecciosos han tenido un gran impacto en la conformación del mundo actual. Desde el punto de vista de la biología poblacional, la tasa reproductiva básica de una epidemia establece que la introducción y subsiguiente diseminación de un agente infeccioso en una población dependen de tres factores. El primero de ellos es dado por el riesgo de transmisión por exposición (tasa de ataque), el segundo por la frecuencia de la exposición por unidad de tiempo, y, por último, por la susceptibilidad de la población al agente en cuestión.

La conquista por el ejército español del Nuevo Mundo ejemplifica el efecto de la introducción de un agente infeccioso en una población susceptible. La diseminación del virus de la viruela entre las poblaciones susceptibles de los imperios Azteca e Inca tuvo un profundo impacto y fue un factor decisivo para facilitar la derrota de éstos. Por ejemplo, gracias a la epidemia de viruela entre los soldados del Imperio Inca, Francisco Pizarro, con sólo pocos soldados, fue capaz de derrotar al ejército de 80 000 soldados de Atahualpa(siglo V).

De la misma manera, las grandes transiciones demográficas en los tiempos modernos se han debido a las grandes epidemias ocasionadas por agentes infecciosos como la plaga bubónica. Las epidemias de peste, ocasionadas por Yersinia pestis, tuvieron un gran impacto en la humanidad. La primera de ellas se inició en Egipto en 541 A.C. y acabó aproximadamente con 60% de las poblaciones en el norte de África, Europa y en el centro y sur de Asia. La segunda epidemia de peste ocurrió en Europa durante el siglo XIV (se inició en 1346) causando la muerte a entre 20 y 30 millones de personas.

La perversa idea de utilizar agentes infecciosos para efectos similares a los de las grandes epidemias ha sido considerada por el hombre desde hace muchos años y existen descripciones en distintos periodos de la historia. Es así como, durante la segunda pandemia de peste bubónica, se registra uno de los primeros eventos que puede ser considerado como bioterrorismo. En 1346, durante la invasión de la ciudad de Kaffa (actualmente Feodosia en Crimea), la Armada Tártara colocó los cadáveres de gente que había sucumbido por plaga en las entradas de la ciudad. La epidemia que se generó provocó la derrota de los defensores de la ciudad de Kaffa.

De forma similar la utilización del virus de la viruela de manera intencionada como arma biológica fue realizada por vez primera por el Ejército Británico en contra de los nativos norteamericanos entre 1754-1767. Los soldados del Ejército Británico distribuyeron mantas que habían sido utilizadas por enfermos con viruela entre los nativos norteamericanos matando hasta 50% de las tribus afectadas. Con el descubrimiento de la vacuna contra la viruela por Edward Jenner y el siguiente desarrollo de vacunación, la amenaza potencial de utilizar la viruela como arma biológica disminuyó considerablemente.

El establecimiento de los postulados de Koch y el desarrollo de la microbiología moderna han permitido el aislamiento y producción de arsenales de agentes infecciosos. En el siglo XX existe evidencia de que el ejército alemán desarrolló un programa para la creación de armas biológicas durante la Primera Guerra Mundial. El Bacillus Anthracis o Burkholderia mallei fueron usados por los alemanes para contaminar ganado vacuno que fue exportado a Rusia.

Japón también desarrolla armas biológicas para destrucción masiva durante su ocupación en Manchuria, desde 1932 hasta el final de la Segunda Guerra Mundial, bajo la dirección de Shiro Ishii. La unidad 731 era la base para la creación de armas biológicas y los experimentos eran llevados a cabo en prisioneros chinos. La unidad 731 fue responsable de epidemias con Vibrio cholerae, Shigella spp., B. anthracis y Y. Pestis en diversas regiones de China. Específicamente, pulgas contaminadas con Y. pestis fueron dispersadas mediante aviones y se les considera responsables de múltiples brotes de plaga en China.

Durante la Segunda Guerra Mundial prisioneros en campos de concentración Nazis fueron expuestos a Ricketsia prowazekii, al virus de la hepatitis A y Plasmodium spp, con el objetivo de crear sulfonamidas y vacunas contra estas infecciones. Sin embargo, no existe evidencia alguna de que estos experimentos fueron llevados a cabo para la creación de armas biológicas por parte del Gobierno de Adolf Hitler.

En Estados Unidos (EEUU) la producción de armas biológicas comienza en 1942 en Fort Detrick con la producción de 5000 bombas que contenían esporas de B. Anthracis. A pesar de que no existe evidencia de la utilización de estas bombas durante la Segunda Guerra Mundial, en el periodo de la posguerra la creación de un vasto arsenal de armas biológicas en EEUU se fortalece con la incorporación de científicos japoneses de la unidad 731. Específicamente, este programa tiene importantes avances durante la guerra contra Corea (1950-1953). En los años siguientes a esa guerra, el gobierno de EEUU es acusado en múltiples ocasiones de la utilización de armas biológicas durante el conflicto. Por su parte, EEUU acusa a la Unión Soviética de la utilización, en lugares como Laos (1975), Kampuchea (1979) y en Afganistán (1979), de micotoxinas producidas por Fusarium spp (lluvia amarilla) y que actúan bloqueando la síntesis de ADN en células humanas.

La tensión generada en estos años de la Guerra Fría entre Rusia y EEUU, sobre la base de los alegatos acerca de la producción y uso de armas biológicas, lleva a la reacción de una Convención Internacional, en 1972, para la prohibición del desarrollo, producción y almacenamiento de armas biológicas. El tratado que resultó de dicha convención se firmó por más de 100 países incluyendo EEUU y la Unión Soviética.

En 1970, el presidente Richard Nixon “detiene” la producción de armas biológicas en EEUU, y concluye con la “destrucción total” de dicho arsenal en 1972. A pesar de la ratificación del tratado por la Unión Soviética, la sospecha internacional

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