Descripción sensorial de un espacio arquitectonico

Pulpit Rock 3.0

Gilberto David Vázquez García

    Quisiera comenzar citando al gran sabio Platón cuando es su elevado pensamiento concibió que todas las artes y los oficios son en esencia poesía, No es propio de un arquitecto escribir con la gracias del poeta ni con la facilidad con la que fluyen sus pensamiento por su pluma. Es por eso que propongo una analogía entre la arquitectura y la poesía, llamando al edificio  poema y poeta al arquitecto. Pulpit rock en su inmensidad se presenta ante nosotros como arquitectura experimental, en donde el poema se presenta al contemplador y se entrega al fiel habitante pues su magnificencia y sinceridad van más allá de la fenomenología.  

     Este lugar te deja ver entre sus versos la gracia de su intimidad, la cual cuando el usuario comienza con su primer y virginal apreciación,  le absorbe cual torbellino torbellino y te arrebata cualquier paradigma sobre la gracia y la pura intimidad del lugar. Este espacio  se vive la inmensidad y experiencia que no se entiende con la razón, pero que es comprensible por la intuición por aquel que sea tan sensible como su propio entorno. Yo considero que  inmensidad de este acantilado es un tema poético inagotable, que para muchos la inmensidad también es una conquista a la propia intimidad.

     En su exuberante lenguaje, toda palabra de espacio y piedra contribuye a cuestionarse una sola cosa pues es un perfecto poema en el que nada sobra y nada falta, que eleva hacia el cielo sonidos, brillos y colores y anhelos en la armónica simbología de sus formas irregulares, Su lenguaje plástico formal es la metáfora de un gran palacio o incluso una magnifica iglesia. Es por este hecho que la arquitectura que se propone debe de ser la joya que culmine con esta gran obra, no haciéndose notar más que todo este grandioso poema sino que valla acorde a las rimas y a las frases de cada párrafo y cada verso.

    Tan eterna como la misma roca y tan bella como la propia vista. No por arriba de su belleza, ni rival  que le compita. Debe de ser el sello que defina la gran obra del buen artista.

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