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Descubrimiento de la sexualidad

juniorsgApuntes18 de Agosto de 2016

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  1. EL DESCUBRIMIENTO DE LA SEXUALIDAD.

En el itinerario de Freud hacia una primera conceptualización del aparato psíquico, la pulsión (Trieb) forma parte integrante de la teoría de la defensa y de la teoría sobre la

Constitución del yo.

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I.1. Introducción del término Trieb como una de las variantes teórico-clínicas que conducirán al establecimiento de la teoría de la defensa a partir de la lectura de Estudios sobre la histeria (1983-1895).

I.1.1. Contexto que privilegia a la histeria como objeto de investigación: las aportaciones de las Escuelas de Helmholtz, de Salpetrière y de Nancy.

Panorama del pensamiento freudiano a inicios de 1890: las primeras investigaciones neurofisiológicas y psicológicas, junto con la importancia dada a la observación clínica, confluyen en el interés por los fenómenos de la sugestión.

Enero de 1893. Fecha en que Freud y Breuer1 dan a conocer sus investigaciones sobre la histeria con la publicación de la “Comunicación preliminar” (1893-1895). La revista médica Neurologisches Zentralblatt lo publica en dos partes y, a finales de este mismo mes, aparece íntegramente en Wiener medizinische Presse.2 Más que favorable, la “Comunicación preliminar” (1893-1895) produjo una fuerte impresión en el establishment psiquiátrico europeo.3 [pic 3][pic 4]

Fecha significativa ya que de este periodo del pensamiento de Freud es posible detectar las huellas de lo que a posteriori será designado como las perspectivas dinámica, económica y tópica. El punto de vista dinámico se perfila en el interés de Freud sobre la existencia de “representaciones contrastantes” (kontrastierende Vorstellungen) en la formación del síntoma histérico. Freud, en este periodo, influido indirectamente por las tesis de Herbart4, plantea que lo insoportable de la vivencia lleva al sujeto histérico a intentar olvidarla: sofocar el “afecto” (Affekt), “inhibir” (Hemmen) las representaciones asociadas. El síntoma surge en este contexto, dado que supone una no descarga o una descarga inadecuada de la “suma de excitación” (Erregungssumme).5 A falta de una distribución más acorde con las necesidades del organismo, los trastornos histéricos, entre los cuales el carácter hipertenso de las emociones, revelan un excedente de excitación que no fue descargado.

El punto de vista económico, difundido inicialmente por la Escuela de Helmholtz6, que consiste básicamente en explicar los fenómenos naturales en función de fuerzas físico-químicas, encuentra en Freud uno de sus más fieles adeptos. El “principio de constancia”(Konstanzprinzip), derivado de la noción físico-química de “homeostasis”7 (Gleichgewicht) de las masas energéticas almacenadas en el sistema nervioso, define el afán del sistema nervioso por mantener constante la suma de excitación; el funcionamiento normal del sistema nervioso consiste, entonces, en tramitar por vía asociativa todo aumento de excitación o descargarlo con una reacción motriz.8

El  punto  de  vista  tópico,  genuinamente  freudiano  (Anzieu,1959:  29), encuentra en el estudio sobre las afasias9 su formulación inaugural. La noción de “aparato de lenguaje” (Spracheapparat), implícitamente perfilada en este estudio, así como la crítica a la doctrina vigente de las localizaciones anatómicas10 muestra las primeras aproximaciones de lo que dará lugar a la concepción tópica del aparato psíquico.

Aunque Freud no proponga un modelo teórico del aparato psíquico, sino un modelo más estricto concerniente al lenguaje. No obstante, por la circunstancia misma que designa este aparato como aparato de lenguaje se puede pensar en él como un primer modelo freudiano del funcionamiento del inconsciente, tal y como sostiene Garcia-Rosa (1991a: 28).

Por otra parte, la observación clínica, perspectiva que destacaba el poder de alcance de los presupuestos de la Escuela de Salpetrière respecto a la clínica psicopatológica alemana, es lo que llevaría a Freud a sospechar que la etiología de las “neurosis de angustia” (Angstneurose) y de la “neurastenia” (Neurasthenie) -todavía no reunidas según la designación de “neurosis actuales” (Aktualneurose)- es sexual, a pesar de la predisposición hereditaria. Encuentra también -con carácter de factor etiológico- lo que en lo sucesivo será más característico de las neurosis actuales, el agotamiento por la satisfacción anormal y la inhibición de la función sexual. En la misma línea sospecha que, al contrario de cualquier debilidad innata, la neurastenia se adquiere en la pubertad.11

Cabría esperar una suerte de inclinación, por parte de Freud, respecto a las escuelas que conoce. En efecto, un autor como Bercherie (1983: 276) señala que entre la interpretación fisiológica de la Escuela de Helmholtz y la observación clínica prevaleciente en la Escuela de Salpetrière, Freud tiende explícitamente hacia la segunda.12 Desde luego, las enseñanzas de Charcot,13 en el curso 1885-1886, habían producido una fuerte impresión en un Freud todavía muy familiarizado con la interpretación fisiológica de los historiales clínicos14; influjo que será determinante por lo menos hasta 1893.15

Por último, se hace necesario considerar en este apartado el interés de Freud por los fenómenos hipnóticos. Tema muy polémico, y que evidencia cómo él fue haciéndose el camino que le conduciría a su propia concepción de la histeria. Se confronta con el modo de comprensión de los fenómenos hipnóticos planteado por la Escuela de Salpetrière en contraposición con el planteado por la Escuela de Nancy. Distintos planteamientos sobre los fenómenos hipnóticos, pero asentados en una base común, la sintomatología histérica; lo que muestra el estrecho vínculo entre histeria e hipnotismo. Según Charcot, los síntomas histéricos presentaban una base fisiológica objetiva, mientras que Bernheim16, uno de los principales representantes de la Escuela de Nancy, consideraba que la “neurosis hipnótica” (névrose hypnotique), tal y como era concebida por Charcot, era, más bien, el resultado de una “sugestión” (Suggestion) realizada por el médico. Con lo cual, el hipnotismo, según Bernheim, no era un fenómeno patológico sino un fenómeno de la psicología corriente, típico de la especie humana.

Dicho de otra manera: la idea central consiste en que la representación introducida en el “cerebro” del sujeto hipnotizado proviene del exterior, que a su vez la recibe “como si hubiera generado espontáneamente”. Eso significa que, para Bernheim, los fenómenos hipnóticos “serían fenómenos psíquicos, efectos de sugestiones”, según las palabras de Freud en el Prólogo a la traducción de la obra de Bernheim titulada De la suggestion (1888-1889: 83). Charcot, a su vez, vincula la sugestión con alteraciones fisiológicas, es decir, con el “desplazamiento de la excitabilidad dentro del sistema nervioso sin participación de las partes que trabajan con conciencia” (1888-1889: 83).

Una vez más, Freud sale de la ambigüedad inicial y se coloca a favor de las tesis formuladas por Bernheim, aunque tiende a compaginar los aspectos que considera relevantes de ambas escuelas, sobre todo en lo que atañe a las limitaciones de la sugestión. Posición que hará hincapié sobre la naturaleza real y objetiva de los síntomas histéricos (1888-1889: 85). De Charcot mantiene la noción de “zona histerógena” (hysterogene Zone) para designar determinadas partes del cuerpo que, en virtud de su carácter sensible, podrían ser designadas como lugar de excitaciones sexuales. Admite, todavía, que los trastornos histéricos presentan una base orgánica inmutable, pero, eso “no se contradice que las manifestaciones histéricas obedezcan a un mecanismo psíquico, sino sólo que este no es el mecanismo de la sugestión que el médico ejercería” (1888-1889: 85). Así, se va perfilando una concepción psicofisiológica de la histeria. Un autor como Bercherie (1983: 285) sintetiza así la posición del Freud de este periodo, acerca de los fenómenos histéricos: “por cierto psíquico, con toda seguridad no consciente, por lo tanto ‘fisiológico’”.

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